Albino Argüelles (1896-1921), fue un dirigente socialista de las huelgas rurales patagónicas de 1921, conocidas como Patagonia rebelde.
Nació en Nueva Pompeya, un barrio de Buenos Aires, el 5 de febrero de 1896. Herrero de oficio, partició de los disturbios de la Semana Trágica de enero de 1919. En busca de empleo viaja a Puerto San Julián donde se convierte en el dirigente más importante de esa región.
Era el único dirigente socialista del movimiento, ya que el resto de los líderes eran anarcosindicalistas en su mayoría. Mantuvo muy buenas relaciones con el líder anarquista Ramón Outerello, con José Font alias "Facón Grande" y el secretario de la Sociedad Obrera de Río Gallegos, Antonio Soto, principal instigador del movimiento huelguístico.
Murió fusilado en la estancia San José. junto al paraguayo Jara y a Ledezma, por las tropas del teniente coronel Héctor Benigno Varela el 18 de diciembre de 1921.
1 de febrero de 1931 – Es fusilado en Argentina, Severino Di Giovanni
La historia de Severino Di Giovanni cuenta que era un joven maestro italiano de ideas libertarias, a quien el dictador Benito Mussolini (1883-1945) dejó cesante primero, encarceló después y finalmente expulsó de Italia. Como tantos otros antifascistas italianos, Di Giovanni y su familia -esposa y cuatro hijos- encontraron refugio en la Argentina. Pero él no se integró a nuestro medio sino que siguió siendo, ante todo, un italiano que quería volver a su patria por cualquier medio para derrotar al régimen fascista. Como buen anarquista que era, no aceptó formar parte del comité antifascista italiano en la Argentina -formado por liberales, socialistas y comunistas- porque pensaba que cualquiera de esas tres tendencias eran iguales al fascismo.
Aquí, en la Argentina, trabajó de tipógrafo y linotipista y comenzó a editar en italiano el diario "Culmine" a partir de agosto de 1925. Su primera entrada policial se originó cuando organizó un tremendo escándalo en el Teatro Colón, en oportunidad de la función de gala en homenaje al rey Vittorio Emanuele III (1869-1947), a la que asistían también el presidente Marcelo T. de Alvear (1868-1942) y el embajador italiano. En medio de la función se oyó el estridente grito de ¡muera el fascismo! seguido de una lluvia de volantes sobre el distinguido público de la platea. Se originó entonces una batalla campal contra Di Giovanni y el grupo anarquista que lo acompañaba. Los revoltosos recibieron un severo castigo y fueron detenidos. Allí quedó registrado Severino Di Giovanni, quien, al preguntársele por su ideología, contestó a la policía sin problemas: "soy anarquista".
Desde ese día comenzó un ciclo increíble de violencia. Di Giovanni participó en primera línea en los actos en solidaridad por el arresto y homicidio de Nicola Sacco (1891-1927) y Bartolomeo Vanzetti (1888-1927), los dos anarquistas italianos condenados a muerte en Estados Unidos. Los atentados con bombas contra empresas y oficinas norteamericanas se sucedieron día tras día. En las asambleas anarquistas, Di Giovanni proponía una y otra vez desatar una verdadera guerra en la ciudad. Además, para contar con los medios suficientes, comenzó con los asaltos a bancos, los que resultaron ser espectaculares, típicos de la década del veinte, con automóviles corriendo a toda velocidad y persecuciones a los balazos. También recurrió a la falsificación de dinero "para terminar con el Estado", ya que la lucha de los anarquistas no era para apoderarse del poder sino para eliminarlo, pretendiendo así que no hubiera nunca más alguien que mande y otro que obedezca.
En la tarde del 30 de enero de 1931, Di Giovanni -vestido con traje negro y sombrero de anchas alas- fue sorprendido a la salida de una imprenta, en la esquina de Callao y Sarmiento. Luego de una cinematográfica huida por las calles y los techos del centro porteño en la que la policía realizó unos cien disparos, asesinó una niña e hirió a varios transeúntes, fue atrapado herido en un garaje después de haber alcanzado a disparar cinco veces, para luego ser juzgado por un tribunal del Ejército y condenado a muerte. La alta sociedad se regocijó: al fin había caído ese insolente revolucionario. Para el juicio, el ejército designó al teniente primero Franco como su defensor. Cuando se entrevistó con Di Giovanni, éste le aclaró que como buen cristiano no pensaba mentir: "Jugué y perdí, como buen perdedor pago con la vida" le dijo. El teniente, impresionado por su valor, en su alegato planteó la incompetencia del tribunal militar para juzgar a un civil detenido, apeló al principio cristiano contra la pena de muerte, estableció que Di Giovanni había actuado en defensa propia y que había sido emboscado sin una declaración judicial. El tribunal enrojeció de furia contra el teniente Franco, quien más tarde fue envenenado en una cena de camaradería. Severino Di Giovanni y Paulino Scarfó- que había sido detenido junto a aquél-, fueron salvajemente torturados: con tenazas les aplastaron los testículos, les retorcieron la lengua y los quemaron con cigarrillos.
El fusilamiento fue todo un espectáculo al que concurrieron generales, funcionarios y los más encumbrados personajes del Buenos Aires de entonces, mientras una muchedumbre se agolpaba en las puertas de la prisión para escuchar las descargas del fusilamiento, como si fuera una función teatral. Severino Di Giovanni supo morir como había vivido. Sentado contra un paredón en el sector de la cárcel que daba a la esquina de Coronel Díaz y Las Heras (Chavango en aquella época), no quiso que le vendaran los ojos ni que lo ayudaran a caminar, a pesar de estar casi imposibilitado de hacerlo por las cadenas que le habían atado a los pies. Luego de lanzar su grito ideológico, recibió una descarga de ocho disparos. Un poco de humo que salía de su pecho marcó el sitio de los impactos. Su cara se contrajo en una mueca violenta de dolor. Una reacción muscular lo hizo levantarse un poco del banquillo para caer luego pesadamente hacia el costado izquierdo. El respaldo del banquillo saltó hecho astillas. Un gran charco de sangre inundó el asiento cayendo al suelo. Finalmente, un oficial le pegó el clásico tiro de gracia en la cabeza. Un día después, moría fusilado en el mismo lugar el joven anarquista Paulino Scarfó, quien lanzó el mismo grito de Severino, pero en castellano: ¡Viva la anarquía!
Los restos de Severino Di Giovanni reposan actualmente en el Cementerio de la Chacarita.
El 4 de Febrero de 1955 (meses antes de que la Fusiladora asalte al gobierno democrático de Perón) se expropiaba el grupo "Bemberg" (dueño de lo que es hoy la Cervecería Quilmes). Fue quizás la nacionalización de esta empresa el proceso del conflicto más importante llevado adelante contra un conglomerado empresario en la Argentina.
Se la intento presentar como una venganza de Evita (la cual ya había fallecido) o como el antojo del poder concentrado que tenia Perón, pero en realidad el proceso se inicio en la década infame, en 1937, cuando ante una denuncia en los tribunales de justicia el gobierno nacional inicia un reclamo por la evasión del impuesto y la transferencia gratuita de bienes mediante la constitución de sociedades anónimas con residencia en el extranjero… los holding de esa época utilizaban esta forma para robarnos.
