martes, 25 de febrero de 2014

San Martin, su legado...

Legado de San Martín en el bicentenario

Por Aritz Recalde 

En el año del bicentenario consideramos pertinente traer al lector algunas concepciones que reconocemos como parte fundamental del legado histórico de José de San Martín. Su figura es parte de un fuerte debate ya que y entre otras cuestiones, fue apropiado como un símbolo por diversas corrientes de pensamiento y de acción cultural y política en América Latina. Pese a dicha complejidad, creemos oportuno recuperar 6 aspectos fundamentales de su obra que pueden recuperarse como “legados sanmartinianos”.

1 - Los militares no interviene en las guerras civiles.

“El general san Martín jamás derramará sangre de sus compatriotas y sólo desenvainara su espada contra los enemigos de independencia de Sud América”.

Manifiesto de San Martín, Valparaíso 27/7/1820

San Martín fue renuente a que los militares se involucren en las guerras civiles y estableció que los ejércitos eran fuerzas anticoloniales y libertarias y nunca policías internas. En este sentido y en el año 1819 San Martín actuó como mediador entre Buenos Aires y los caudillos Estanislao López y Gervasio Artigas, con la finalidad de impedir la guerra interna. A partir de aquí, se opuso a que el Ejército de los Andes intervenga en el conflicto promovido por el gobierno directorial de Pueyrredon contra el litoral. Dicha posición puede rastrearse en su carta a Estanislao López donde estableció que “mi sable jamás saldrá de la vaina por opiniones políticas”[1]. En esta línea, le escribe a Artigas y establece que “cada gota de sangre americana que se vierte por nuestros disgustos me llega al corazón. Paisano mío, hagamos un esfuerzo, transemos todo y dediquémonos únicamente a la destrucción de los enemigos que quieren atacar nuestra libertad”.[2] Con dicha acción evitó la participación de su ejército en las guerras civiles y permitió consolidar la campaña de liberación del Perú. Dicha práctica le valió la sospecha de “traición” por parte de los porteños y tal cual lo relató José María Paz en sus Memorias “llegaron algunos a sospechar que estuviese secretamente de acuerdo con los jefes disidentes (…) Venía a dar cierto viso de probabilidad a esta sospecha la aversión que siempre había mostrado dicho general a desenvainar su espada en la guerra civil, como después lo ha cumplido rigurosamente”[3].

Su actitud de “desobediencia” a las órdenes porteñas es un importante antecedente de la sublevación del Ejército del Norte en Arequito en el año 1820, que se negó a reprimir a las montoneras federales. En dicha oportunidad, los caudillos Ibarra de Santiago del Estero, Bustos de Córdoba y Heredia en Tucumán apresaron al jefe de la expedición y se negaron a viajar a Buenos Aires para defender al Director Supremo[4]. 

2 - La nación es América.

Es innegable la trascendencia histórica latinoamericanista del legado de San Martin que infundió un fuerte sentido de pertenencia continental en nuestra cultura política. San Martin fue un libertador americano y su campaña militar incluyó además de la Argentina, a Chile y a Perú. Asimismo, es importante resaltar el hecho de que su ejército se componía de oficiales de diversos países y que y por tomar un ejemplo, el cruce de la cordillera hacia Chile se realizó con la bandera del Ejército de los Andes y no con la de Argentina.

Un hecho de suma importancia que refleja el americanismo de San Martín puede rastrearse en las acciones ejercidas como Protector del Perú. En este cuadro se inscribe la promoción del tratado de unidad entre Colombia y Perú que se firmó por intermedio de Bernardo Monteagudo y de Joaquín Mosquera el 1 de mayo de 1822[5].

3 - La liberación americana incluye como tarea impostergable la emancipación popular.

“No varía un punto mi opinión respecto a la necesidad de una prontísima transacción con los montoneros (…) Si Ud. y la Comisión consiguen que ambos partidos se den la mano para defender la patria, será más glorioso para Ud. que el triunfo de Chacabuco y Maipú”. Carta de Tomas Guido a San Martín, Chile, 17/03/1819.

San Martín promovió acciones para emancipar a sus pueblos ya que la lucha anticolonial y la cuestión social, formaron parte de un mismo programa político. Por ejemplo, auspició en el año 1812 las medidas del II Triunvirato que implementó la libertad de vientres, eliminó formas de sujeción de los pueblos originarios (mita o encomiendas) o que descartó los títulos de nobleza[6]. En esta misma línea, se ubica la liberación de los esclavos en posesión de los ciudadanos españoles y aquellos ubicados en la región de cuyo que fueron reclutados al Ejercito de los Andes en el año 1815.

En su condición de Protector del Perú impulsó medidas como la eliminación de la servidumbre de los indios, la libertad de vientres de los esclavos, la abolición de la inquisición y de los castigos corporales, entre otras acciones[7].

La concepción popular de San Martín quedó expresada en su vinculación con las montoneras y con los dirigentes del estilo de Martín de Güemes, de Gervasio de Artigas, de Estanislao López, de Facundo Quiroga o de Juana Azurduy que movilizó a los pueblos originarios en la lucha anticolonial contra España[8].

4 - La liberación nacional implica desarrollar el Estado interventor. 

San Martín promovió la conformación de un Estado interventor e industrialista. En el marco de la liberación americana, la voluntad del pueblo se organizó en brazo armado y como un pilar fundamental de la industrialización para la guerra. Estas acciones pueden rastrearse en su gestión en Mendoza en donde promovió la conformación de fábricas militares por intermedio del teniente coronel Fray Luis Beltrán. La economía organizada por San Martín en Cuyo produjo herraduras, ponchos, camisas, mantas, uniformes, tiendas de campaña, pólvora, partes de artillería, armas blancas o fusiles. Eduardo Astesano demostró como San Martín encargó producir monturas en Tucumán y Catamarca, herraduras en Buenos Aires y sables en Córdoba y Retiro[9]. 

En su condición de Protector del Perú San Martín promovió y entre otras instituciones publicas, la apertura de una Dirección de Minería y un Banco.

Su obra de gobierno incluyó confiscaciones y el Estado aplicó la lógica del interés común por sobre el egoísmo privado.

5 - La liberación nacional requiere de un Estado educador.

San Martín promovió la conformación de instituciones públicas para promover la ciencia y la cultura. Entre sus acciones más emblemáticas en la materia, se debe mencionar que abrió escuelas[10] en Mendoza o que enseñó matemática y teoría militar a los oficiales del Ejército de los Andes. En Perú fundó instituciones como la Escuela Normal o la Biblioteca Nacional.

6 - San Martín es antiimperialista y combate al colonialismo y al neocolonialismo en todas sus formas.

“A su recibo ya sabía la acción de Obligado (…) de todos modos los interventores habrán visto por este echantillon que los Argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que abrir la boca. A un tal proceder, no nos queda otro partido que el de no mirar el porvenir y cumplir con el deber de hombres libres, sea cual fuere la suerte que nos depare el destino; que por mi íntima convicción, no sería un momento dudosa en nuestro favor, si todos los argentinos se persuadiesen del deshonor que recaerá en esta contienda, que en mi opinión es de tanta trascendencia como la de nuestra emancipación de España”. Carta de San Martín a Tomas Guido, Grand Bourg, 10/05/1846.

La historiografía oficial difundió la lucha ejecutada por San Martín contra el colonialismo español. No ocurrió lo mismo con su férrea denuncia ejecutada contra las acciones del neocolonialismo francés y británico durante la gestión de gobierno de Juan Manuel de Rosas. En esta línea, José de San Martín en Carta a Rosas del 5 de Agosto de 1838 estableció que “He visto por los papeles públicos de esta, el bloqueo que el gobierno Francés ha establecido contra nuestro país; ignoro los resultados de esta medida; si son los de la guerra, yo sé lo que mi deber me impone como americano; pero en mis circunstancias y la de que no se fuese a creer que me supongo un hombre necesario, hacen, por un exceso de delicadeza que Ud. sabrá valorar, si usted me cree de alguna utilidad, que espere sus órdenes; tres días después de haberlas recibido me pondré en marcha para servir a la patria honradamente, en cualquier clase que me destine”. En Carta a Rosas del 24 de enero de 1839 y refiriéndose a las acciones de los exiliados en Montevideo favorables al imperialismo sostuvo que “lo que no puedo concebir es que haya americanos que por un indigno espíritu de partido se unan al extranjero para humillar su patria y reducirla a una condición peor que la que sufríamos en tiempo de dominación española; una tal felonía ni el sepulcro puede hacer desaparecer”. 

Su vocación antiimperialista llevó a San Martín a entregar su sable a Rosas en el testamento redactado el 23 de enero de 1844, ya que y en su opinión testamentaria “El sable que me ha acompañado en toda la guerra de la independencia de la América del sud le será entregado al General de la República Argentina Don Juan Manuel de Rosas, como una prueba de la satisfacción que como argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla”[11].

