Uno de los textos que más esperanzas me dio al
llegar a la UNTREF fue el del prólogo
en los cuadernillos celestes del ingreso. Allí se describe la misión de nuestra
universidad como medio par a impulsar el desar rollo
en un territorio necesitado de profesionales en la industria, educación, salud,
cultura, etc.
Es en ese mar co
que se inscribe el MUNTREF, el museo de nuestra universidad, dedicado a las ar tes plásticas, cuya programación y presentación de
ar tistas está al mismo nivel o más
que otros similar es, con el
beneficio del acceso público y gratuito de estudiantes y vecinos de Tres de
Febrero quienes difícilmente accederíamos a una oferta similar sin viajar
al extranjero. Bien ahí. Sin embar go
me pregunto si el MUNTREF está cumpliendo con las expectativas de un museo
universitar io, de constituir además,
un área de práctica e investigación de la comunidad estudiantil, y como otros
similar es en el país y el mundo, retribuir
con servicios al campo local de las ar tes.
La institución MUSEO como se conoce hoy día,
tiene var ias funciones aunque
esencialmente es un dispositivo de selección, por lo tanto, ideológico, empleado
par a educar ,
preservar , y legitimar . Lo que exhibe un museo ES LO QUE ESTÁ BIEN, lo
legítimo, lo que alguien supone que debe ver la gente según un sentido par ticular ,
EL SUYO.
Tal es el poder de este dispositivo que junto a otros como la crítica especializada, la prensa y demás actores del campo cultural, son los que legitiman alar tista. Convengamos que un ar tista por más genial que sea, si no recibe el
toque mágico de la legitimación, seguirá exponiendo su obra en bar es y centros culturales bar riales
anónimos.
Tal es el poder de este dispositivo que junto a otros como la crítica especializada, la prensa y demás actores del campo cultural, son los que legitiman al
Analizando la programación y actividades de
nuestro museo notamos que replica el modelo clasista de cultura dominante que
busca instalar se en la periferia como
far o de la verdad, es decir, sin
demasiadas explicaciones nos traen a los maestros de la pintura que por lo
general se formar on en Europa y
retornar on al país con cierto halo
misterioso adquirido en el taller de alguien o haber compar tido
un café con Picasso, cuando en nuestro país hay talento de sobra y mentes
jóvenes y brillantes par a desar rollar
los aspectos teóricos par a brindar les a esos y a toda América Latina, cuestiones
éstas que serían una verdadera democratización de la cultura.
Consecuencias de esta política se pueden
verificar analizando la asistencia
del público, constituido por las minorías especializadas de siempre, un flujo
constante de alumnos de escuelas primar ias
públicas y un porcentaje muy bajo de la comunidad estudiantil.
De las veces que pregunté a compañeros de
otras car reras si habían visitado
las distintas muestras, me han contestado que no entienden ni les interesa el ar te Lo que es indicativo de las falencias en la
educación formal y pública que car gamos
los habitantes de esta región de Buenos Aires, ya que la educación está
íntimamente ligada a las necesidades y prácticas culturales, que no se
soluciona con que nos pongan delante de una obra, al contrar io,
eso alentar ía, según Bourdieu, el
sentimiento de sentirse “fuera de lugar ”
por no poseer los códigos necesar ios
par a descifrar la.
Sería interesante realizar una
encuesta en las escuelas que visitan el MUNTREF par a
ver qué opinan los alumnos.
Este modelo actual de museo refuerza el
principio que cita Bordieu[i] donde el habitus de clase obrera se define por la elección de lo necesar io, de lo útil, de lo funcional, de “lo hecho par a ellos”; del que se sigue el principio de
conformidad donde la tendencia es revestirse de acciones propias del pequeño
burgués par a crear su propio “universo cerrado” en el que encaja perfectamente el concepto
de tradición como ese terreno seguro que le ha sido asignado por la ideología
dominante.
Esta depreciación del ar te
en nuestro territorio no nos debe sorprender dado que existe una ponderación de
la cultura de masas y el presupuesto de ser patrimonio de un sector social
cuando en realidad es mucho más vulnerable a las pujas del mercado. Esta
interpretación de mar cadores de
clase está alentada por algunos sectores populistas que ponderan expresiones ar tísticas por fuera de los museos como gar antía de popular
aunque sean dispar atadas o vacías de
contenido.
La existencia de un museo universitar io en nuestro par tido
es un privilegio que debería ser aprovechado en todo su potencial. Citamos el Museo
de la Universidad de Alicante que dice en su web: “La principal misión que afronta el MUA es convertirse en un espacio de
dinamización cultural, aprendizaje, encuentro y confrontación, que permita
acercar la innovación y
experimentación propia de la esfera universitar ia
y del ar te contemporáneo a toda la
sociedad. En este sentido, el museo se constituye en socializador de
conocimiento y vehículo de activación de la vida cultural de la comunidad”
Veamos también, el caso del museo de la Universidad
Nacional del Litoral, con su actividad repar tida
entre muestras y capacitación, o el Museo Universitar io
de Arte de la Universidad Nacional de Cuyo y sus áreas de investigación y
catalogación del patrimonio local.
Un museo de esas car acterísticas
sería un importante campo de práctica no solo par a
la profesionalización sino también par a
cubrir las necesidades de prácticas profesionales e investigación que venimos
reclamando los alumnos de Gestión del ar te
y la cultura, y un lugar de
capacitación teórica par a los ar tistas.
Democratizar
el ar te no es como tantas veces
escuchamos decir a nuestro rector, el Lic. Aníbal Jozami, transplantar una muestra y ya, par a
convertir este en un museo exótico como es percibido en la territorialidad,
sino dar las herramientas y
conocimientos par a que el ciudadano
elija qué ar tistas ver, retribuir el
esfuerzo de una comunidad con investigaciones en el campo del ar te par a
que sus ar tistas sean competentes,
capacitar docentes de plástica par a que sus alumnos elijan sus consumos culturales.
Seguir con el presente esquema de trabajo es
tan inútil y costoso como traer a Justin Biever al playón municipal y no conocer
las bandas de pop zonales con todas las implicancias económicas y subordinación
cultural que imaginemos.
Artista plástico, docente, alumno de la Lic.
De Gestión del ar te y la cultura.
www.anibal peeslabory.com.ar
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