Después se paralizo el trámite pero no la condena de la opinión pública que lo convirtió en uno de los escándalos económicos de esa triste década.
Si bien Perón ensayó diversos instrumentos de contralor comercial y financiero de las grandes empresas, eludió la expropiación y la nacionalización de grandes sectores de la industria como la del cemento, los frigoríficos y, en gran medida, las compañías de electricidad, pero no dio igual trato a la empresa del Grupo Bemberg, ya que se habían convertido en un símbolo de la influencia política del poder económico antes del advenimiento de la Nueva Argentina.
Cuando en 1952 se sanciona la ley 14.122, (la que dispone la liquidación del grupo Bemberg) el estado adquirió las empresas a precios bajos y su Nacionalización permitió poner en marcha algunos de los objetivos más ambiciosos del peronismo en cuanto a la participación obrera.
Cuando la Libertadora en 1955 usurpa el poder se esperaba que todo volviera a manos de los Bemberg pero Aramburu no lo hizo, si por supuesto anulo los contratos pero a la Familia Bemberg no le devolvió nada.
Marta Angélica Taboada de Dillon (Salta, 5 de agosto de 1942 - Ciudadela, 3 de febrero de 1977) fue una maestra y abogada argentina, militante del FR-17 (Frente Revolucionario «17 de Octubre»).
Nació en la norteña ciudad de Salta, pero estudió en Buenos Aires. Egresó de un exclusivo instituto católico, el Colegio Francés, en calle Tres de Febrero y Pampa, en el barrio de Núñez, en el norte de Buenos Aires.
De tendencias demócrata-cristianas, se casó con un tal Dillon, presidente de la Rama Juvenil de la Acción Católica Argentina.2 Tuvo cuatro hijos, Marta, Andrés, Juan y Santiago Dillon.
Gradualmente fue radicalizándose. Su esposo la abandonó con sus hijos.2 En 1975, Taboada ―que estaba separada de su esposo― vivía con sus hijos en una casa que compartían con sus dos compañeros de militancia en el MR 17 (Movimiento Revolucionario Diecisiete de Octubre): su pareja Juan Carlos Negro Arroyo y Gladys del Valle Porcel de Puggioni ―cuyo esposo, Hugo Aníbal Puggioni, había sido asesinado por la Triple A en Buenos Aires en septiembre de 1974―, sobre la actual calle Joly, entre Centenario y De la Vega, en la zona sur de Moreno, a pocas cuadras de la estación ferroviaria, en el Gran Buenos Aires.7
Su hija mayor, Marta Dillon (1966-, actualmente periodista y militante) a los 9 años de edad ―según describe Laura Ramos en La niña guerrera (2010), un libro de relatos de no ficción―, Marta Dillon ya conocía técnicas para escabullirse de los grupos de tareas (que era el nombre que en esa época se le daba en Argentina a las patotas que secuestraban, torturaban y asesinaban a sindicalistas, maestros, luchadores sociales, etc.), tenía charlas políticas con las amigas revolucionarias de su madre, y hacía con Taboada viajes furtivos hasta Puerto Iguazú para sacar por la frontera a algún compañero. El último viaje fue en septiembre de 1976, al Uruguay, para sacar a Laly, la esposa del abogado y activista de los derechos humanos Eduardo Luis Duhalde (1939-2012), quien había escapado de Argentina un mes antes. Laly estaba embarazada de su cuarto hijo, Santiago, que nacería en España.
Hay una página de un libro que ella me regaló poco antes del final, está escrita con su letra y dice: «Para Martita, mi compañera, que está aprendiendo a sentir como propias las alegrías y las luchas del pueblo latinoamericano».
Marta Dillon (hija de Taboada)12
Durante la madrugada del 28 de octubre de 1976 ―cuando Taboada tenía 35 años de edad y estaba embarazada de dos mellizos de 7 meses―, una «patota» de servicios irrumpió en la vivienda, destrozó los muebles y se llevó a los tres adultos. El Negro Arroyo tenía 33 años y su novia Gladys Porcel ―que estaba embarazada de cinco meses―, 23 años de edad. Los seis niños, de distintas edades, fueron testigos del secuestro. Quedaron al cuidado de una chica de 16 años.7 Los hijos de Taboada se mudaron con su padre ―también abogado, de pasado peronista pero ya no militante―.
Alguien me contó una vez que en el campo de concentración donde pasaste tres largos meses, las mujeres ―para sentir que se vestían por la mañana (o por esa hora difusa que el encierro convertía en mañana― se cambiaban de ropa entre ellas. Esa anécdota te nombra, mamá.
Marta Dillon.
Fueron llevados al centro clandestino de detención Proto Banco, dependiente de la policía bonaerense. Marta Taboada y Gladys Porcel fueron posteriormente trasladadas al centro clandestino de detención El Vesubio, a pocos metros del primero.7 Debido a las torturas a las que sistemáticamente eran sometidos los secuestrados, las dos mellizas (niñas) de Taboada murieron en el parto.
Marta Taboada y Gladys Porcel fueron fusiladas con otros compañeros desaparecidos a las 2:05 de la madrugada del 3 de febrero de 1977, en la esquina de las calles Santamarina y Chubut, en la localidad de Ciudadela, 23 cuadras al oeste de la avenida General Paz, en el Gran Buenos Aires.7 El Negro Arroyo fue asesinado junto al dirigente sindical del gremio de farmacia Jorge Di Pascuale en el transcurso de febrero de 1977. Todos fueron enterrados en una fosa común en el cementerio del partido de Avellaneda. El periodista Rodolfo Walsh (1927-1977), dejó inmortalizados estos hechos en su Carta abierta de un escritor a la Junta Militar que dio a conocer el 24 de marzo de 1977, al cumplirse el primer aniversario del golpe de Estado que había inaugurado la dictadura cívico-militar. Fue asesinado ese mismo día.
Jorge Camilo Torres Restrepo nació en Bogotá el 3 de febrero de 1929. Sus padres fueron Calixto Torres Umaña, prestigioso médico, e Isabel Restrepo Gaviria. De familia acomodada, burguesa y liberal. Vivió junto con su familia en Europa, entre 1931 y 1934. En 1937, el matrimonio se disolvió, y Camilo pasó a vivir con su madre y su hermano Fernando.
Se graduó como bachiller en el Liceo Cervantes en 1946. Luego de estudiar un semestre de derecho en la Universidad Nacional de Colombia, ingresó al Seminario Conciliar de Bogotá, donde permaneció siete años, tiempo durante el cual Camilo se comenzó a interesar por la realidad social, creando un círculo de estudios sociales, junto con su compañero Gustavo Pérez. Como cristiano, se sintió atraído por el tema de la pobreza y la justicia social.