Derechos de los Trabajadores


La proclama sintetizaba 10 derechos básicos: derecho al trabajo, a una justa distribución, a la capacitación, a condiciones dignas de trabajo y de vida, a la salud, al bienestar, a la seguridad social, a la protección de la farnilia, al mejoramiento económico y a la defensa de los intereses profesionales.


Estos derechos, fueron posteriormente formalizados a través de un decreto del Poder Ejecutivo Nacional, el día 7 de marzo de 1947, bajo el número 4.865, y luego fueron incorporados en el artículo 37 de la Constitución de la Nación Argentina, sancionada por la Convención Constituyente, el 11 de marzo de 1949.

El Presidente de la Nación Argentina, haciéndose intérprete de los anhelos de justicia social que alientan los pueblos, y teniendo en cuenta que los derechos derivados del trabajo, al igual que las libertades individuales, constituyen atributos naturales, inalienables e imprescriptibles de la personalídad humana, cuyo desconocimiento o agravio es causal de antagonismos, luchas y malestares sociales, considera necesario y oportuno, enunciarlos rnediante una declaración expresa, a fin de que, en el presente y en el futuro, sirva de norma, para orientar la acción de los individuos y de los poderes públicos, dirigida a elevar la cultura social, dignificar el trabajo y humanizar el capital, como la mejor forma de establecer el equilibrio, entre las fuerzas concurrentes de la economía y de afianzar, en un nuevo ordenamiento jurídico, los principios que inspiran la legislación social.

Por ello, y de acuerdo con estos propósitos y fines, formula solemnemente la siguiente declaración:

I. Derecho de trabajar
El trabajo es el medio indispensable para satisfacer las necesidades espirituales y materiales del individuo y de la comunidad, la causa de todas las conquistas de la civilización y el fundamento de la prosperidad general; de ahí que el derecho de trabajar, debe ser protegido por la sociedad, considerándolo con la dignidad que merece, y proveyendo ocupación a quien la necesite.

II. Derecho a una retribución justa
Siendo la riqueza, la renta y el interés del capital, fruto exclusivo de trabajo humano, la comunidad debe organizar y reactivar la fuente de producción en forma de posibilitar y garantizar al trabajador, una retribución moral y material que satisfaga sus necesidades vitales y sea compensatoria del rendirniento obtenido y del esfuerzo realizado.

III. Derecho a la capacitación
EI mejoramiento de la condición humana y la preeminencia de los valores del espíritu, imponen la necesidad de propiciar la elevación de la cultura y de la aptitud profesional, procurando que todas las inteligencias puedan orientarse hacia todas las direcciones del conocirniento, e incumbe a las sociedades, estimular el esfuerzo individual proporcionando los medios para que, en igualdad de oportunidades, todo individuo puede ejercitar el derecho a aprender y perfeccionarse.

IV. Derecho a condiciones dignas de trabajo
La consideración debida al ser humano, la importancia que el trabajo reviste como función social y recíproco entre los factores concurrentes de la producción, consagran el derecho de los individuos a exigir condiciones dignas y justas para el desarollo de su actividad y la obligación de la sociedad, de velar por la estricta observancia de los preceptos que las constituyen y reglamentan.

V. Derecho a la preservación de la salud
El cuidado de la salud física y moral de los individuos, debe ser una preocupación primordial y constante de la sociedad, a la que corresponde velar para que el régimen de trabajo, reúna los requisitos adecuados de higiene y seguridad, no exceda las posibilidades normales de esfuerzo y posibilite la debida oportunidad de recuperación por el reposo.

VI. Derecho al bienestar
El derecho de los trabajadores al bienestar, cuya expresión mínima se concreta en la posibilidad de disponer de vivienda, indumentaria y alimentación adecuadas, de satisfacer sin angustias sus necesidades y las de sus familias, en forma que les permita trabajar con satisfacción, descansar libres de preocupaciones y gozar desmesuradamente de expansiones espirituales y materiales, impone la necesidad social de elevar el nivel de vida y de trabajo, con los recursos directos e indirectos que perrnita el desenvolvimiento económico.
VII. Derecho a la seguridad social
EI derecho de los individuos a ser amparados en los casos de disminución, suspensión o pérdida de su capacidad de trabajo, promueve la obligación de la sociedad de tomar unilateralmente a su cargo, las prestaciones correspondientes o de promover regímenes de mutual obligatoria destinados, unos y otros, a cubrir o complementar las insuficiencias o inaptitudes de ciertos períodos de la vida o las que resulten de infortunios provenientes de riesgos eventuales.

VIII. Derecho a la protección de la familia
La protección de la familia, responde a un natural designio del individuo, desde que en ella genera sus más elevados sentimientos afectivos y todo empeño tendiente a su bienestar, debe ser estimulado y favorecido por la comunidad, como el medio más indicado de propender el mejoramiento del género humano y a la consolidación de principios espirituales morales, que constituyen la esencia de la convivencia social.

IX Derecho al mejoramiento económico
La capacidad productora y el empeño de superación, harán un natural incentivo en las posibilidades del mejoramiento económico, por lo que la sociedad debe apoyar y favorecer las iniciativas de los individuos, tendientes a ese fin y estimular la formación y utilización de capitales, en cuanto constituyen elementos activos de la producción y contribuyen a la prosperidad general.

X. Derecho a la defensa de los interes profesionales
El derecho de agremiarse libremente, y de participar en otras actividades lícitas, tendientes a la defensa de los intereses profesionales, constituyen atribuciones esenciales de los trabajadores, que la sociedad debe respetar y proteger, asegurando su libre ejercicio, y reprimiendo todo acto que pueda dificultarlo o impedirlo.

viernes, 21 de febrero de 2014

1946: en Argentina, Juan Domingo Perón es elegido presidente. Evita se convierte así en Primera Dama.

Víctor Raúl Haya de la Torre, pensamiento nacional latinoamericano en Perú


Víctor Raúl Haya de la Torre (Trujillo, 22 de febrero de 1895 - Lima, 2 de agosto de 1979) fue un pensador y político peruano. Fundador de la Alianza Popular Revolucionaria Americana y líder histórico del Partido Aprista Peruano (APRA), el más longevo y el de mayor consistencia orgánica de la política del Perú. Es reconocido como uno de los más importantes ideólogos políticos de Latinoamérica y figura clave para la política peruana y americana.

Haya de la Torre, se traslada desde Panamá a México, donde tiene cercano contacto con la Revolución mexicana y con Diego Rivera[cita requerida]. Es en Ciudad de México donde, el 7 de mayo de 1924, funda la Alianza Popular Revolucionaria Americana. Como se deduce de su nombre, la opción política inicial de Haya de la Torre buscaba consolidarse en un proyecto para toda la llamada Indoamérica. Ese mismo año, viaja a Rusia invitado por el ministro de Educación, donde se ve en contacto con la Revolución rusa. Desde México, fue también a Costa Rica y Alemania. Entre los años 1926 y 1927 estudió Economía en London School of Economics and Political Science y luego Antropología en la Universidad de Oxford, en la que luego sería profesor en 1964.

