José Alonso (Buenos Aires en el barrio de Montserrat, 6 de febrero de 1917 - Buenos Aires en el barrio de Belgrano 27 de agosto de 1970) fue un sindicalista y político argentino. Era hijo de un sastre de origen español, y desde joven se dedicó a la misma profesión.
Señor Don José Alonso 16 de noviembre del 1965
Buenos Aires
Mí querido amigo:
He recibido su informe del 30 de octubre y el que lo completa con fecha 2 de noviembre próximo pasado. Muchas gracias por todo. Veo que las cosas marchan en la misma dirección y con el mismo ritmo. Eso es un indicio bueno porque como dicen los franceses "pas de nouvelle est bon nouvelle". Sin embargo, aunque a mí no me preocupan las "puñeterías" políticas porque, afortunadamente, ya estoy por sobre de ellas, me interesa en cambio y mucho que no se dejen sentir sobre el prestigio del Movimiento. Parece mentira que hombres grandes y que uno cree sensatos, se porten como chiquilines, olvidando que para que los demás nos toleren, debemos nosotros comenzar por ser tolerantes.
El asunto interno provocado por el infantilismo dominante hay que terminarlo cuanto antes, porque de lo contrario me vería yo en la necesidad de intervenir para poner fin a los pretextos que nuestros enemigos tienen para seguir tratando de dividirnos mediante la campaña publicitaria, a la que damos motivo nosotros mismos por los procedimientos que se están adoptando. Es menester que los dirigentes se coloquen seriamente en la posición que les corresponde y que se dediquen a trabajar para el Movimiento y no para ellos, porque de lo contrario terminarán por desprestigiarse ante la masa que los observa y los juzga. Con dirigentes desprestigiados al frente no iremos a ninguna parte y terminaremos por anarquizar nuestras formaciones, con gran alegría de nuestros enemigos.
La fuerza del Peronismo ha sido precisamente por la circunstancia de ser una fuerza orgánica en un país que todo está en plena desorganización. Si nosotros no resistimos al afán anarquizante que domina en el Gobierno y las instituciones, poco tardará para que seamos lo mismo que ellos: una calamidad. Si tenemos en cuenta que la reacción está organizada y dispone de una fuerza, nos comenzaremos a percatar del peligro que nos amenaza. Yo no creo que todos los que se empeñan, dentro del Peronismo, en disociar, obran de buena fé, porque cualquiera se puede dar cuenta de este peligro que menciono. Los intereses personales y de círculo tienen su límite. Yo no me opongo a que los dirigentes se quieran encumbrar si tienen condiciones y lo merecen, pero ello no ha de ser a costa del prestigio ni de la eficiencia del Movimiento, como está ocurriendo.
Sobre la situación general veo, como Usted, que las cosas van bien encaminadas y me doy cuenta que el Gobierno está amenazado de muerte porque hasta han tenido el atrevimiento y la ingenuidad de pedirme "que le demos una mano". Se imaginará que, para que lleguen a eso, ha de ser porque están en los estertores finales. Por eso creo que hay que seguir apretando de toda manera y me pone frenético pensar que, cuando ello es preciso, nuestros dirigentes se pasan perdiendo el tiempo en sus porquerías en vez de ponerse a trabajar en serio por la causa que nos es común.
Leo todos los recortes de las publicaciones, en especial de "El Mundo" y "La Razón", para darme cuenta de lo que persiguen en su campaña de provocación. Por su lectura me doy cuenta que los Servicios de Informaciones desarrollan una campaña con un Plan preconcebido y el objetivo de disociarnos, para lo que utilizan los diarios y revistas con una evidente congruencia y unidad de acción, lo que resulta peligroso si, como hasta hoy, nuestros dirigentes se dejan prender en la campaña y producen desaguisados que no conducen a nada que no sea hacer el caldo gordo a nuestros enemigos. Los objetivos inmediatos están claros: poner enfrente a los gremialistas y los políticos peronistas; enfrentar a los dirigentes peronistas con Perón tratando de aprovechar a los "peronistas sin Perón"; anarquizar así las bases por la pérdida de prestigio de sus dirigentes; neutralizar la acción de la C.G.T. tratando de dividirla y destruirla a través de los sindicatos por una persecución sistemática; atraer a los dirigentes peronistas que se presten para efectivizar todo lo anterior y utilizar a Frondizi y su gente del MIR en la misma tarea.
Si nosotros no nos ponemos en claro y enfrentamos esta campaña con decisión y seriedad, nos van a dar una gran lección cuyas consecuencias serán una gran experiencia pero para cuando ya no tengamos nada que hacer. En mi concepto, en este momento, el Gobierno está en un peligro tal que recurrirá a cualquier arbitrio para salvarse pero, si lo logra, los que estaremos en peligro seremos nosotros si no somos capaces de comprenderlo y reaccionar en defensa de nuestro Movimiento. Por el camino que vamos, después de lo que acabamos de presenciar, no tendremos salvación si no nos sacamos de encima a los que evidentemente trabajan dentro de este plan enemigo y muchos en entendimiento con él. Tengo demasiada experiencia como para darme cuenta cabal que las cosas que está ocurriendo no son obra solo de las circunstancias fortuitas, sino que también intervienen cuestiones interesadas por procedimientos deshonestos.
Usted comprende que yo, en las circunstancias actuales, no puedo ni quiero nada, que no sea el bien de nuestro Movimiento. Miro las cosas desde una posición absolutamente ecuánime y equidistante de todo lo que pueda ser intereses personales y de círculo porque no me anima otro interés que el de conjunto. Estoy a una altura de la vida en que solo el patriotismo y el bien de nuestra causa pueden impulsarme y cuando digo cuanto antes he dicho, lo hago con la persuasión más absoluta de que "algo está podrido en Dinamarca". Si no sacamos este tumor a tiempo, nos va a dar mucho que hacer. Los equivocados suelen tener remedio si son medianamente inteligentes como para comprenderlo, pero los traidores no tienen más remedio que alejarlos cualquiera sea el precio que haya que pagar por ello. Los grandes males solo curan con grandes remedios.