Camilo se ordenó como sacerdote en 1954, y luego viajó a Bélgica a estudiar sociología en la Universidad de Lovaina. Durante su estadía en Europa, hizo contacto con la Democracia Cristiana, el movimiento sindical cristiano, y con los grupos de resistencia argelina en París, factores que lo llevaron a acercarse a la causa de los oprimidos. Fundó con un grupo de estudiantes colombianos de la universidad el ECISE (Equipo colombiano de investigación socioeconómica)
En 1958 se graduó como sociólogo con el trabajo “Una aproximación estadística a la realidad socioeconómica de Bogotá” (publicado en 1987 como “La proletarización de Bogotá”), que fue uno de los pioneros en sociología urbana del país. En 1959 regresó a Bogotá y fue nombrado capellán de la Universidad Nacional. Allí, junto con Orlando Fals Borda, fundó la Facultad de Sociología en 1960, a la que estuvo vinculado como profesor.
Sus investigaciones sociológicas iniciadas con su tesis de grado lo llevaron a familiarizarse con las estructuras sociales tanto urbanos como rurales. Fundó el Movimiento Universitario de Promoción Comunal (MUNIPROC), y desarrolló trabajos de investigación y de acción social en barrios populares y obreros de Bogotá, como el barrio Tunjuelito. Como capellán, introdujo en Colombia muchas de las reformas del II Concilio Vaticano, como dar la misa de frente y no de espaldas, y decirla en español y no en latín. Pregonó que el problema no era rezar más sino amar más.
En 1961 empezó a tener problemas con el cardenal Concha Córdoba, quien no veía con buenos ojos las labores de Camilo. La situación fue tornándose espinosa, hasta que el prelado lo destituyó de su cargo de capellán, de los trabajos académicos y de las funciones administrativas que tenía en la Universidad Nacional.
Colaboró con la investigación dirigida por Germán Guzmán, publicada como “La violencia en Colombia” (1962, segundo tomo 1964). En 1963 presentó el ensayo “La violencia y los cambios socioculturales en las áreas rurales colombianas”, en el primer Congreso Nacional de Sociología. Hizo parte del Instituto Colombiano para la Reforma Agraria (INCORA) y la Escuela Superior de Administración Pública (ESAP). Presionado por el alto clero, en 1965 renunció al sacerdocio.
Ese año, planteó una plataforma para un movimiento de unidad popular, gestando así a la fuerza política “Frente Unido del pueblo”. Desarrolló numerosas manifestaciones y actos públicos, y publicó el semanario “Frente Unido”. Igualmente hizo contacto con el Ejército de Liberación Nacional, conformado en 1964, con el que acordó la continuación de la agitación política en las ciudades, y su posterior ingreso a la organización cuando se considerase necesario.
El segundo semestre de 1965 Camilo trabaja en el impulso al Frente Unido y en la publicación del semanario del movimiento (el “Frente Unido”). Camilo llenó las plazas públicas y tuvo un vertiginoso ascenso político. Ratificó el abstencionismo como posición revolucionaria.
Luego del hostigamiento y la persecución estatal, se vinculó en noviembre al ELN, y lanzó la “Proclama a los colombianos”. En su primer combate, el 15 de febrero de 1966, murió en combate en Patiocemento, Santander. Sus restos mortales fueron sepultados en algún lugar clandestino, desconocido hasta el momento.
Pensamiento político
Camilo formó parte de una iglesia contestataria internacional que se desarrolla en la década de 1960, convirtiéndose en una de sus figuras principales. El cristianismo bien entendido suponía, para Camilo, la creación de una sociedad justa e igualitaria. Esto lo tradujo como la obligación de hacer una profunda revolución, que despojara del poder a los ricos y explotadores (la oligarquía), para darle paso a una sociedad socialista.
Los principales planteamientos de Camilo Torres pueden sintetizarse en las siguientes ideas en torno a la situación nacional: para transformar el país y lograr el bienestar de la clase popular es necesario liberar al país del imperialismo norteamericano y de la oligarquía que sirve a sus intereses; es necesaria la fusión, la movilización y la vinculación de los sectores pobres de la población a la lucha por la construcción de un nuevo Estado. Por esto, debe generarse la unidad del movimiento revolucionario y opositor, aglutinando a las masas oprimidas del país; debe tenerse la convicción de llevar la lucha hasta el final afrontando todas las consecuencias; y por último, los cristianos no solamente tienen la posibilidad de participar en la revolución, sino que tienen la obligación de hacerlo (“el deber de todo cristiano es ser revolucionario, y el deber de todo revolucionario es hacer la revolución”).
Otro elemento fundamental en el pensamiento de Camilo lo constituyó su esfuerzo por conciliar el cristianismo con el marxismo, impulsando un nuevo tipo de sociedad de carácter socialista y cristiano, basado en la justa distribución de la riqueza. “Los marxistas luchan por la nueva sociedad, y nosotros, los cristianos, deberíamos estar luchando a su lado”.
Todo este proceso debe ser desarrollado, como lo plantea Camilo, a partir de la acción popular, combinando la actividad política con la militar, y llevando a cabo labores políticas y organizativas a partir de las bases, es decir, en estrecha relación con el pueblo.
La formación del pensamiento político de Camilo estuvo marcado por varias etapas. En primer lugar, tuvo una formación cristiana católica, pero siempre estando vinculado a la realidad social, y a la situación de pobreza de la población colombiana. Posteriormente viajó a Europa donde se formó como sociólogo, pero también donde hizo contacto con el mundo socialista y el movimiento obrero.
A su regreso a Colombia, Camilo se planteó complementar sus esfuerzos por el bienestar de los pobres con la actividad científica e investigativa, a partir de sus conocimientos de sociología. En este sentido, desarrolló proyectos de acción social y comunitaria, en los que puso el saber sociológico al servicio de los sectores pobres.
Pero sus labores fueron truncadas y entorpecidas por la burocracia gubernamental y el régimen político, factor por el cual Camilo pasó a participar en el campo político, oponiéndose al sistema del Frente Nacional (1958-1974) en el que los partidos tradicionales, el liberal y el conservador, se repartirían el poder milimétricamente, excluyendo a los demás sectores políticos. En esta perspectiva, Camilo gestó e impulsó el “Frente Unido del pueblo”, en el que buscaba aglutinar a todas las fuerzas políticas revolucionarias y de oposición en torno a la “Plataforma del Frente Unido”, que constaba de diez puntos, los cuales hacían referencia a: reforma agraria, reforma urbana, planificación, política tributaria, política monetaria, nacionalizaciones, relaciones internacionales, salud, familia y fuerzas armadas.
La incapacidad de lograr cambios auténticos y profundos por medios pacíficos y legales, llevó a Camilo a plantearse la necesidad de la lucha armada como medio para el establecimiento de un nuevo estado y una nueva sociedad, de carácter socialista. Por ello se vinculó al ELN, donde esperaba alcanzar la realización de la revolución en Colombia, hasta que cayó muerto en su primer combate.*
Su ejemplo inspiró a movimientos de sectores cristianos como el grupo “Golconda”, o el caso chileno de “Sacerdotes para el socialismo”, impulsor del ascenso de Salvador Allende, y a personalidades como el padre Ernesto Cardenal, participante de la rebelión sandinista en Nicaragua, y en general, a las comunidades eclesiales de base, que conformaron una nueva iglesia latinoamericana comprometida con el cambio revolucionario, originándose la corriente conocida como la “teología de la liberación”.