Se dedicó íntegramente a formar un gran movimiento que pudiera representar a las masas excluidas de la "América India". Inicialmente, la Alianza tiene comités en Buenos Aires, Ciudad de México y La Paz. El Apra nació como una fuerza eminentemente antioligárquica y antiimperialista. Estuvo tempranamente ligado al marxismo pero discrepaba claramente del comunismo por considerar a este un sistema político totalitario.
Luego de haber vivido en el exilio como consecuencia de su lucha en contra del Oncenio de Leguía, Haya de la Torre volvió al Perú. Llegó primero a Talara, fue recibido en su ciudad natal y finalmente ingresó a Lima. Fue postulado como candidato presidencial en las elecciones generales de 1931 por el entonces joven Partido Nacionalista Libertador que cambió de nombre a Partido Aprista Peruano. La campaña aprista introdujo medios nunca antes vistos en las elecciones en el Perú: pintas callejeras en todas las ciudades del país; candidatos llamados por sus nombres -"Víctor Raúl", "Luis Alberto", etcétera-; inclusión de los no votantes -JAP(Juventud Aprista), CHAP(Chicos Apristas)-; himno propio, que sobreponía la letra a la música de la Marsellesa francesa -la Marsellesa aprista-; una bandera para el partido que identificara a los partidarios; partidarios llamados hermanadoramente "compañeros" alzando pañuelos blancos, y el famoso "seasap" ("Sólo el APRA salvará al Perú"). Se inició dentro del partido una especie de culto a la figura de Haya, que era a la vez "Víctor Raúl", "el jefe", "el guía" y "el maestro".
Según el Tribunal Electoral que dirigió esta elección, Víctor Raúl ocupó el segundo lugar por detrás de Luis Miguel Sánchez Cerro (Unión Revolucionaria); sin embargo, Haya de la Torre y el APRA nunca reconocieron los resultados oficiales ni al nuevo gobierno. El gobierno de Sánchez Cerro se mostró autoritario y represivo. Haya de la Torre fue apresado. Las protestas populares aumentaron por todo el país, Gustavo Jiménez se declaró presidente en Cajamarca.4 En la ciudad de Trujillo se produjo un fallido levantamiento armado aprista que desencadenó en enfrentamientos entre el pueblo aprista y la fuerza armada. La insurrección fue duramente reprimida, cientos de apristas detenidos y un número indeterminado fue fusilado en las ruinas peruanas de Chan Chan (en las afueras de Trujillo). La llamada "revolución de Trujillo", como la conocen los apristas, fue paralela a otros movimientos revolucionarios en diversos puntos del país[cita requerida]. La Constitución de 1933 proscribía a todo partido internacional. Basándose en esto e invocando que la nación se encontraba en peligro, el gobierno declara ilegal al Partido Aprista en 1932. Sin embargo, el Presidente fue asesinado con varios disparos a quemarropa el 30 de abril de 1933 en el Campo de Marte de Lima, aparentemente por el aprista Alejandro Mendoza Leyva.4
En las elecciones de 1936, el entonces clandestino APRA apoyó a Luis Antonio Eguiguren quien resultó electo; sin embargo, el Congreso invalidó la elección por el apoyo aprista -que en realidad no podía ser comprobado-. Es en 1945 cuando el APRA vuelve a la legalidad al participar en la coalición del Frente Democrático Nacional de Haya de la Torre, Óscar R. Benavides y José Luis Bustamante y Rivero, encabezada por este último quien se convirtió en Presidente Constitucional de la República. Gracias a la mayoría, Haya y el APRA controlaban la bancada del Frente y el Legislativo en su conjunto; desde allí, lograron aprobar diversas medidas justas para el pueblo peruano, además de exigir mayor celeridad para las reformas que Bustamante intentaba detener .Hicieron vigorosa presión para lograr sus objetivos, provocando la reacción de la derecha lo cual originó una etapa de desgobierno y anarquía que puso en jaque al régimen. Ante esto, la bancada oficialista no aprista inasistió al Legislativo provocando su receso. Se produjeron levantamientos en todo el país, incluyendo el aprista realizado en el Callao. Bustamante se vio obligado a gobernar mediante decretos leyes y a proscribir nuevamente al APRA mientras la oligarquía tocaba la puerta de los cuarteles. Finalmente, todo esto desembocó en el golpe de Manuel A. Odría, digitado por el poder económico, y la represión subyacente. Haya de la Torre fue perseguido y Bustamante, deportado. Haya se refugió en la embajada de Colombia en Lima en la que estuvo cinco años asilado puesto que la dictadura odriísta se negaba a otorgar el salvoconducto para que saliera del país, situación que se constituyó en un importante caso de referencia en el Derecho Internacional.
En 1954, Haya es autorizado a salir del Perú gracias a la presión internacional -era amigo de diversos personajes, como Albert Einstein5 -, y publica un artículo en la revista Life donde empieza a esbozar el "antiimperialismo democrático sin imperio". Es en ese momento, según algunos analistas, que el Apra abandona sus banderas primigenias y tiene un viraje conservador.6 Recién en 1956, los tres principales candidatos presidenciales aseguraban la vuelta a la legalidad de su partido; en virtud de este ofrecimiento, Haya de la Torre apoyó inicialmente a Hernando de Lavalle y más tarde al vencedor Manuel Prado y Ugarteche, símbolo del poder económico. Fue cuando el país vivió una megacoalición que sustentó al gobierno pradista: el mismo Manuel Prado y Ugarteche, Víctor Raúl Haya de la Torre, Manuel A. Odría, Pedro G. Beltrán, Eudocio Ravines y Julio de la Piedra. Fue, pues, "un régimen al cual ha sostenido con probada lealtad y decisión el Partido Aprista Peruano7 " (Haya, 1962). Con ello, Haya y su partido -en sus inicios claramente antioligárquicos- sustentaron así, un régimen claramente oligárquico6 } probablemente con la esperanza de llegar al poder por vía legal y ya en ejercicio de este, hacer las reformas convenientes. Años más tarde, consultado por Julio Cotler sobre el asunto, Haya respondió que "había juzgado mal la situación y que pensó que la oligarquía tenía más fuerza de la que realmente tenía".8 9
En las elecciones generales de 1962 se lanzó por segunda vez como candidato presidencial, esta vez por la "Alianza Democrática", que agrupaba al Partido Aprista -el viejo partido de izquierda- con el Movimiento Democrático Pradista -que representaba a los mayores sectores del poder económico. Haya obtuvo 558,237 votos frente a los 534,824 de Fernando Belaúnde Terry (Acción Popular) y a los 48,404 del ex presidente Manuel Odría (Unión Nacional Odriísta); Como no obtuvo el porcentaje necesario para ser proclamado presidente, la elección iba a ser decidida por el Congreso a instalarse el 28 de julio, tal y como lo establecía la Constitución de 1933. Aparentemente, las Fuerzas Armadas del Perú temían que Haya llegara al poder y acudieron a Palacio para informar de su contrariedad; informado de esto por el presidente Prado,7 Haya habría tratado de efectuar un alianza con Fernando Belaúnde pero llegaron a un puerto muerto, con lo que sólo pudo consolidar una con Manuel A. Odría por la que cedería los votos apristas al odrísmo.10 Las Fuerzas Armadas denunciaron fraude en diez departamentos y se pronunciaron también en contra del virtual presidente Odría (y no contra Haya, según posición del historiador Percy Cayo Córdoba11 ). Finalmente, el 18 de julio se produjo el primer golpe institucional de las FF.AA., encabezado por el Gral. Ricardo Pérez Godoy, que derroca el gobierno de Manuel Prado y Ugarteche, declara nulas las elecciones e instala una junta militar de gobierno. El golpe fue respaldado por Acción Popular y tardíamente por el APRA. Ya en las elecciones generales de 1963, ganó Fernando Belaúnde Terry con 39% frente al 34% de Haya.

Durante los años del gobierno de Belaúnde, Haya y su partido se mantuvieron en la oposición junto a Manuel Odría, formando la coalición APRA-UNO, la que por su número controlaba el Legislativo y se oponía fuertemente al belaundista.9 Se opusieron a las medidas propuestas por el gobierno, provocando que la primera ley reforma agraria tuviese un alcance mínimo: el Parlamento declaró inafectables las explotaciones 'eficientes' y dedicadas a los cultivos de exportación, decidió que las afectaciones en las áreas atrazadas fueran supervisadas por una oficina del Legislativo y recortó sistemáticamente los recursos destinados a los bonos gubernamentales de pago por las expropiaciones; la primera Reforma Agraria sólo expropió el 3% de las tierras expropiables y benefició sólo a 13 500 familias.6 Asimismo, el Congreso Nacional de mayoría APRO-odriísta, censuró seis gabinetes y casi cien ministros del gobierno de Fernando Belaunde.12
Tras la llegada del gobierno militar de Juan Velasco Alvarado, los partidos políticos -entre ellos el APRA- son proscritos y perseguidas sus bases populares. No obstante, en 1970, en el Día de la Fraternidad, reclamó la paternidad intelectual de las reformas que realizaban los militares, protestando porque estos no reconocían la deuda intelectual que le tenían: "Debemos estar insatisfechos porque no es manera, aceleradamente y furtivamente, de llevar esas ideas adelante y de esconderlas, sobre todo ocultando su origen y procedencia".

