Con las patas en el
barro
por Tato Solla
“¿Qué
tengo que decirle a la Universidad como artículo primero, como función esencial
de su vida en esta Cuba nueva? Le tengo que decir que se pinte de negro, que se
pinte de mulato, no sólo entre los alumnos, sino también entre los profesores;
que se pinte de obrero y de campesino, que se pinte de pueblo, porque la
Universidad no es el patrimonio de nadie y pertenece al pueblo.”
Dr.
Ernesto Guevara de la Serna, 1959.
Las universidades del conurbano, como
la nuestra, acercan la posibilidad de estudios universitarios a millones de
estudiantes que, como nosotros, viven en la periferia de la Capital.
Probablemente, sea por la cercanía geográfica o por la posibilidad de cursar
carreras con horarios fijos – sin contraturnos –, que estas universidades
atraen a estudiantes de una clase a la que los estudios académicos venían
siendo negados por décadas. No es casualidad, entonces, que la mayoría de
quienes cursan sean la primera generación de estudiantes universitarios de una
familia, que trabajen 9 horas o más por día o que provengan de los barrios
humildes de este lado de la General Paz, lo cual es sumamente positivo, ya que
da oportunidades a pibes que, teniendo que viajar por horas a estudiar a la
Capital o mudarse a otras ciudades (sea Córdoba o La Plata) verían vedada su
posibilidad de acceder a un título.
Las universidades del conurbano
fueron fundadas entre fines de los 80's y, particularmente, durante los 90's la
calor de la Ley de Educación Superior (LES) que el FMI le dictó al menemismo. Y
esta lógica neoliberal y mercantilista de la educación aún impera en nuestros
estudios. Si bien las universidades nacionales son financiadas por el Estado,
muchas de ellas reciben subsidios directos de corporaciones transnacionales que
operan en nuestro territorio y están surcadas por la lógica y los intereses del
capitalismo local, quien pretende que las universidades nacionales – nacionales
porque son de todos los argentinos – sean los institutos donde se forman los
cuadros profesionales-técnicos para su propio proyecto, alejados de los
intereses de la Nación.
Ahora bien, la Universidad Nacional
de Tres de Febrero, como bien su nombre lo indica, está ubicada en el municipio
del mismo nombre, en el Oeste del conurbano bonaerense. El municipio de Tres de
Febrero, en el que viven más de 340 mil habitantes, es, al igual que todos los
municipios del conurbano, un territorio surcado problemáticas sociales
complejas. Desde el desempleo y el trabajo precario, problemas de inserción
educativa o de vivienda se funden con problemas ambientales de contaminación –
sea la famosa Johnson & Johnson de Loma Hermosa, las inundaciones en
Ciudadela o el fondo del Mercado Central en el Barrio Evita –, droga o
violencia familiar. Pero esto no es TN. No nos alarmemos. Tres de Febrero no es
la tierra del Hampa.
Todas estas problemáticas sociales y
territoriales cotidianas a todos los barrios son enfrentadas por centenares de
organizaciones barriales, políticas o sindicales que conviven en el territorio.
No es entonces casualidad que convivan bachilleratos populares que luchan por
la educación de cientos de pibes que se quedaron afuera de la escuela, con
comedores, sindicatos – desde transporte hasta metalúrgicos, desde docentes
hasta peajes –, organizaciones barriales políticas, organizaciones
vecinalistas, organizaciones religiosas cristianas o católicas o cooperativas
de trabajo.
Y ahora la pregunta: ¿cuánto de todas
esas organizaciones territoriales que conviven en el mismo territorio tienen
llegada a la Universidad? Dicho de otro modo, ¿qué hace la UNTREF por ellos?.
Desde Agrupación Almafuerte creemos
que es fundamental que una universidad inserta en un territorio como es Tres de
Febrero contemple estas problemáticas y además participe activamente, junto con
los actores sociales locales, en su solución. Consideramos que esto se puede –
y debe – concretar a través de una clara política de extensión universitaria,
que en vez de llevar la universidad a los barrios, traiga los barrios a la
universidad. Creemos que es posible crear un Consejo Social dentro de la
universidad, en que las organizaciones barriales, sindicales o de cualquier
tipo debatan qué es lo que necesitan de la universidad. No nos tenemos que
olvidar que en definitiva, esta casa de estudios donde se forman profesionales
y técnicos calificados en las más variadas ciencias, también pertenece a todos
los otros millones de argentinos que no asisten a ella y particularmente al
pueblo de Tres de Febrero.
La solución no está a la vuelta de la
esquina, pero si ponemos lo que hay que poner, se acerca un poco más. Tenemos
problemas muy severos de contaminación en el distrito y la UNTREF forma
Ingenieros Ambientales y Licenciados en Seguridad e Higiene. Hay hartos
problemas de inserción y permanencia en las escuelas del distrito y tenemos
Licenciados en Ciencias de la Educación, Gestión Educativa y Pedagogía de la
Educación Secundaria, además de Profesores de Geografía e Historia. Hay Pymes
que están arrancando y que generan cientos de puestos de trabajo, y nuestra
universidad tiene Licenciados en Administración para acompañar ese crecimiento.
Estamos convencidos de que todo es
cuestión de tener una firme convicción política de que una universidad será
Nacional no sólo porque el Estado aporte para su manutención, sino que será
verdaderamente Nacional cuando logremos romper las cadenas del mercantilismo
educativo al que nos somete la LES, y hagamos de la universidad pública el
lugar donde confluyan los intereses y necesidades del Pueblo argentino y de
todos los actores sociales que lo componen, para, entre todos, cranear un verdadero Proyecto Nacional. Será, entonces, cuando
la universidad sea verdaderamente Nacional.
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