Igualmente, el ejemplo de Camilo fue retomado por sacerdotes comprometidos que se vincularon a la lucha armada, como los casos de los españoles Domingo Laín y Manuel Pérez, que morirían combatiendo con el ELN. (Pérez llegó a ser comandante político de la organización, hasta que murió por una enfermedad en 1998).
Hoy en día, su ejemplo se mantiene en la lucha revolucionaria que mantiene el Ejército de Liberación Nacional desde hace 38 años, y su pensamiento perdura en estudiantes, obreros y campesinos de toda Colombia y América Latina.
Las circunstancias de su muerte. En una entrevista conducida por Marta Harnecker y publicada con el titulo Unidad que multiplica (Quito, Editorial La Quimera, 1988), Rafael Ortíz, miembro del Comando Central de la Unión Camilista Ejército de Liberación Nacional (UCELN), explica las circunstancias de la muerte de Camilo Torres: "Al vincularse a la lucha armada, él se compenetra de inmediato con la vida guerrillera. ... En esas circunstancias, cuando se planifica una emboscada, él sostiene que tiene que participar argumentando que si hay normas, él no puede quedar al margen de ellas. ... Camilo convence a Fabio y a Medina y éstos resuelven que vaya, pero lo ubican en el sitio más seguro, es decir, en la punta de la emboscada... Los compañeros, pensando que ya se había eliminado a la tropa que había entrado en la emboscada, dieron la voz de recuperación, pero cuando Camilo va a recuperar un arma es tiroteado por uno de los militares que había caído herido. La emboscada fue un poco larga y cuando se dan cuenta que Camilo ha caído se lanzan a sacarlo pero ya es demasiado tarde.... En esa acción caen cinco compañeros tratando de auxiliar a Camilo."
A 161 años de La Batalla de Caseros, acá cerquita, en Palomar En la Batalla de Caseros, ocurrida el 3 de febrero de 1852, el ejército de la Confederación Argentina, al mando de Juan Manuel de Rosas, Encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina, fue derrotado por el Ejército Grande, compuesto por fuerzas del Brasil, el Uruguay y las provincias de Entre Ríos y Corrientes, liderado por el gobernador de Entre Ríos, Justo José de Urquiza, quien se había sublevado contra Rosas el 1º de mayo de 1851 en que lanzó el llamado Pronunciamiento de Urquiza. La batalla culminó con la victoria del Ejército Grande y la derrota de Rosas, que el mismo día renunció al gobierno de la provincia de Buenos Aires. En 1829 Juan Manuel de Rosas asumía la gobernación de Buenos Aires ejerciendo una enorme influencia sobre todo el país. A partir de entonces y hasta su caída en 1852, ejercerá el poder en forma autoritaria. Rosas se opuso durante toda su gestión a la organización nacional y a la sanción de una Constitución. Ello hubiera significado el reparto de las rentas aduaneras con el resto del país y la pérdida de la hegemonía porteña. A partir de 1851, Justo José de Urquiza, su ex aliado, había decido enfrentarse al gobierno bonaerense y alistó a sus hombres en el llamado Ejército Grande. Avanzó sobre Buenos Aires y derrotó a Rosas en la Batalla de Caseros, el 3 de febrero de 1852. La caída de Rosas parecía poner fin a las disputas provinciales; sin embargo, los enfrentamientos se tornarían más encendidos que nunca. http://www.elhistoriador.com.ar/articulos/epoca_de_rosas/la_batalla_de_caseros.php
Hatuey fue un cacique taíno proveniente de la isla de La Española que luchó contra los conquistadores españoles en La Española (actual República Dominicana y Haití) y en Cuba. Es conocido por el título histórico honorífico de Primer Rebelde de América.
Arribó a la Isla de Cuba después de ser expulsado por los españoles de su natal Quisqueya (isla dividida hoy en dos estados diferentes: Haití y República Dominicana). Entró en contacto con las diferentes tribus de indígenas taínos que había en el territorio oriental de la isla y les aconsejó que se preparasen para la lucha contra los españoles. También les comunicó que se deshicieran de todo el oro que poseyeran a los ríos porque ese era el dios de los blancos. Después puesto al frente de todas las tribus de la región comenzaron a atacar a los españoles que comenzaban a asentarse en Baracoa.
Bartolomé de Las Casas, más tarde atribuyó el siguiente discurso a Hatuey. Mostró los Taínos de Caobana una canasta de oro y joyas, diciendo:
"Este es el Dios que los españoles adoran. Por estos pelean y matan; por estos es que nos persiguen y es por ello que tenemos que tirarlos al mar... Nos dicen, estos tiranos, que adoran a un Dios de paz e igualdad, pero usurpan nuestras tierras y nos hacen sus esclavos. Ellos nos hablan de un alma inmortal y de sus recompensas y castigos eternos, pero roban nuestras pertenencias, seducen a nuestras mujeres, violan a nuestras hijas. Incapaces de igualarnos en valor, estos cobardes se cubren con hierro que nuestras armas no pueden romper."
Hatuey ordenó a sus hombres que se dividiesen en pequeños grupos y comenzasen a atacar a los españoles por sorpresa, valiéndose de palos, piedras y flechas. Pero los españoles, dirigidos por Diego Velázquez, que conocía las tácticas de los indios, se dedicaron a erradicar poco a poco a cada uno de los grupos rebeldes apoyándose en una abrumante superioridad tecnológica (perros rastreadores, armas de fuego, ballestas y corazas). Paulatinamente fueron siendo exterminados los indígenas, hasta que mediante la delación de unos prisioneros logran aprehender a Hatuey.
Hatuey fue condenado a la hoguera, castigo reservado a los más viles criminales. Pero cuando estaba a punto de ser quemado, al preguntársele si quería convertirse en cristiano para subir al cielo preguntó:
"¿Y los cristianos también van al cielo?"
y al recibir una afirmación dijo luego el cacique, sin más pensar, que:
"No quiero yo ir allá, sino al infierno, por no estar donde estén y por no ver tan cruel gente. "2
Su ejemplo demostró una gran valentía y decisión al intentar luchar en inferioridad contra un enemigo mucho más poderoso, este ejemplo sería retomado más tarde por el cacique Guamá.
Actualmente se acepta que la quema de Hatuey se llevó a cabo en un lugar ubicado en la actual provincia de Granma, perteneciente a la zona de la parte oriental de Cuba. La información procede de una carta de relación firmada por Diego Velázquez.
En el poblado de Yara, en las márgenes del río del mismo nombre, y en el supuesto lugar donde mismo ocurrió el suplicio de este valeroso cacique, se ha levantado un monumento a su figura.
Anteriormente se asumía que había sido quemado vivo en Baracoa, la primera villa fundada en Cuba, donde también hay una zona llamada Yara. El monumento en Baracoa, se ubica frente a la iglesia donde se halla la "Cruz de Parra", supuestamente original de la llegada de Colón.
Farabundo Martí, gran lección de espartana altivez
El 1º de Febrero de 1932, Agustín Farabundo Martí, salvadoreño, el que de cara al sol arremetió contra los reaccionarios de su país y de centroamérica y contra el imperialismo yanqui opresor de muchos pueblos, muere fusilado.