Haya de la Torre encabezó la presión popular ejercida contra el gobierno de Francisco Morales Bermúdez para que los militares volvieran a sus cuarteles y se restituyera la democracia. Una Asamblea Constituyente había sido anunciada el 28 de julio de 1976 pero las elecciones recién se realizan en 1978. El Partido Aprista tuvo la primera mayoría, seguido del Partido Popular Cristiano. Haya de la Torre fue elegido con la más alta votación como diputado constituyente y fue designado unánimemente[cita requerida] para ejercer la presidencia de la Asamblea Constituyente. En un acto simbólico, su sueldo por el ejercicio del cargo fue de solo 1 sol de oro[cita requerida]. El mismo día de la instalación de la asamblea, Haya de la Torre marcó su clara independencia con respecto al régimen militar:

"Esta Asamblea encarna el Poder Constituyente y el Poder Constituyente es la expresión suprema del pueblo como tal, y el primer Poder del Estado. Este Poder no admite condicionamientos, limitaciones ni parámetros; no reconoce poderes por encima de ella misma porque es fruto indiscutido y legítimo de la soberanía popular. En un día como hoy, hace 157 años, el Perú declaró su independencia fundándose en la voluntad general de los pueblos; el 28 de julio de 1978, fundándose en esa misma voluntad general de los pueblos claramente expresada en las eleccioens de junio, sin más limitaciones que las que ella misma quiera darse, se proclama libre y autónoma. (...) Es obvio que la búsqueda de armonías y coincidencias que ofrezcan al texto constitucional un amplio consenso no significa en modo alguno el abandono de posiciones ideológicas ni de ideas ni programas; es más, una constituyente resulta palestra natural para la confrontación de posiciones, un planteamiento político de diversos caminos; una constituyente no legisla no legisla para un partido ni para un sector, sino para todo el pueblo. (...) si la defectuosa Constitución de 1933, con un obsoleto estilo y espíritu, es la última constitución del siglo XX; la que se dicte ahora deberá ser la primera constitución del siglo XXI".14 15
Haya - 28 de julio de 1978


Haya de la Torre corresponde a uno de los procesos ideológicos más particulares, evolutivos y complejos de la historia del Perú. El conjunto de sus escritos, pronunciamientos y posiciones hacen de él un personaje heterogéneo e incluso contradictorio, su mensaje se ha prestado a distintas y diversas interpretaciones. Según conceptos generales apristas, Haya aplicó el materialismo histórico a la revisión de la historia y condiciones objetivas de Latinoamérica, deduciendo de ello una teoría original de la acción política para conducir dichas sociedades hacia el socialismo; en el plano teórico su pensamiento, aunque marxista, resultará diferente y aún contrario del leninismo ortodoxo respecto a la estrategia socialista en sociedades coloniales o periféricas.

Haya postula que el imperialismo es la máxima expresión del capitalismo, que es, a su vez, el modo de producción económica superior a todo lo que el mundo conocía. En virtud de lo cual, concluye que el capitalismo es una fase inevitable en el proceso de civilización contemporáneo. El capitalismo, según Haya de la Torre, no será eterno y tiene contradicciones dentro de sí que terminarán finalmente con él pero, para que eso suceda, debe evolucionar completamente, esto es, existir y madurar. El proletariado de los atrasados países latinoamericanos es demasiado joven como para hacer la gran revolución que supere al capitalismo.
Sigue indicando que el imperialismo es la última fase del capitalismo en los países desarrollados, pero en los subdesarrollados, como los es el Perú, es la primera fase. En estos países, no se trata de una etapa de industrialización avanzada sino de explotación de materias primas, porque es el tipo de producción que le interesa hacer allí al mundo desarrollado del que vienen los capitales imperialistas; no a los ciudadanos de estos países. Por esta causa, dice, su desarrollo inicial es lento e incompleto. De esta manera, el problema de la América es político: cómo emanciparse del yugo del imperialismo sin retrasar su progreso. En tanto se trata de América y no de Europa, en tanto llegó al capitalismo por el imperialismo, tiene que adoptar una aptitud de enfrentamiento del problema que sea propia.
Víctor Raúl estima que serán las tres clases oprimidas por el imperialismo las que harán avanzar esta etapa de la sociedad: el proletariado industrial joven, el campesinado y las clases medias empobrecidas. Con la alianza de estas clases en el poder, el Estado ya no será instrumento del imperialismo sino defensor de las clases que represente. Así, tomarán de los países desarrollados lo que les interese y negociarán con estos de igual a igual, no sometidos, porque se necesitan mutuamente.
Haya de la Torre tiene una visión americanista de hacer política. Cree que lo que el llama "Indoamérica", tiene que integrarse y luchar en conjunto para avanzar. Por ello su partido tiene un nombre en el que figura el concepto de alianza americana. En síntesis, dice que hay que crear la resistencia antiimperialista en América y darle forma de organización política. Esto es lo que Haya considera que debe ser el Apra.


Haya de la Torre dejó un legado en la historia de la política peruana. Sus pensamientos que llevaron a la fundación del Partido Aprista, mantiene una inusitada vigencia, siendo el APRA es el partido vivo más antiguo del Perú. Y sus ideas influyeron significativamente en históricos partidos social demócratas de otras naciones latinoamericanas como Acción Democrática de Venezuela[cita requerida]-. Hoy es considerado como referente por muchos líderes latinoamericanos como Néstor Kirchner[cita requerida] o Hugo Chávez[cita requerida] -aunque en este caso el APRA, Alan García y Armando Villanueva han hecho todos los deslindes posibles[cita requerida]-.

Algunas de sus frases han quedado en la cultura popular:

"¡Ni con Washington ni con Moscú, sólo el Aprismo salvará el Perú!"
"¡Pan con Libertad!"
"Joven, prepárate para la acción y no para el placer."
"El que sabe poco, aprende, el que sabe mucho, enseña."
"Canta y haz cantar, que el canto es de hombres libres y optimistas."
"Fe, Unión, Disciplina y Acción."
Cada 22 de febrero los miembros del Partido Aprista, se reúnen, celebran y conmemoran el día del nacimiento de su líder que es también su Día de la Fraternidad. La bandera de los Estados Unidos de Indoamérica que él creó ha servido de inspiración para la bandera de la Unión de Naciones Sudamericanas.

martes, 11 de febrero de 2014

Manifiesto Comunista y lucha de clases...


El Manifiesto del Partido Comunista, muchas veces llamado simplemente el Manifiesto Comunista, es uno de los tratados políticos más influyentes de la historia, fue una proclama encargada por la Liga de los Comunistas a Karl Marx y Friedrich Engels entre 1847 y 1848, y publicada por primera vez en Londres el 21 de febrero de 1848.

Las ideas que el Manifiesto expresa son las siguientes:
La historia política e intelectual de una sociedad está determinada por el modo de producción y la formación socio-económica que se deriva de él;

Una vez aparecidas las clases sociales sobre la base de la propiedad privada y la explotación, la historia de las sociedades ha sido la historia de la lucha de las clases explotadoras y las explotadas;

En la actual sociedad moderna el proletariado es la única clase social cuya emancipación significará la emancipación de toda la humanidad mediante la revolución comunista: la abolición de la propiedad burguesa, las clases sociales y el Estado



los comunistas apoyan en todas partes, como se ve, cuantos movimientos revolucionarios se planteen contra el régimen social y político imperante. En todos estos movimientos, la cuestión fundamental que verdaderamente se dilucida, es el régimen de posesión de la propiedad, cualesquiera que sean las formas más o menos progresistas y avanzadas que revista. Finalmente, los comunistas trabajan por llegar a la unión y el entendimiento, de los partidos democráticos de todos los países. Los comunistas, no tienen por qué guardar encubiertas sus ideas e intenciones. Abiertamente declaran, que sus objetivos sólo pueden alcanzarse, derrocando por la violencia todo el orden social existente. Tiemblen si quieren las clases gobernantes, ante la perspectiva de una revolución comunista. Con ella, los proletarios no tienen nada que perder, sino sus cadenas. Por el contrario, tienen todo un mundo entero que ganar. 
¡Proletarios del mundo, uníos!

Domingo Mercante, Lealtad


El Coronel Domingo A. Mercante fue uno de los primeros y más íntimos colaboradores de Juan Domingo Perón, quien a su vez fue Presidente de la Argentina tres veces. Durante los años cruciales de 1943 a 1945, el Coronel Mercante le sirvió a Perón de principal lazo al movimiento de los trabajadores