La tarea de higiene local debe estar a cargo de los propios dirigentes que están con las manos en la masa. Está llegando la hora decisiva y en élla no debemos tener traidores en el Movimiento porque esos pueden ser nuestra perdición. Muchos suelen decir que la masa está firme y que no responde más que a Perón, pero Usted sabe que eso es relativo, desde que Perón no puede desde aquí conducir la masa si no dispone de dirigentes honestos y capaces. Uno solo de ellos que defeccione, por incapacidad o por traición, es suficiente para hacernos fracasar cualquier cosa. En la campaña que el Gobierno desarrolla para disociarnos está la propia evidencia de cuanto le vengo diciendo: ¿quién es el que informa al periodismo enemigo de cuanto ocurre en las reuniones secretas de los organismos? Usted comprende que solo puede hacer esto el que esté en la traición. Luego hay traidores. Todos deben saber quienes son.
En cuanto a la acción de los militares, ya sean azules, como gorilas o violetas, no tengo mucha fé por ahora. Los azules porque no se animarán a sacar las fuerzas a la calle y los demás porque carecen de fuerza y tampoco querrán jugar una carta que dé motivo a los azules para intervenir en defensa de la legalidad. Sin embargo, existe un "entourage" de radicales de Balbín, conservadores, gorilas y marinos, que están agazapados en espera de la oportunidad: esos son los más peligrosos si, como espero, el Gobierno de Illía cae solo por inoperancia culposa. Hay en todo esto algo que no está claro. Aparentemente el Gobierno, compuesto de radicales de Illía y gorilas, está colocado evidentemente frente los azules de Onganía. Los radicales de Balbín, marinos, conservadores y gorilas organizados y con Comandos Civiles, observan lo que pasa y solo aparecen de cuando en cuando unos pocos, aunque sabemos que la organización existe. ¿Qué está entonces pasando?
En estos momentos el Peronismo necesita un verdadero Comando de Operaciones para informarse, apreciar, resolver y realizar lo que sea necesario para enfrentar a todas estas organizaciones de la manera más efectiva, con unidad de concepción y de acción, con una planificación perfecta de objetivos claros y precisos, que nos permita pensar que frente a un enemigo activo, nosotros también disponemos de una actividad permanente. En cambio, por lo que se vé, disponemos de un organismo de conducción que pierde su tiempo en declaraciones intrascendentes e inoperantes que, "por casualidad", favorece también a los planes de los enemigos y dentro del cual hay personas que se encargan de informar a ese enemigo sobre las cosas que se tratan y las estupideces que se dicen para que ellos puedan sacar la mayor ventaja para su empeño. ¿No le parece, querido Alonso, que así las cosas no pueden seguir?
No es que yo me amargue, como dice Usted, porque ya soy en estas cosas una suerte de fakir, pero me interesa que llamemos las cosas por su nombre, ya que no nos vamos a estar tirando la suerte entre gitanos. Todos sabemos lo que está pasando: hay ambiciones, que yo las justifico, las acepto y las encomio porque con hombres sin justas ambiciones, no iremos a ninguna parte. De manera que lo malo no está en que los dirigentes ambicionen sino en las formas de ejecución con que esos dirigentes quieren satisfacer esas ambiciones. Yo le entregaría hoy mismo el Movimiento Peronista a un dirigente que me pudiera asegurar que no lo destruiría y sería obedecido por la masa porque, como imaginará, ya estoy en condiciones de jubilarme, para ocuparme de otras cosas muy importantes que tengo entre manos como el "Movimiento de Liberación Latino Americano" que se encuentra en plena marcha. Con las manos libres y sin la persecución de los embajadores argentinos, podría viajar tranquilo y realizar una obra continental que me tiene entusiasmado. Si ya no he anunciado mi retiro de la política activa en mi país, ha sido porque pienso que todavía soy indispensable para mantener la cohesión de nuestro Movimiento. Que más querría yo que apareciera un hombre que me reemplazara o que el Movimiento se institucionalizara en garantía de un futuro mejor.
El viaje de Isabelita sé que ha sido de un éxito extraordinario en las provincias porque he recibido cartas a montones en las que me relatan los compañeros de Córdoba, Mendoza, San Juan, Tucumán y Chaco. Su misión ha sido precisamente ésa: levantar un poco el ánimo, que lo presentía un poco decaído en todas partes. Si ha llenado su objeto me doy por satisfecho.
Me alegro mucho que a su Señora esposa le haya ido tan bien en la operación y le ruego que le haga llegar, junto con mi saludo más afectuoso, mi enhorabuena por ello. Lo mismo que haga llegar mis saludos a los pibes.
Espero y anhelo que las cosas de la C.G.T. sigan bien y metiendo. Un agente de Illía llegó hasta aquí y con el Embajador Argentino en Madrid tomaron contacto conmigo. Me preguntaron qué había que hacer para arreglar la situación. Yo les contesté que, en mi concepto, todo lo ocurrido había sido provocado por ellos y que debían proceder cuanto antes: primero, a dejar sin efecto las inconsultas medidas tomadas con los gremios y la C.G.T. y, segundo, sacar del Gobierno a los agentes gorilas de provocación que, como el Ministro de Trabajo, están saboteando desde dentro del Gobierno mismo la marcha. Quedaron en comunicarlo. No sé si lo habrán hecho.
Saludos a todos los compañeros de la C.G.T.
Un gran abrazo.
Juan Perón
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