martes, 14 de enero de 2014

Muntref: Ese museo exótico de Caseros

Uno de los textos que más esperanzas me dio al llegar a la UNTREF fue el del prólogo en los cuadernillos celestes del ingreso. Allí se describe la misión de nuestra universidad como medio para impulsar el desarrollo en un territorio necesitado de profesionales en la industria, educación, salud, cultura, etc.
Es en ese marco que se inscribe el MUNTREF, el museo de nuestra universidad, dedicado a las artes plásticas, cuya programación y presentación de artistas está al mismo nivel o más que otros similares, con el beneficio del acceso público y gratuito de estudiantes y vecinos de Tres de Febrero quienes difícilmente accederíamos a una oferta similar sin viajar al extranjero. Bien ahí. Sin embargo me pregunto si el MUNTREF está cumpliendo con las expectativas de un museo universitario, de constituir además, un área de práctica e investigación de la comunidad estudiantil, y como otros similares en el país y el mundo, retribuir con servicios al campo local de las artes.
La institución MUSEO como se conoce hoy día, tiene varias funciones aunque esencialmente es un dispositivo de selección, por lo tanto, ideológico, empleado para educar, preservar, y legitimar. Lo que exhibe un museo ES LO QUE ESTÁ BIEN, lo legítimo, lo que alguien supone que debe ver la gente según un sentido particular, EL SUYO.
Tal es el poder de este dispositivo que junto a otros como la crítica especializada, la prensa y demás actores del campo cultural, son los que legitiman al artista. Convengamos que un artista por más genial que sea, si no recibe el toque mágico de la legitimación, seguirá exponiendo su obra en bares y centros culturales barriales anónimos.
Analizando la programación y actividades de nuestro museo notamos que replica el modelo clasista de cultura dominante que busca instalarse en la periferia como faro de la verdad, es decir, sin demasiadas explicaciones nos traen a los maestros de la pintura que por lo general se formaron en Europa y retornaron al país con cierto halo misterioso adquirido en el taller de alguien o haber compartido un café con Picasso, cuando en nuestro país hay talento de sobra y mentes jóvenes y brillantes para desarrollar los aspectos teóricos para brindarles a esos y a toda América Latina, cuestiones éstas que serían una verdadera democratización de la cultura.
Consecuencias de esta política se pueden verificar analizando la asistencia del público, constituido por las minorías especializadas de siempre, un flujo constante de alumnos de escuelas primarias públicas y un porcentaje muy bajo de la comunidad estudiantil.
De las veces que pregunté a compañeros de otras carreras si habían visitado las distintas muestras, me han contestado que no entienden ni les interesa el arte Lo que es indicativo de las falencias en la educación formal y pública que cargamos los habitantes de esta región de Buenos Aires, ya que la educación está íntimamente ligada a las necesidades y prácticas culturales, que no se soluciona con que nos pongan delante de una obra,  al contrario, eso alentaría, según Bourdieu, el sentimiento de sentirse “fuera de lugar” por no poseer los códigos necesarios para descifrarla. Sería interesante realizar una encuesta en las escuelas que visitan el MUNTREF para ver qué opinan los alumnos.
Este modelo actual de museo refuerza el principio que cita Bordieu[i] donde el habitus de clase obrera se define por la elección de lo necesario, de lo útil, de lo funcional, de “lo hecho para ellos”; del que se sigue el principio de conformidad donde la tendencia es revestirse de acciones propias del pequeño burgués para crear su propio “universo  cerrado” en el que encaja perfectamente el concepto de tradición como ese terreno seguro que le ha sido asignado por la ideología dominante.
Esta depreciación del arte en nuestro territorio no nos debe sorprender dado que existe una ponderación de la cultura de masas y el presupuesto de ser patrimonio de un sector social cuando en realidad es mucho más vulnerable a las pujas del mercado. Esta interpretación de marcadores de clase está alentada por algunos sectores populistas que ponderan expresiones artísticas por fuera de los museos como garantía de popular aunque sean disparatadas o vacías de contenido.
La existencia de un museo universitario en nuestro partido es un privilegio que debería ser aprovechado en todo su potencial. Citamos el Museo de la Universidad de Alicante que dice en su web: “La principal misión que afronta el MUA es convertirse en un espacio de dinamización cultural, aprendizaje, encuentro y confrontación, que permita acercar la innovación y experimentación propia de la esfera universitaria y del arte contemporáneo a toda la sociedad. En este sentido, el museo se constituye en socializador de conocimiento y vehículo de activación de la vida cultural de la comunidad”
Veamos también, el caso del museo de la Universidad Nacional del Litoral, con su actividad repartida entre muestras y capacitación, o el Museo Universitario de Arte de la Universidad Nacional de Cuyo y sus áreas de investigación y catalogación del patrimonio local.
Un museo de esas características sería un importante campo de práctica no solo para la profesionalización sino también para cubrir las necesidades de prácticas profesionales e investigación que venimos reclamando los alumnos de Gestión del arte y la cultura, y un lugar de capacitación teórica para los artistas.
Democratizar el arte no es como tantas veces escuchamos decir a nuestro rector, el Lic. Aníbal Jozami, transplantar una muestra y ya, para convertir este en un museo exótico como es percibido en la territorialidad, sino dar las herramientas y conocimientos para que el ciudadano elija qué artistas ver, retribuir el esfuerzo de una comunidad con investigaciones en el campo del arte para que sus artistas sean competentes, capacitar docentes de plástica para que sus alumnos elijan sus consumos culturales.
Seguir con el presente esquema de trabajo es tan inútil y costoso como traer a Justin Biever al playón municipal y no conocer las bandas de pop zonales con todas las implicancias económicas y subordinación cultural que imaginemos.
Aníbal Rodríguez Pées Labory
Artista plástico, docente, alumno de la Lic. De Gestión del arte y la cultura.
www.anibalpeeslabory.com.ar




[i] “La distinción. Criterios y bases sociales del gusto”. P. Bordieu, 1998.

No hay comentarios:

Publicar un comentario