Mercante fue eligido al puesto de gobernador de la provincia de Buenos Aires en 1946, cargo que desempeñó hasta 1952. En 1949, Mercante fue eligido a la presidencia de la convención constitucional que enmendó la Constitución de 1853 para legalizar la reelección del Presidente y del vice-Presidente, y para reflejar los tres principios del movimiento peronista: al justicia social, la independencia económica y la soberanía nacional.
El Coronel Mercante tuvo un papel decisivo en la revolución de 1945 que acabó con la democracia ficticia establecida por la oligarquía de los años 30, la misma revolución que por primera vez le dio al pueblo una voz en el gobierno de la nación. Como gobernador de la provincia de Buenos Aires, Mercante inició un programa de obras públicas sin precedentes, reestructuró prácticamente todos los departamentos del gobierno e ideó un equipo de ministros innovadores e independientes para llevar a cabo los programas y actividades de un gobierno dedicado a responder a las necesidades de todos los trabajadores. El trabajo de Mercante se realizó con un espíritu de cooperacién con la oposición política, con respeto para el punto de vista de ella, pero sin comprometer su propia dedicación a la justicia social y la independencia económica.
La posición de Coronel Mercante como la mano derecha del movimiento peronista fue afianzada por su creatividad y dinamismo en su jefatura de la provincia de Buenos Aires, por su justa y sabia administración de la convención constitucional de 1949, y por su papel clave en la revolución de 1945. Alabado extravagantemente por Evita como "el corazón de Perón", Mercante parecía tener mucho futuro político; sin embargo, el mismo éxito fue el motivo de su caída en desgracia. El gobierno de la provincia de Buenos Aires - tan dinámico, progresista y tolerante - fue un reproche constante al gobierno nacional - cada vez más represivo y mediocre. Aunque el mismo Mercante nunca declarara la implicación tan obvia, sin duda los demás veían al gobernador como un desafío creíble al poder de Perón. Mercante tenía que desaparecer, rápida e irremediablemente. Para imposibilitarle cualquier tipo de carrera política futura, el partido Peronista expulsó a Mercante en 1953. Los últimos días del Peronato ya se vislumbraban, y en 1955 las fuerzas armadas derrocaron a Perón. El ejército con algún apoyo civil, no tardó en reestablecer el sistema político de los "buenos tiempos viejos", cuando la oligarquía estaba a cargo del gobierno y los trabajadores no salían de lo suyo.
Los dotes de mando existen en dos tipos - uno que fomenta la dependencia por medio de la exaltación de la sabiduría insuperable de un gran caudillo y el reconocimiento tan solamente de la "leadtad" absoluta e irracional de los partidarios obedientes; y otro tipo menos ostentoso que promueve la independencia por medio del desarrollo de relaciones con colegas autónomos y seguros de sí mismos. Este último tipo de liderazgo es el que fortalece una organización y la empuja para adelante. Y fue este tipo de liderazgo que el Coronel Mercante fomentó. ¿Qué se habría logrado si el gobierno nacional se hubiera inspirado en este tipo de liderazgo creativo?
Esta página de la red se dedica no sólo a la memoria de Coronel Mercante, sino también a la celebración de su vida y lo que realizó durante ella. Acompáñeme en esta exploración de la vida y los tiempos del Coronel
Mercante fue eligido al puesto de gobernador de la provincia de Buenos Aires en 1946, cargo que desempeñó hasta 1952. En 1949, Mercante fue eligido a la presidencia de la convención constitucional que enmendó la Constitución de 1853 para legalizar la reelección del Presidente y del vice-Presidente, y para reflejar los tres principios del movimiento peronista: al justicia social, la independencia económica y la soberanía nacional.
El Coronel Mercante tuvo un papel decisivo en la revolución de 1945 que acabó con la democracia ficticia establecida por la oligarquía de los años 30, la misma revolución que por primera vez le dio al pueblo una voz en el gobierno de la nación. Como gobernador de la provincia de Buenos Aires, Mercante inició un programa de obras públicas sin precedentes, reestructuró prácticamente todos los departamentos del gobierno e ideó un equipo de ministros innovadores e independientes para llevar a cabo los programas y actividades de un gobierno dedicado a responder a las necesidades de todos los trabajadores. El trabajo de Mercante se realizó con un espíritu de cooperacién con la oposición política, con respeto para el punto de vista de ella, pero sin comprometer su propia dedicación a la justicia social y la independencia económica.
La posición de Coronel Mercante como la mano derecha del movimiento peronista fue afianzada por su creatividad y dinamismo en su jefatura de la provincia de Buenos Aires, por su justa y sabia administración de la convención constitucional de 1949, y por su papel clave en la revolución de 1945. Alabado extravagantemente por Evita como "el corazón de Perón", Mercante parecía tener mucho futuro político; sin embargo, el mismo éxito fue el motivo de su caída en desgracia. El gobierno de la provincia de Buenos Aires - tan dinámico, progresista y tolerante - fue un reproche constante al gobierno nacional - cada vez más represivo y mediocre. Aunque el mismo Mercante nunca declarara la implicación tan obvia, sin duda los demás veían al gobernador como un desafío creíble al poder de Perón. Mercante tenía que desaparecer, rápida e irremediablemente. Para imposibilitarle cualquier tipo de carrera política futura, el partido Peronista expulsó a Mercante en 1953. Los últimos días del Peronato ya se vislumbraban, y en 1955 las fuerzas armadas derrocaron a Perón. El ejército con algún apoyo civil, no tardó en reestablecer el sistema político de los "buenos tiempos viejos", cuando la oligarquía estaba a cargo del gobierno y los trabajadores no salían de lo suyo.
Los dotes de mando existen en dos tipos - uno que fomenta la dependencia por medio de la exaltación de la sabiduría insuperable de un gran caudillo y el reconocimiento tan solamente de la "leadtad" absoluta e irracional de los partidarios obedientes; y otro tipo menos ostentoso que promueve la independencia por medio del desarrollo de relaciones con colegas autónomos y seguros de sí mismos. Este último tipo de liderazgo es el que fortalece una organización y la empuja para adelante. Y fue este tipo de liderazgo que el Coronel Mercante fomentó. ¿Qué se habría logrado si el gobierno nacional se hubiera inspirado en este tipo de liderazgo creativo?

Esta página se dedica no sólo a la memoria de Coronel Mercante, sino también a la celebración de su vida y lo que realizó durante ella. Acompáñeme en esta exploración de la vida y los tiempos.

Batalla de Salta

Foto: A 200 años de la Batalla decisiva...
La batalla de Salta fue un enfrentamiento armado librado el 20 de febrero de 1813 en Campo Castañares, hoy zona norte de la Ciudad de Salta, norte de la República Argentina, en el curso de la Guerra de Independencia de la Argentina. El Ejército del Norte, al mando del general Manuel Belgrano y de Eustoquio Díaz Vélez como mayor general o segundo jefe, derrotó por segunda vez a las tropas realistas del brigadier Juan Pío Tristán, a las que había batido ya en septiembre anterior en la batalla de Tucumán. La rendición incondicional de los realistas garantizó el control del gobierno rioplatense sobre buena parte de los territorios del antiguo Virreinato del Río de la Plata, aseguró la región y permitió a los patriotas recuperar, provisoriamente, el control del Alto Perú.
En momentos en que el ejército comandado por el general Belgrano avanzaba hacia Salta con intención de vencer a las fuerzas españolas que bajo el mando del general Pío Tristán se encontraban a la sazón, acantonados en la ciudad de Salta; se encontró con un fuerte impedimento: la desmesurada fortificación que había realizado el general español del único paso de acceso a la ciudad, el portezuelo; lo que planteaba a su jefe una disyuntiva de hierro: entablar un combate en circunstancias desventajosísimas o desistir del propósito y retroceder.
En tales circunstancias, el 17 de febrero de 1813, el capitán Apolinario Saravia, ayudante del Gral. Belgrano comenta el General Paz en sus memorias- “se ofreció para conducir al ejército y salvarlo, avisando al General que, como salteño y habitante de por allí, tenía conocimiento de una senda extraviada y así por nadie conocida que, pasando por el escabroso laberinto de las montañas, pues los cerros se suceden unos a espaldas de otros, y poblada de vegetación, conducía en su prolongación hacia el norte, por cosa de dos leguas entre el seno de los montes, hasta dar con una pequeña quebrada llamada de chachapoyas que desembocaba en la estanzuela de castañares, que estaba precisamente en el campo norte y lindero con la tablada de Salta, al opuesto lado de la sierra”...
http://www.revisionistas.com.ar/?p=2354
La batalla de Salta fue un enfrentamiento armado librado el 20 de febrero de 1813 en Campo Castañares, hoy zona norte de la Ciudad de Salta, norte de la República Argentina, en el curso de la Guerra de Independencia de la Argentina. El Ejército del Norte, al mando del general Manuel Belgrano y de Eustoquio Díaz Vélez como mayor general o segundo jefe, derrotó por segunda vez a las tropas realistas del brigadier Juan Pío Tristán, a las que había batido ya en septiembre anterior en la batalla de Tucumán. La rendición incondicional de los realistas garantizó el control del gobierno rioplatense sobre buena parte de los territorios del antiguo Virreinato del Río de la Plata, aseguró la región y permitió a los patriotas recuperar, provisoriamente, el control del Alto Perú.

En momentos en que el ejército comandado por el general Belgrano avanzaba hacia Salta con intención de vencer a las fuerzas españolas que bajo el mando del general Pío Tristán se encontraban a la sazón, acantonados en la ciudad de Salta; se encontró con un fuerte impedimento: la desmesurada fortificación que había realizado el general español del único paso de acceso a la ciudad, el portezuelo; lo que planteaba a su jefe una disyuntiva de hierro: entablar un combate en circunstancias desventajosísimas o desistir del propósito y retroceder.
En tales circunstancias, el 17 de febrero de 1813, el capitán Apolinario Saravia, ayudante del Gral. Belgrano comenta el General Paz en sus memorias- “se ofreció para conducir al ejército y salvarlo, avisando al General que, como salteño y habitante de por allí, tenía conocimiento de una senda extraviada y así por nadie conocida que, pasando por el escabroso laberinto de las montañas, pues los cerros se suceden unos a espaldas de otros, y poblada de vegetación, conducía en su prolongación hacia el norte, por cosa de dos leguas entre el seno de los montes, hasta dar con una pequeña quebrada llamada de chachapoyas que desembocaba en la estanzuela de castañares, que estaba precisamente en el campo norte y lindero con la tablada de Salta, al opuesto lado de la sierra”...
http://www.revisionistas.com.ar/?p=2354

Mujer Latinoamericana,Martina Chapanay...