Agustín Farabundo Martí pertenece a la generación de revolucionarios y a la constelación de las grandes figuras empeñadas en transformar la realidad de indo-hispanoamérica. Dejó de estudiar. Derecho para dedicarse a la lucha, con fusil en manos.
Fue fundador del Partido Comunista de Centro América. El anticomunista guatemalteco Jorge Schlessinger, en su libro "Sucesos de 1932 en El Salvador", escribe, que "mientras otros hablaban de marxismo en los cafetines, Martí, enseñaba marxismo a los trabajadores".
Incursiona en México para conocer de cerca la revolución agrarista de 1910.
Inquieto en lo que ocurría en Nicaragua. en 1928 se trasladó a El Salvador, donde en asamblea de trabajadores se le eligió responsable de una brigada de cinco obreros combatientes para ir a pelear a Nicaragua contra el yanqui invasor, bajo las órdenes del General Augusto César Sandino.
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Farabundo Martí, mostró en los hechos su arrojo antiimperialista, tanto con el fusil como con la pluma. Martí obtuvo el grado de Coronel, fue miembro del Estado Mayor Internacional de Sandino, y Secretario Privado del general de Hombres Libres.
En ocasión que bandoleros yanquis bombardeaban persistentemente las posiciones sandinistas, Martí, en actitud de coraje dijo: "cuando la historia no se puede escribir con la pluma, se escribe con el rifle", parapetándose en la enramada de un árbol de la selva para abrir fuego contra los aviones de la piratería norteamericana.
En junio de 1930 regresa a su patria de origen, siendo ya conocido en el mundo como un combativo antiimperialista. Lo hace como Representante del Socorro Rojo Internacional, ante la Sección Salvadoreña, dirigida por Ismael Hernández.
Fue encarcelado varias veces; varias veces se puso en huelga de hambre y varias más expulsado del país.
Entre 1927 y 1931 gobierna El Salvador, Pío Romero Bosque. En 1931 el terrateniente Arturo Araujo, educado en Londres y simpatizante del laborismo inglés ganó las elecciones con el apoyo de sindicatos e intelectuales.
Sin embargo 10 meses bastaron para que colapsara su gobierno; el hambre y la miseria se instalaban entre los trabajadores, la crisis también afecta los negocios de la burguesía que no miraba con buenos ojos a este aprendiz de laborista.
Un golpe de estado en 1931 convirtió a Maximiliano Hernández Martínez (vicepresidente y ministro de guerra de Araujo) en presidente. Los comicios fraudulentos fueron determinantes para la movilización del pueblo que suspendió las votaciones en varias zonas. A pesar de que el gobierno declaró estado de sitio y la ley marcial, se sucedieron alzamientos y combates en todo el país, miles de trabajadores, obreros y campesinos pobres con machetes y algunos pocos fusiles asaltaron cuarteles, guarniciones policiales, oficinas municipales, telégrafos, almacenes y fincas.
Mientras tanto el imperialismo norteamericano e inglés enviaban buques de guerra en apoyo al General Hernández Martínez, quien escribió el siguiente telegrama: "En saludo a honorables comandantes declaramos situación absolutamente dominada fuerzas gobierno El Salvador. Garantizadas vidas propiedades ciudadanos extranjeros acogidos y respetuosos leyes de la República. La paz está establecida en El Salvador. Ofensiva comunista desechada sus formidables núcleos dispersos. Hasta hoy cuarto día de operaciones están liquidados cuatro mil ochocientos comunistas" .
El Salvador, "FMLN: Radio Venceremos". Documental filmado durante la guerra salvadoreña que muestra como operaba la radio clandestina del FMLN que trasmitía desde Morazán.
Es evidente que la insurrección fue salvajemente reprimida.
El 31 de enero de 1932 Farabundo Martí junto con los líderes estudiantiles Alonso Luna Calderón y Mario Zapata fueron condenados a muerte en el Cementerio General de San Salvador.
El 1º de Febrero son fusilados.
"Dolorosa y sangrienta es su historia, pero excelsa y brillante a la vez; manantial de legítima gloria, gran lección de espartana altivez".
Así reza la segunda estrofa del himno nacional de El Salvador.
El contraste entre su belleza tropical y las cicatrices de guerras, asesinatos y desastres son evidentes.
"Dolorosa y sangrienta es su historia", pero la lección de "espartana altivez" la dieron hombres como los sublevados por Martí y que fuera el movimiento de masas más importante de ese país, cuya existencia y ejemplo se percibe hasta en la actualidad.
El Salvador, "manantial de legítima gloria" dio hombres, también, como Monseñor Arnulfo Romero, asesinado en 1980 al igual que los padres Jesuitas en la Universidad Centroamericana.
Eran todos continuadores de la obra de aquel que lanzara el primer grito de independencia que se oye en El Salvador, el 5 de Noviembre de 1811, el Héroe y Prócer Presbítero y Doctor José Matías Delgado, Padre de la Patria.
Hoy, cuando los Pueblos del continente estrechan filas para oponerse a los designios del amo imperial, bien vale recordar estos episodios de nuestra historia colectiva, como así rendir homenaje y reconocimiento a quienes dieron su vida por la construcción de la Patria Grande.
Jorge Antonio Cafrune (Perico, provincia de Jujuy, 8 de agosto de 1937 - † Tigre, provincia de Buenos Aires, Argentina, 1 de febrero de 1978), apodado "el Turco", fue uno de los cantantes folclóricos argentinos más populares de su tiempo, además de un incansable investigador, recopilador y difusor de la cultura nativa.
El 31 de enero de 1978, a modo de homenaje a José de San Martín, el popular folklorista argentino Jorge Cafrune emprendió una travesía a caballo para llevar a Yapeyú, lugar de nacimiento del libertador. Esa noche, a poco de salir, fue embestido a la altura de Benavídez por un rastrojero (camioneta) conducida por un joven de 19 o 20 años, Héctor Emilio Díaz. Cafrune falleció ese mismo día a la medianoche. Si bien se cree que se habría tratado de un asesinato planificado por parte de la Dictadura Militar, el hecho nunca fue esclarecido completamente y quedó sólo como un accidente
Ángel Gabriel Borlenghi (1 de febrero de 1904 - 6 de agosto de 1962) fue un destacado sindicalista y político argentino. Fue secretario general de la Confederación General de Empleados de Comercio y Ministro del Interior. De ideas socialistas, apoyó a Juan D. Perón y fue el segundo hombre en importancia dentro de su gobierno. Tuvo una destacada actuación como dirigente sindical entre los años 1930 y 1945. Ideológicamente Borlenghi adhería a las ideas socialistas y era un activo y destacado afiliado del Partido Socialista.
En los primeros años de la década del '30 Borlenghi fue elegido secretario general de la Confederación de Empleados de Comercio, uno de los sindicatos más importantes del país.
