Discurso sobre la soberanía:
Las tres banderas y lo que nos queda.
Sabemos, los que miramos
hacia adelante y entendemos el pretérito de nuestra actualidad, que ante la
transa a la que se vio expuesta continuamente el país, principalmente desde
aquel 24 de marzo del 76 en adelante, que algo no "marcha" como
debería marchar, como la más pura lógica nos indica casi intuitivamente.
"Lo que se monta no se presta", y el país en donde se vive no se
vende, no se enajena ni se cambia por nada. La patria que es el suelo en donde
vivimos y el espíritu del que nos nutrimos, es inalienable. En el medio,
lógicas contrarias inundan y arrebatan nuestro intuitivo modo de comprendernos.
Suma de voluntades, este gran colectivo es la medida que debe ser saciada,
transformada y conducida a más liberación, a más justicia social. Ante tanta
venta y carnerismo encubierto se iza una bandera en alto: soberanía política y
popular. La soberanía es para ese colectivo grande, para el bien común.
Mientras del otro lado, el individualismo progresista o liberal se opone a esa
unión maravillosa de los hombres de la patria, y lo hace con distintas
categorías de análisis que recorren un abanico que va desde el libre mercado y
los derechos individuales hasta el voto calificado y el temor a la falta de
"criterio" del pueblo. El pueblo puede equivocarse pero no deja de
ser pueblo, como pueblo colectivo. Pero para llegar a esa soberanía política y popular
es necesario el izamiento de otra bandera: la independencia económica. Esta
independencia hace de la economía un medio que conduce a la independencia
popular, alejando los que devoran la patria y el pueblo de nuestros pagos
latinoamericanos, teñidos de sangre de indio y de obrero, de estudiante y
campesino. Esa sangre no se negocia y clama la liberación que todavía falta que
todavía agrava las cuentas de los que esclavizan y se morfan a los nuestros,
porque viven de lo nuestro. Esas dos banderas que hacen a la tercera y gloriosa
bandera: la de la justicia social, la de la revolución justicialista. Es esta
bandera en donde realmente la patria es el otro porque el otro es uno, porque
no existe nada que separe, el bien común es común y colectivo popular y
soberano. Cuando militamos esas gloriosas tres banderas y las pensamos como
objetivo y las pensamos dentro de un plan es donde conseguimos el acercamiento
de la liberación al cotidiano del argentino. Que sean esas 3 banderas tres
objetivos estratégicos, tres metas gloriosas que enderecen nuestro andar,
soberanía política, independencia económica y justicia social, tres estrellas
que brillan en el horizonte latinoamericano y son el faro de la revolución
clasista argentina: La Revolución Justicialista.
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