A mediados del 1800, Martina Chapanay fue el terror de los caminos. Luego se convertiría en protectora de los desvalidos. Hoy los gauchos le rinden homenaje. 


La bandida rural - Martina Chapanay 

Imaginando el mito. No se conoce retratos históricos de Martina Chapanay. 

"Bandidos populares de leyenda y corazón, queridos por anarcos, pobres y pupilas de burdel, todos fuera de la ley", canta León Gieco en su tema "Bandidos rurales", vestido de bandolero y con un viejo Winchester en la mano. En la canción, el artista nombra prácticamente a toda esta casta de proscriptos, que existió desde los albores de la República. Obviamente, no soslaya a la bandida más famosa de San Juan: Martina Chapanay (también nombra a José Dolores y a Santos Guayama). La misma mujer a quien los gauchos rendirán homenaje hoy y mañana en Mogna, en el oratorio donde están enterrados sus restos, según cuenta la historia; homenaje que forma parte de los festejos con motivo de un nuevo aniversario del departamento Jáchal. 

Mucho se ha escrito de cómo una niña de las lagunas de Guanacache se convirtió en una bandolera, para luego redimirse y poner sus habilidades al servicio de los desvalidos, aunque no hay documentación histórica que lo certifique. Sólo la tradición oral popular la identifica como una suerte de Robin Hood local. "La Chapanay", de Pedro Echagüe, es la narrativa que más datos aporta sobre la mítica figura, cuyo origen se remonta a la laguna del Rosario, donde nació allá por 1811. Pero antes de continuar abrevando de Echagüe, es preciso aclarar que se trata de una novela, y como tal, se mezcla la verdad con el mito y la imaginación del escritor. 

Martina fue hija de Juan Chapanay, un indio del Chaco, y de Teodora, una mujer que sufrió un asalto y que el toba salvó de una muerte segura en medio del desierto. La niña nació un año después de la Revolución de Mayo, y su madre murió cuando ella tenía apenas 13. "Martina crecía casi abandonada, sin dirección ni consejos, en la vida semisalvaje de las lagunas. A tan corta edad, denotaba ya un carácter rebelde y varonil. Sus juegos predilectos eran los violentos, y tenía a raya a todos los muchachos del pueblo", escribe Echagüe. 

A pedido de una tal Clara Sánchez, de la ciudad Capital, Chapanay le entrega a su hija para que la críe y le ayude con las tareas domésticas. Entre los peones de la casa, Martina conoce a un hombre de apellido Cruz y de alias "Cuero", con varias entradas en la cárcel por robos. Con él es que escapa al campo un tiempo más tarde. El caso es que "Cuero" forma en un par de meses una banda de salteadores y ahí, según Echagüe, la lagunera cambia sus ropas de mujer por las de varón, las que no desentonan con su estampa hombruna. 

Ya era ducha en ciertas tareas del campo que hacen los varones, y con su nueva vida, Martina no hace más que potenciarlas. Sin embargo y a pesar de haber participado en varios asaltos, esas malas juntas le duran poco. Por un desacuerdo con "Cuero", la mujer comienza a rebelársele y no tarda en llegar la oportunidad de abrirse de la banda. Refiere Echagüe que a Martina no le incomodaba asaltar, pero sí el maltrato e incluso los asesinatos que hacían sus compinches de las víctimas. 

A esta altura de la historia, surge uno de los capítulos más conocidos por los sanjuaninos. Porque "Cuero" se topa con un personaje apodado "Doctor", un bandido de nombre Juan Cadalso, quien para congraciarse le obsequia dos hermosas caravanas de brillantes, dos mates de plata, dos sahumadores del mismo metal, unas vinajeras y un crucifijo de oro macizo, como de cuatro pulgadas de largo, enclavado con brillantes. El "Doctor" los había robado de la Iglesia de Nuestra Señora de Loreto, en Santiago del Estero. 

En San Juan, las bandas aterrorizan los caminos. El gobernador Manuel Quiroga supervisa personalmente la cacería humana a manos de la policía, y en una de esas redadas la ley desbarata la banda de "Cuero" y recupera el botín antes descripto, excepto el crucifijo y las caravanas. Aquí es donde Martina se entrega sin luchar, y luego, ayuda a la policía a tender una trampa a su ex compañero de andanzas. Este es el primer paso en el camino de la redención de la lagunera. 

La Chapanay es liberada, se aloja en casa de una mujer de la Capital, pero después vuelve al campo y allí se ofrece para todo tipo de tarea rural y trámite que exija conocimientos de baquía y destreza, pero más que todo a ayudar a cualquier viajero que sufra una urgencia en el camino. Entre tantas historias, figura la del hombre que salva del ataque de dos famosos bandidos, entregando luego al que resulta vivo de su encuentro a cuchillo. O la de dos unitarios que socorre a la vera del río San Juan, mientras huyen de las huestes de Juan Manuel de Rosas.

Los años pasan, y cuando llega a Mogna, Martina lo hace impulsada por una promesa que quiere cumplir antes de morir. Tiene 66 años y viaja sobre su caballo a ver a una india amiga. Apenas la encuentra, le encarga que vaya hasta Jáchal a buscar un cura. Pero arriba otro sacerdote al paraje, y la Chapanay le revela su gran secreto: Ella guarda las caravanas de la Virgen de Loreto y le pide al religioso que las restituya. Con este gesto, su última gran deuda está saldada, y con su muerte, acaecida en Mogna, nace una nueva leyenda. 

Rafael Franco, Liberación nacional y popular en Paraguay


Rafael de la Cruz Franco Ojeda fue un militar y político paraguayo. Fue presidente de Paraguay desde 1936 hasta 1937.

Nació en Asunción el 22 de octubre de 1896 en la casa ubicada en la intersección de las calles Chile y Haedo (zona céntrica de la ciudad).
Era hijo de don Federico Franco y doña Marcelina Ojeda. Su padre fue profesor de matemáticas de la Escuela de Agronomía, fundada por Moisés de Santiago Bertoni (funcionaba en el Jardín Botánico y en 1940 fue trasladada a San Lorenzo).
Estuvo casado con Deidamia Solalinde. Luego de realizar sus estudios secundarios, egresó del Colegio Nacional de la Capital con muy buenas calificaciones, ingresó al Colegio Militar en 1915. Su primera asignación, con el rango de teniente segundo, fue a Encarnación, ciudad del Departamento de Itapúa bajo el mando del coronel Pedro Mendoza. El 9 de mayo de 1921, Franco es ascendido a teniente primero de Infantería y, el 13 de agosto de ese mismo año fue nombrado comandante del Grupo de Ametralladoras, con asiento en Asunción.