Desde ese cargo, estableció relaciones estrechas y formas de acción conjunta con otros sindicatos en actividades afines, como los de bancarios, seguros, viajantes de comercio y empleados de farmacias, para impulsar un amplio reclamo al Congreso Nacional para sancionar una ley de contrato de trabajo. Luego de una extensa lucha, el movimiento obtuvo la sanción de la ley 11.729 de contrato de trabajo en el sector servicios, la ley laboral más importante de la Argentina hasta 1974. Ese éxito lo colocó como uno de los dirigentes sindicales más importantes del país, junto con José Domenech y Francisco Pérez Leirós.
Cuando en 1942, la CGT se dividió en CGT Nº1 y CGT Nº2, Borlenghi integró el segundo grupo, junto con la mayoría de los sindicatos comunistas. En 1943 cuando se produjo el golpe de estado que derrocó al gobierno fraudulento de Ramón S. Castillo, a pesar de que el gobierno militar había disuelto la CGT Nº2 a la que pertenecía, Borlenghi condujo el grupo sindical que estableció contactos primero y una alianza después con un sector del ejército que simpatizaba con los reclamos obreros, conducido por el entonces coronel Juan Perón.
La alianza entre Perón y Borlenghi permitió simultáneamente ir sancionando históricas conquistas del movimiento obrero argentino (convenios colectivos, Estatuto del peón de campo, jubilaciones, etc.), aumentar el apoyo popular a la CGT y a Perón, e ir ocupando espacios de influencia en el gobierno.
En octubre de 1945, cuando Perón fue obligado a renunciar y luego detenido, Borlenghi y la CGT desempeñaron un rol importante en la organización de las movilizaciones obreras que culminarón con su liberación el 17 de octubre de 1945.
San Miguel de Tucumán, 9 de julio de 1947, el Ministro del Interior, Ángel Borlenghi lee la declaración de la independencia económica.
Ante la posición contraria a la candidatura de Perón del Partido Socialista, Borlenghi se separa del mismo y contribuye a organizar con los demás sindicatos el Partido Laborista que constituyó la base principal de apoyo de Perón para las elecciones del 24 de febrero de 1946, donde triunfó con el 54% de los votos. En el Partido Laborista Borlenghi era director del periódico oficial, El Laborista. Más adelante encabezaría el grupo partidario de su disolución para integrarse al Partido Peronista.
Una vez elegido, y como consecuencia de ese apoyo, Ángel Borlenghi fue nombrado por Perón como Ministro del Interior, segundo cargo político de importancia del gobierno, en el que se mantuvo casi hasta el final de su gobierno.
Se cumple hoy el 20º aniversario de la creación del Movimiento de Trabajadores Argentinos (MTA) conducido por Hugo Moyano para defender los derechos de los trabajadores frente al avance neoliberal del menemismo. Esta corriente interna de la CGT se constituyó para enfrentar la entrega del patrimonio nacional por parte del menemismo y la pérdida de puestos de trabajo y derechos laborales. Junto a Hugo Moyano estaban Juan Manuel “el Bocha” Palacios y Saúl Ubaldini, como máximas figuras de un conjunto de organizaciones gremiales que no estaban dispuestos a subordinarse al poder de turno. El MTA fue la máxima expresión de resistencia a la dictadura financiera del menemismo en defensa del conjunto de los argentinos, cuando varios habían claudicado, se habían quebrado y subordinado al poder hegemónico. Luego de asumir como presidente, Menem intentó de varias formas alejar a Ubaldini de la conducción de la CGT y tras varios fracasos buscó fracturarla. El 10 de octubre de 1989 se lleva adelante en el Teatro San Martín el Congreso de la CGT para elegir autoridades. De un lado estaban los dirigentes gremiales que durante la campaña presidencial habían conformado el Movimiento Sindical Menem Presidente (MSMP), es decir, Luis Barrionuevo (gastronómicos), Delfor Giménez (textiles), Carlos West Ocampo (sanidad), Jorge Triaca (plástico), Gerardo Martínez (UOCRA), Juan José Zanola (bancarios), a los que se sumaban los ex renovadores José Pedraza (Unión Ferroviaria), Roberto Digón (tabaco) y Güerino Andreoni (comercio). Muchos de ellos serían luego funcionarios durante el gobierno de Menem: Triaca (Ministro de Trabajo), Barrionuevo (interventor del INOS), Digón (Subsecretaría de Trabajo y Seguridad Social) y Martínez (jefe de Gabinete del Ministerio de Trabajo). En oposición estaban los empleados estatales (ATE), Camioneros, la UTA, la CTERA, Judiciales, trabajadores telefónicos, el SUPE, Obras Sanitarias, papeleros, molineros y farmacéuticos. Y Ubaldini tenía además el apoyo de la UOM (Lorenzo Miguel). En tanto que SMATA, UPCN, Luz y Fuerza apoyaban al grupo menemista. Sin poder acordar una lista de unidad, la elección se desarrolla y el sector de Ubaldini se retiró del Congreso denunciando irregularidades. A pesar de las denuncias el Congreso designó al frente de la CGT a Andreoni. Así Ubaldini no reconoció el resultado y anunció que no renunciaría y que cumpliría su mandato hasta el 7 de noviembre de 1990. Esto originó que se conforme la CGT Azopardo (Ubaldini) y la CGT San Martín (Barrionuevo), la cual sería reconocida por el gobierno. El 21 de marzo de 1990 la CGT Azopardo realizó el primero paro general con movilización a Plaza de Mayo. De todas formas el menemismo avanzaba en la aplicación políticas neoliberales y había encontrado en la CGT San Martín a dirigentes dispuestos a inmovilizar a los trabajadores para que el Consenso de Washington y los dictados del FMI no tuvieran oposición. El ministro de Economía, Domingo Cavallo, cumplía con las recomendaciones de Estados Unidos y nuestro país era subordinado por completo a la política del capital transnacionalizado. El enfrentamiento con la política menemista se cristalizó en las elecciones a gobernador de la provincia de Buenos Aires en 1991, en las que Ubaldini se presentó como candidato a gobernador llevando en la lista a Hugo Moyano y Héctor Recalde como candidatos a diputados nacionales. El líder sindical fue derrotado en las urnas por Eduardo Duhalde. Luego vendría la Convetibilidad, la privatización de Somisa donde quedaron 6244 trabajadores en la calle, la privatización del sistema previsional, la privatización de la seguridad laboral, la rebaja de los aportes patronales y la ley de Reforma del Estado, entre otras. Es así como frente a la complicidad de la conducción de la CGT surge, el 5 de marzo del 93, la UGTT (Unión General de Trabajadores del Transporte) bajo el liderazgo de Palacios y Moyano. El 26 de enero del 94 aparece un comunicado de prensa de la UGTT firmado por Juan Manuel Palacios, Hugo Moyano y Ernesto Jaime, que expresa: “…la UGTT se separa de la CGT por la reivindicación de los derechos del trabajador”. Estos fueron los primeros pasos para conformar una organización alternativa e independiente del poder político. Así, Palacios y Moyano comenzaron a conversar con todos los gremios que no acompañaban al Gobierno. De esta forma el MTA se integró con los sindicatos: UTA, Camioneros, Dragado y Balizamiento, Judiciales, trabajadores de algunos gremios de Aerolíneas Argentinas, la Asociación de Agentes de Propaganda Médica, FATIDA, SADOP, SATSAID, FATPREN, FOEIPCQ, UOMA, AEFIP y SUP. El acto de presentación se realizó en el Salón Eva Perón en la sede de la UTA. En el documento fundacional se convocaba a “intensificar la defensa de los intereses de los trabajadores” que se haría sobre la base de la Justicia Social. La propuesta era reconstruir con unidad la organización que refleje la fe y la esperanza para todos los trabajadores con la lealtad y la honestidad de sus dirigentes, identificados con la lucha de la clase trabajadora. La impronta que tendría el MTA sería la movilización y la articulación con otros sectores de la sociedad