A 201 años de la Asamblea del año XIII
Las transformaciones producidas en los últimos años, recuperando valores democráticos y en especial de Derechos Humanos, nos lleva naturalmente a reivindicar la importancia de la Asamblea del Año XIII, cuya inauguración se produjo el 31 de enero de ese año. En la vieja leyenda escolar se la mencionó como un hecho más, al pasar, y aún hoy, muchos historiadores no la articulan a los acontecimientos anteriores que la hicieron posible. El mitrismo, en su afán de legitimar nuestra dependencia respecto a Gran Bretaña, pretendió que el programa de los hombres de Mayo era el comercio libre –o como diría mucho después el "Innombrable"– "la apertura al mundo".
El 31 de enero de 1813 comienza a sesionar la Asamblea y las medidas adoptadas responden a la naturaleza democrática de la revolución de 1810. Entre ellas, cabe destacar:
I- "La libertad de vientres" que declara libres a los hijos de esclavos nacidos a partir de ese momento, porque "la naturaleza no ha formado esclavos sino hombres" que se "han dividido en opresores y oprimidos", situación que debe ser corregida;
II- "La extinción de todo tributo" sobre las comunidades originarias, teniéndolos "por perfectamente libres" y "en igualdad de derechos", concluyendo así con la vieja explotación;
III- "La anulación de los emblemas nobiliarios en las fachadas de las casas" y "la extinción de todos los títulos de condes, marqueses y barones" porque, como diría Artigas, "hay que terminar con esos privilegios que nacen de la cuna",
IV- "La abolición de la Inquisición y la prohibición del detestable uso de los tormentos", decidiéndose la destrucción de todos los instrumentos de tortura en la plaza pública;
V- La sanción de "obligaciones fiscales establecidas de modo progresivo en función de los ingresos percibidos", así como "la aplicación de empréstitos forzosos a los capitalistas para cubrir las necesidades del Estado" retomando parcialmente el Plan de Operaciones ;
VI- "Asegurar la más amplia libertad de pensamiento en materia civil y religiosa", así como de libertad de prensa;
VII- "Cumplimiento de las obligaciones fiscales por parte de los prelados que adeudan crecidas sumas" poniendo fin a uno de los privilegios de la jerarquía eclesiástica;
VIII- "Obligación de bautizar a los niños con agua templada para evitar los espasmos que producen los bautismos lo cual se vienen realizando con agua fría" y traspaso de "las casas hospitalarias, en poder de la Iglesia, a manos seculares";
IX- Reconocimiento a todos los americanos españoles, mestizos, cholos, indios y demás hombres libres para elegir representantes de las provincias libres de Charcas, Potosí, Cochabamba y La Paz, evidenciando el interés por incorporar a los pueblos originarios del norte.
La Asamblea es, pues, un mojón importante en nuestra marcha hacia la libertad, pero no puede ignorarse que estos hombres del XIII eran "morenistas sin Moreno" y también sin Castelli ni Belgrano y ello explica dos puntos negros en su historia: 1) el rechazo a la incorporación de los diputados artiguistas, entre cuyas instrucciones figuraba que Buenos Aires no fuese capital ni puerto único y se declarase la independencia, diputados que habrían estado en connivencia con San Martín dejando en minoría a los alvearistas y 2) la interferencia de un hombre estrechamente ligado a los intereses ingleses, Manuel José García, quien propone que "los inmensos depósitos de plata u oro que contienen estas cordilleras deben quedar abiertos para cuantos hombres quieran venir a extraerlas desde todos los puntos del globo y sin ninguna clase de restricciones". Allí mismo, en el seno de la revolución, cuando recuperaba el rumbo perdido, aparecían ya los que bien podríamos denominar "fondos buitre" de la época, pues este mismo García sería, años después, junto con Rivadavia, el artífice del empréstito Baring Brothers que dio origen a nuestra deuda externa.
Norberto Galasso
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