Trayectoria
Fue comandante del Regimiento de Infantería Nro.5 General Eduvigis Díaz, con asiento en Bahía Negra. El 13 de agosto de 1924 fue ascendido a capitán, el 10 de febrero de 1926 fue designado comandante de la compañía de cadetes del Colegio Militar. Era considerado uno de los mejores oficiales de esa época y le eran asignadas importantes tareas, como la formación de nuevos cuadros oficiales o de tropa. En noviembre de 1926 fue nombrado comandante del Regimiento de Infantería Nº 2, con asiento en Villa Hayes.
Así, la carrera de Franco ascendía velozmente, llegando al Chaco Paraguayo, que sería el escenario de sus más grandes victorias. Por su estupenda participación en dicho sitio, en agosto de 1928, Franco es designado comandante de la Escuela de Aviación Militar; luego fue ascendido a mayor y poco más tarde, asume la conducción del Regimiento de Infantería Nº 5 General Díaz, con asiento en Bahía Negra. Sufría de una renguera desde un accidente ocurrido en los últimos años de al Colegio Militar, cuando cayó de un caballo en los bajos del Cabildo. Sus tropas lo llamaban con el cariñoso apodo de “León Karê” (León Cojo).
La vida del coronel fue muy difícil, después de ser derrocado del poder. Tuvo que sufrir en carne propia la crueldad del destierro, y muchas veces atravesó por grandes dificultades económicas. Pero a pesar de todo esto, Franco fue conocido por su talento militar y su admirable honestidad.
Rafael Franco pasó más de 20 años fuera del país. Su primer exilio fue después de terminada la guerra, a finales de 1935, volvió en febrero de 1936 y asumió la presidencia; el segundo destierro es desde agosto de 1937 a 1946, que vuelve al país; y el tercer y último es a partir de 1947 retornando definitivamente a finales de 1963. O sea que en total vivió 25 años en el exilio; en el interín falleció su esposa en 1953 y no se le permitió asistir a su funeral. En Montevideo, Uruguay se dedicó a la fabricación de jabones para sobrevivir, ya que no tenía ningún otro ingreso, ni pensión militar ni nada semejante. Lo fabricaba en un barril de 200 litros de acuerdo a una fórmula que le había enseñado su padre, y luego tenía algunas personas que se dedicaban a venderlo.
Su salud ya estaba deteriorada y regresa a finales del año 1963 definitivamente a su tierra. En los últimos años de su vida vivió en una pequeña habitación, que originalmente servía de garaje, ubicada en las calles 14 de Mayo y Herrera. Desde ese lugar caminaba hasta un café que se hallaba situado sobre la avenida 25 de mayo. Allí se reunía con viejos amigos y camaradas con quienes conversaba alegremente de la política y sobre temas militares y sociales.
En septiembre de 1973, ingresa al Sanatorio Americano a causa de su grave estado de salud, más de allí ya no salió con vida. En los últimos y más tristes días de su vida, fue visitado por el coronel Arturo Bray, con quien mantuvo una enemistad de más de 30 años. El coronel Rafael Franco falleció el 15 de septiembre de 1973 y una de las coronas de flores más grandes se la envió el mismo Arturo Bray. La corona llevaba un listón con una corta inscripción, pero esas palabras eran las indicadas para describir a tan ilustre persona, héroe de la Guerra del Chaco, conocido por su humildad y sencillez. En la inscripción decía: “A un gran patriota”.

Presidencia
Fue presidente provisional de la República desde 17 de febrero de 1936 hasta el 13 de agosto de 1937. Exiliado por cuestiones políticas, sus adherentes llevaron adelante el movimiento que tumbó al gobierno liberal de Eusebio Ayala y le encumbraron a Franco en el poder.

Logros de su gobierno:
Proclama al Mcal. Francisco Solano López Héroe Nacional sin ejemplar y reivindica y declara benemèritos de la patria al Dr. José Gaspar Francia y a don Carlos Antonio López.
Fija la jornada laboral de 8 horas diarias.
Establece el Aguinaldo.
El descanso dominical lo hace obligatorio.
Establece que el salario laboral incluyan a las vacaciones.
Declara Héroe nacional al Tte. 2do. Adolfo Rojas Silva, primer oficial caído en la Guerra del Chaco.
Facilita el ingreso a los primeros colonos japoneses.
Lleva a cabo la primera Reforma Agraria. Cerca de 10.000 familias pudieron acceder a ser propietarias, ya que el gobierno les vendió con título a un plazo de 15 años con 5 de gracia para pagar impuestos, propiedades que iban de 10 a 50 hectáreas.
Declaran parte del patrimonio nacional las ruinas y obras de arte colonial, los yacimiento y objetos históricos y arqueológicos.
Establecen derechos hasta entonces no reconocidos a los obreros, sus familias y a la libre sindicalización.
Deroga la Constitución de 1870.
Llama a una Asamblea Nacional Constituyente para redactar una nueva y actualizada Carta Magna.
Se derogan derechos que gravan los estudios secundario y primarios.
Realiza una reestructuración y modernización de las FF. AA.
Venta de armamentos obsoletos y desgastados.
Se buscó la adquisición de 60 aeronaves militares italianas, conscientes de varias causas: el malo y pobre equipamiento del ejército paraguayo, una probable nueva aventura boliviana, las peligrosas pretensiones de los países limítrofes al Paraguay, los cuales lo consideraban muy débil militarmente hablando y los graves acontecimientos que iban apareciendo en Europa. El pedido de dichos aviones luego fue rechazado por los gobiernos liberales que siguieron al Cnel. Franco, solo llegaron muy pocas unidades
Entrega condecoraciones y asciende a oficiales del ejército
Termina la construcción del Oratorio de la Virgen de Asunción y lo establece como Panteón Nacional de los Héroes.
Rescata los restos del Mcal. Francisco Solano López, de Adolfo Rojas Silva y de un Soldado Desconocido y los ubica en el mencionado Panteón.
Establece el Feriado Nacional cada 1 de marzo.
Declara Ciudadano Honorario del Paraguay a Juan Belaieff.
Pensión a los lisiados de la guerra.
Entrega tierra a los campesinos carenciados.
Derechos laborales especiales para las mujeres encintas.
Pago de jornales en Efectivo (se prohibió la paga en “vales” o “plata blanca”).
Repatriación de centenares de sus compatriotas.
Reorganización de la Flota Mercante del Estado.
Estipuló un precio base para la producción de algodón.
Congeló por el plazo de un año los precios de alquileres y arrendamientos.
Abolió los Exámenes de Ingreso para los Colegios Nacionales.
Pensión a los Excombatientes.
Se mantuvo un férrea postura de no ceder ningún Territorio conquistado por el ejército paraguayo en la Guerra del Chaco.
Propone la participación del Estado en toda excavación petrolifera.

Creaciones:

Ministerio de Salúd Publica.
Ministerio de Agricultura.
Patronato Nacional de los Indígenas.
Departamento Nacional del Trabajo.
Central Nacional de Trabajadores (CNT).
uniónNacional Feminista.
Comisión de Fomento y Trabajo.
Comité de Movilización Civil.
Banco de la República del Paraguay.
Sección Filatélica dentro de la Dirección General de Correos y Telégrafos.
Facultad de Odontología.
Facultad de Ciencias Económicas.
Facultad de Ciencias Agrarias.
Nueva serie de Billetes de 5, 10, 50, 100,500 y 1000 pesos fuertes.
Fundaciones de Colonias y Puertos.
Varios Hospitales en el Interior del país.
Asociación Nacional de Ex combatientes (actual UPV Chaco) donde nombran a Franco como su 1er. Pdte.
Universidades Populares.
Primer Aeropuerto Civil.
Centenares de Escuelas y Colegios.
La Escuela de Arte y Oficios.
Granjas-escuela Rurales.
Unión Nacional Revolucionaria.

Trayectoria Política
Fue fundador y líder histórico del Partido Revolucionario Febrerista, actualmente miembro de la Internacional Socialista. Realizó una brillante carrera militar, aunque algunas cuestiones políticas le valieron para que sea separado de la carrera, pero al inicio de las hostilidades con Bolivia, fue reincorporado al ejército. Realizó una brillante carrera como guerrero, llegó a ocupar la comandancia del II Cuerpo de Ejército y conquistar importantes lauros para el Ejército en Campaña en la parte definitoria de la guerra chaqueña como Picuiba, Yrendagué y tomó Carandayty, Charagua e Ingavi.
Otro párrafo a aclarar. Si bien fue fundador del partido Franco nunca perteneció a la internacional socialista, el partido se afilia a esta corriente torciendo el rumbo histórico que le dieron sus fundadores. El autor expresa que fue reincorporado al inicio de las hostilidades, en realidad se presentó como voluntario.
Dirigió la Escuela Militar y su nombre se convirtió en figura política emblemática en la posguerra. En la Guerra del Chaco, comandó la primera división y la batalla de Campo Vía es la culminación de la estrategia implementada por él, el acta de rendición de Campo Vía está su firma junto a los jefes bolivianos que se rindieron. Después de esta batalla es ascendido a Comandante del II Cuerpo. Durante el Desfile de la Victoria, cuando pasó Franco, la multitud desbordó y en medio de aclamaciones y flores.

Facundo Quiroga, el Tigre de los llanos...


Juan Facundo Quiroga nació en 1778, en San Antonio, departamento de Los Llanos, en la provincia de La Rioja. A los 16 años comenzó a conducir las arrias de su padre, el estanciero José Prudencio Ouiroga. Tras un breve paso como voluntario por el Regimiento de granaderos a caballo, en Buenos Aires, regresó en 1816 a La Rioja, donde colaboró activamente con el ejército del norte que luchaba contra los realistas, proveyéndolo de ganado y tropas. En 1818 recibió de Pueyrredón el título de "benemérito de la Patria" y a fines de ese año intervino destacadamente para sofocar un motín de prisioneros españoles en San Luis.

A partir de 1820, con el cargo de jefe de las milicias de Los llanos, se inició en La Rioja la preponderancia de Quiroga. Convertido en árbitro de la situación riojana, contribuyó a colocar en el gobierno provincial a Nicolás Dávila, quien en ausencia de Quiroga intentó apoderarse de la artillería y el parque de Los Llanos. El caudiillo derrotó al Gobernador en el combate de El Puesto y aunque asumió la gobernación sólo por tres meses - 28 de marzo al 28 de Junio de 1823 - continuó siendo, en los hechos, la suprema autoridad riojana.