comprometidos con la defensa de los intereses nacionales. Se proponía, en fin, luchar sin vacilaciones contra el modelo económico instalado en nuestro país luego del fallecimiento del general Perón. Con espíritu movimientista, el MTA se conformó con una estructura flexible, democrática, una conducción colectiva, órganos representativos y mucha participación y debate. Tuvo un alcance nacional y federal. Esto permitió un desempeño muy dinámico y demostró una gran capacidad de convocatoria en las movilizaciones. A los pocos días de haberse fundado, con Moyano, Palacios, Mujica y Ubaldini a la cabeza, el MTA apoyó la movilización de los trabajadores tabacaleros en Salta. Luego viajaron a Tierra del Fuego donde también fueron bien recibidos, y posteriormente llegó el turno de Corrientes donde se reunieron con dirigentes gremiales de Formosa, Misiones y Chaco. La expectativa que generaba este grupo de dirigentes en cada una de las provincias que visitaban era muy grande. Luego de mucho tiempo, compañeros de todos los rincones del país se sentían contenidos en un proyecto de escala nacional, con valores e ideales inquebrantables. También viajaron a Córdoba, justamente cuando en Buenos Aires la CGT estaba negociando la flexibilización laboral. Entonces, el MTA afirmó que Menem no era peronista y que se había ido del movimiento peronista cuando decidió no cumplir con lo que le había prometido al pueblo. En cada viaje al interior del país los dirigentes gremiales veían el panorama aterrador que había comenzado con la dictadura cívico-militar, continuado con el alfonsinismo y ahora profundizado con el menemismo: privatizaciones, apertura económica, desregulación, desmantelamiento de los ferrocarriles, abandono de las economías regionales, desempleo, subocupación, pobreza y marginalidad. menem cgt El MTA acompañó a los jubilados en sus reclamos cuando todos les daban la espalda, proponía alternativas al modelo económico y repudió la represión de trabajadores en Jujuy. Fue, en fin, la principal oposición al gobierno cuando muchos callaban. Asimismo, junto al MTA, también luchaba la CTA, otra fracción que se había desprendido de la CGT, pero que en este caso habían decidido crear otra central paralela. Liderada por Germán Abdala y Victor De Gennaro, la CTA y el MTA coordinaron acciones conjunto. Desde marzo del 94 al frente de la CGT ya se encontraba Antonio Cassia (petroleros). La crítica situación en la que se encontraba el país impulsó protestas populares en varias provincias. El MTA impulsó la histórica Marcha Federal, que junto a la CTA, la Corriente Clasista y Combativa (CCC), organizaciones de jubilados y organizaciones políticas y sociales de todo el país, se movilizó durante diez días (3 al 12 de junio). 80 mil personas divididas en cuatro columnas (una partió de la Patagonia, otra del Litoral, otra del Noroeste y otra de Cuyo) convergieron en la Plaza de Mayo para el acto central. Ese día hablaron Víctor De Gennaro (CTA), Carlos “el Perro” Santillán (Nordeste), Guillermo Montero (Cuyo), Daniel Gómez (Patagonia), Daniel Nieto (FUA), Humberto Volando (empresarios) y el encargado de cerrar fue el compañero Hugo Moyano. Allí se expresó el mayor repudio a las políticas neoliberales del menemismo y se convocó a un paro general para el 2 de agosto. Moyano fue amenazado de muerte y lejos de replegarse el actual secretario general de la CGT redobló su compromiso. A los pocos días fueron asaltadas la sede del SADOP, la sede del Sindicato de Músicos, la sede de la Unión Obrera Molinera Argentina donde además fue agredido el secretario general del gremio Carlos Barbeito, la sede de la Federación de los Trabajadores Cerveceros. En poco más de un año fueron 17 los atentados que sufrieron los dirigentes del MTA. A fines del 94 se realizó en Córdoba el Congreso de Huerta Grande, con una gran participación y profundidad en el debate. El resultado fue la histórica “Declaración de Huerta Grande”, donde se realizó un diagnóstico de la acuciante realidad que sufría el país y se postulaba la transformación total de la estructura económica. Los puntos centrales era: 1) romper con la dependencia financiera de capitales especulativos y limitar a la apertura exportadora; 2) rearticular la producción agropecuaria en base a desarrollos regionales; 3) elevar la oferta de puestos de trabajo y la producción de cada puesto. Distribuir equitativamente producción y productividad; 4) acelerado desarrollo del sector exportador; 5) restablecer un sistema de relaciones laborales y de legislación social basado en el sistema protectorio del derecho del trabajo; 6) recuperación de un sistema provisional pensado en los trabajadores activos y jubilados y no en un mercado de capitales; 7) resguardo y saneamiento del sistema de Obras Sociales como pilar de un plan nacional de Salud; 8)defensa de la Educación pública, gratuita y pluralista, con rol protagónico del movimiento de los trabajadores; 9) recuperación del rol promotor y regulador del Estado como armonizador de las relaciones y en resguardo de los intereses de los ciudadanos, convocando a todas las fuerzas sociales a su participación efectiva en el logro de esta estrategia de producción para alcanzar una verdadera estabilidad con crecimiento y justicia social. De todas formas, la lucha no alcanzó, y el gobierno obtuvo el 22 de diciembre media sanción de Diputados en la nueva ley laboral. En consecuencia el MTA se declaró en Estado de Alerta y Movilización. Asimismo, Menem logró la Reforma Constitucional y fue reelecto por un período más. Las huelgas generales convocadas por el MTA se sucedían y pese a ello, por recomendación del Banco Mundial, en 1996, el gobierno impulsó la flexibilización laboral, con el objetivo de enterrar los derechos consagrados por los gobiernos del general Perón y destruir la estructura sindical. El 18 de noviembre la CGT amenazó con una huelga general por tiempo indeterminado y el Gobierno tuvo que detener los cambios en la legislación laboral y negociar con una parte de los dirigentes sindicales. En 1997 la represión policial asesinó a la compañera Teresa Rodríguez, en Neuquén, lo que provocó movilizaciones. Unos meses después, en julio, el MTA junto a la CTA, la CCC y la FUA convocó a la Marcha Nacional por el Trabajo, que se desarrolló desde La Quiaca hasta Buenos Aires. Fueron muchas las huelgas y movilizaciones organizadas por el MTA con el apoyo de vastos sectores de la sociedad en esos trágicos años. Hoy el compañero Hugo Moyano continúa luchando incansablemente en defensa de los derechos de los trabajadores y en contra de aquellos que pretenden avasallar las conquistas obtenidas estos años. Porque cuando nadie alzaba la vista, los que hoy conducen la CGT pusieron el cuerpo en defensa del conjunto de los argentinos con una mirada integral. 19 años después nos encontramos con que aquellos dirigentes socios y cómplices del menemismo hoy vuelven a ser los mimados del oficialismo. De un gobierno que fracturó la CGT para avanzar sobre los derechos adquiridos por los trabajadores como con la nueva ley de Riesgos del Trabajo sancionada el año pasado. Como en los ’90 el gobierno ha rodeado a algunos gremios de estructura pequeña de sindicatos con estructuras grandes como Comercio (Cavallieri), Luz y Fuerza (Lescano), West Ocampo (Sanidad) y UPCN (Rodríguez), entre otros, que son quienes conducen la política de la CGT Balcarce para que los trabajadores pierdan poder y capacidad de lucha. La llama del MTA continuará siempre encendida porque los trabajadores nunca vamos a abandonar la lucha, porque como decía el general Perón: “Renunciar a la política es renunciar a la lucha, y renunciar a la lucha es renunciar a la vida, porque la vida es lucha precisamente”.
Uno de los textos que más esperanzas me dio al
llegar a la UNTREF fue el del prólogo
en los cuadernillos celestes del ingreso. Allí se describe la misión de nuestra
universidad como medio para impulsar el desarrollo
en un territorio necesitado de profesionales en la industria, educación, salud,
cultura, etc.
Es en ese marco
que se inscribe el MUNTREF, el museo de nuestra universidad, dedicado a las artes plásticas, cuya programación y presentación de
artistas está al mismo nivel o más
que otros similares, con el
beneficio del acceso público y gratuito de estudiantes y vecinos de Tres de
Febrero quienes difícilmente accederíamos a una oferta similar sin viajar
al extranjero. Bien ahí. Sin embargo
me pregunto si el MUNTREF está cumpliendo con las expectativas de un museo
universitario, de constituir además,
un área de práctica e investigación de la comunidad estudiantil, y como otros
similares en el país y el mundo, retribuir
con servicios al campo local de las artes.
La institución MUSEO como se conoce hoy día,
tiene varias funciones aunque
esencialmente es un dispositivo de selección, por lo tanto, ideológico, empleado
para educar,
preservar, y legitimar. Lo que exhibe un museo ES LO QUE ESTÁ BIEN, lo
legítimo, lo que alguien supone que debe ver la gente según un sentido particular,
EL SUYO.
Tal es el poder de este dispositivo que junto a otros como la crítica
especializada, la prensa y demás actores del campo cultural, son los que legitiman
al artista. Convengamos que un artista por más genial que sea, si no recibe el
toque mágico de la legitimación, seguirá exponiendo su obra en bares y centros culturales barriales
anónimos.
Analizando la programación y actividades de
nuestro museo notamos que replica el modelo clasista de cultura dominante que
busca instalarse en la periferia como
faro de la verdad, es decir, sin
demasiadas explicaciones nos traen a los maestros de la pintura que por lo
general se formaron en Europa y
retornaron al país con cierto halo
misterioso adquirido en el taller de alguien o haber compartido
un café con Picasso, cuando en nuestro país hay talento de sobra y mentes
jóvenes y brillantes para desarrollar
los aspectos teóricos para brindarles a esos y a toda América Latina, cuestiones
éstas que serían una verdadera democratización de la cultura.
Consecuencias de esta política se pueden
verificar analizando la asistencia
del público, constituido por las minorías especializadas de siempre, un flujo
constante de alumnos de escuelas primarias
públicas y un porcentaje muy bajo de la comunidad estudiantil.
De las veces que pregunté a compañeros de
otras carreras si habían visitado
las distintas muestras, me han contestado que no entienden ni les interesa el arte Lo que es indicativo de las falencias en la
educación formal y pública que cargamos
los habitantes de esta región de Buenos Aires, ya que la educación está
íntimamente ligada a las necesidades y prácticas culturales, que no se
soluciona con que nos pongan delante de una obra, al contrario,
eso alentaría, según Bourdieu, el
sentimiento de sentirse “fuera de lugar”
por no poseer los códigos necesarios
para descifrarla.
Sería interesante realizar una
encuesta en las escuelas que visitan el MUNTREF para
ver qué opinan los alumnos.
Este modelo actual de museo refuerza el
principio que cita Bordieu[i] donde el habitus de clase obrera se define por la elección de lo necesario, de lo útil, de lo funcional, de “lo hecho para ellos”; del que se sigue el principio de
conformidad donde la tendencia es revestirse de acciones propias del pequeño
burgués para crear su propio “universo cerrado” en el que encaja perfectamente el concepto
de tradición como ese terreno seguro que le ha sido asignado por la ideología
dominante.
Esta depreciación del arte
en nuestro territorio no nos debe sorprender dado que existe una ponderación de
la cultura de masas y el presupuesto de ser patrimonio de un sector social
cuando en realidad es mucho más vulnerable a las pujas del mercado. Esta
interpretación de marcadores de
clase está alentada por algunos sectores populistas que ponderan expresiones artísticas por fuera de los museos como garantía de popular
aunque sean disparatadas o vacías de
contenido.
La existencia de un museo universitario en nuestro partido
es un privilegio que debería ser aprovechado en todo su potencial. Citamos el Museo
de la Universidad de Alicante que dice en su web: “La principal misión que afronta el MUA es convertirse en un espacio de
dinamización cultural, aprendizaje, encuentro y confrontación, que permita
acercar la innovación y
experimentación propia de la esfera universitaria
y del arte contemporáneo a toda la
sociedad. En este sentido, el museo se constituye en socializador de
conocimiento y vehículo de activación de la vida cultural de la comunidad”
Veamos también, el caso del museo de la Universidad
Nacional del Litoral, con su actividad repartida
entre muestras y capacitación, o el Museo Universitario
de Arte de la Universidad Nacional de Cuyo y sus áreas de investigación y
catalogación del patrimonio local.
Un museo de esas características
sería un importante campo de práctica no solo para
la profesionalización sino también para
cubrir las necesidades de prácticas profesionales e investigación que venimos
reclamando los alumnos de Gestión del arte
y la cultura, y un lugar de
capacitación teórica para los artistas.
Democratizar
el arte no es como tantas veces
escuchamos decir a nuestro rector, el Lic. Aníbal Jozami, transplantar una muestra y ya, para
convertir este en un museo exótico como es percibido en la territorialidad,
sino dar las herramientas y
conocimientos para que el ciudadano
elija qué artistas ver, retribuir el
esfuerzo de una comunidad con investigaciones en el campo del arte para
que sus artistas sean competentes,
capacitar docentes de plástica para que sus alumnos elijan sus consumos culturales.
Seguir con el presente esquema de trabajo es
tan inútil y costoso como traer a Justin Biever al playón municipal y no conocer
las bandas de pop zonales con todas las implicancias económicas y subordinación
cultural que imaginemos.
Aníbal Rodríguez Pées Labory
Artista plástico, docente, alumno de la Lic.
De Gestión del arte y la cultura.
www.anibalpeeslabory.com.ar
[i] “La
distinción. Criterios y bases sociales del gusto”. P. Bordieu, 1998.