Quiroga brindó su apoyo entusiasta al Congreso de 1824 reunido en Buenos Aires, pero pronto se produjo su ruptura con los unitarios porteños. En esos momentos, el gobierno de La Rioja se asoció con un grupo de capitalistas nacionales encabezados por Braulio Costa, a quien se otorgó la concesión para explotar las minas de plata del cerro de Famatina. Facundo, como comandante del Departamento, fue también accionista de la compañía y, por el convenio, quedó encargado de asegurar la explotación, con cuyo producto se acuñaría moneda a través del Banco de Rescate y la Casa de Moneda de La Rioja. Sin embargo, la designación de Rivadavia como Presidente de la República, en 1826, alteró estos planes. El Presidente, que durante su permanencia en Inglaterra había promovido la formación de una compañía minera, nacionalizó la riqueza del subsuelo y también la moneda, prohibiendo la acuñación a toda institución que no fuera el Banco Nacional, por él creado. La reacción de Quiroga fue inmediata. Junto a los otros gobernadores que resistían la política centralista de Rivadavia que culminó con la sanción de la Constitución unitaria, se levantó en armas contra el presidente, enarbolando su famoso lema de Religión o Muerte. Su lucha contra los unitarios había comenzado, en realidad, en 1825, cuando Quiroga derrotó a La Madrid - usurpador del gobierno de Tucumán - en El Tala y Rincón de Valladares.


Caído Rivadavia, Quiroga apoyó la efímera gestión de Dorrego, cuyo fusilamiento volvió a encender la chispa de la guerra civil. Facundo se convirtió entonces en figura descollante del movimiento federal y, en el interior, enfrentó a las fuerzas unitarias del General Paz. El Tigre de Los Llanos, como lo llamaban amigos y adversarios, cayó derrotado en La Tablada y en Oncativo. En Buenos Aires, con la ayuda de Rosas, formó una nueva fuerza, llamada División de Los Andes, Al frente de ella ocupó San Luis y Mendoza, en Córdoba persiguió a La Madrid - el jefe de las fuerzas unitarias después de la captura de Paz - y, ya en tierra tucumana, lo derrotó completamente en La Ciudadela. En esos momentos su poder y su prestigio alcanzaban el punto más alto. Después de participar en la etapa preparatoria de la campana del desierto realizada por Rosas, permaneció con su familia en Buenos Aires durante un tiempo. En 1834, a pedido de Maza, gobernador de Buenos Aires, y del propio Rosas, medió en un conflicto entre Salta y Tucumán. En Santiago del Estero se enteró del asesinato de De La Torre, gobernador salteño. Cumplida su misión en el norte, Quiroga emprendió el regreso hacia Buenos Aires, desoyendo las advertencias sobre la posibilidad de que se lo intentara asesinar y rechazando el ofrecimiento de protección que le hizo Ibarra, el gobernador santiagueño. Su coraje lo condujo, una vez más, a enfrentarse con la muerte. Pero en esta oportunidad, el Tigre perdió la partida: en Barranca Yaco fue ultimado por un grupo de asesinos enviados por los hermanos Reynafé, a la sazón dueños del gobierno de Córdoba.

Cauhtémoc, Ultimo Emperador Azteca...


Cuauhtémoc moría el 28 de febrero de 1525, fue el último tlatoani mexica de México-Tenochtitlan. Asumió el poder en 1520, un año antes de la toma de Tenochtitlan por Hernán Cortés y sus tropas.

El nombre Cuāuhtémōc que significa literalmente 'Águila que descendió. La forma honorífica de Cuāuhtémōc es Cuāuhtémōctzīn.
Cuāuhtémōc hijo de Ahuizotl y primo de Moctezuma Xocoyotzin y, como Cuitláhuac, tendría que haber sido marido de su hija Tecuichpo (náhuatl, 'copo de algodón') al llegar ésta a la nubilidad. Cuando asumió el poder, los conquistadores ya habían sido expulsados de Tenochtitlan, pero la ciudad estaba devastada por el hambre, la viruela, y la falta de agua dulce. Cuauhtémoc llegaba a este momento tras haber sido tlacochcálcatl (jefe de armas) de la resistencia a los conquistadores, dado que desde la muerte de Moctezuma previo a la Noche Triste, se le identifica como líder militar de los mexicas.

Cuauhtémoc se dio a la tarea de reorganizar el ejército mexica, reconstruir la ciudad y fortificarla para la guerra contra los españoles, pues suponía que éstos regresarían a pelear contra los mexicas. Envió embajadores a todos los pueblos solicitando aliados, disminuyendo sus contribuciones y aun eliminándolas para algunos.
Los españoles regresaron un año después de haber sido expulsados y con ellos venía un contingente de más de cien mil aliados indígenas,1 la mayoría de ellos tlaxcaltecas, históricamente enemigos de los mexicas.
Después de sitiar Tenochtitlán por 90 días,2 el 13 de agosto de 1521, los españoles, que eran comandados por Hernán Cortés, lo capturaron en Tlatelolco.
Derrota, huida y captura

La canoa en la cual huían de Tenochtitlan él, su familia y sus más allegados guerreros, fue alcanzada por un bergantín español piloteado por García Holguín. Cuauhtémoc exigió ser llevado ante "Malinche" (así llamaban a Cortés los mexicas, que es un término patronímico de Malintzin su traductora indígena doña Marina).

Una vez en su presencia, señalando el puñal que el conquistador llevaba al cinto, le pidió que lo matara con él, pues no habiendo sido capaz de defender su ciudad y a sus vasallos, prefería morir a manos del invasor. Este hecho fue descrito por el propio Hernán Cortés en su tercera carta de relación a Carlos I de España:
.."llegóse a mi y díjome en su lengua que ya él había hecho todo lo que de su parte era obligado para defenderse a sí y a los suyos hasta venir a aquel estado, que ahora hiciese de él lo que yo quisiese; y puso la mano en un puñal que yo tenía, diciéndome que le diese de puñaladas y le matase"...
Tercera carta de relación, Hernán Cortés

De acuerdo al cronista Francisco López de Gómara:
.."Cuauhtémoc entonces echó mano al puñal de Cortés, y díjole: "Ya yo he hecho todo mi poder para me defender a mí y a los míos, y lo que obligado era para no venir a tal estado y lugar como estoy; y pues vos podéis agora hacer de mí lo que qusierdes, matadme, que es lo mejor"..
Historia de la Conquista de México

Bernal Díaz del Castillo, en su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, describió el suceso de la siguiente forma:
.."Señor Malinche: ya he hecho lo que soy obligado en defensa de mi ciudad y vasallos, y no puedo más, y pues vengo por fuerza y preso ante tu persona y poder, toma ese puñal que tienes en la cinta y mátame luego con él". (y el mismo Guatemuz le iba echar mano dél)

Historia verdadera de la conquista de la Nueva España

De la importancia que los españoles concedieron al prendimiento de Cuauhtémoc, Tlatoani mexica, da idea la disputa entre García Holguín y Gonzalo de Sandoval por atribuirse el mérito de la captura, que ya veían reflejada en sus escudos de armas, como lo estuvo la cabeza de Cuauhtémoc, según Madariaga, en el escudo del propio Cortés.

El tormento:
A Cortés no le interesó en ese momento la muerte de Cuauhtémoc. Prefería utilizar ante los mexicas su dignidad de Tlatoani, ahora subsidiaria del emperador Carlos V y del propio Cortés. Así lo hizo con éxito, aprovechando la iniciativa y el poder de Cuauhtémoc para asegurar la colaboración de los mexicas en los trabajos de limpieza y restauración de la ciudad. En los cuatro años que siguieron, la administración codiciosa por parte de los españoles, la desconfianza en Cortés, y los temores del propio Cortés, le llevaron repetidamente a tomar decisiones indignas y finalmente le llevaron a aprobar el tormento y la muerte del último tlatoani azteca.
Primero fue el tormento, surgido de la codicia del oro: Bernal Díaz del Castillo, en su Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España narra detalladamente cómo cundió la desconfianza entre los españoles, al desmentir tercamente la realidad sus soñadas riquezas. El oro que habían obtenido en total (83 200 castellanos) no era suficiente para repartir de forma satisfactoria entre toda la tropa española, por lo que iniciaron suposiciones por parte de los mandos para obtener más oro. Algunos españoles juzgaron que después de la Batalla del Canal de los Toltecas, los aztecas habían recuperado el botín y lo habían echado a la laguna o lo habían robado los tlaxcaltecas o bien los propios soldados españoles. De ahí que fueran los oficiales de la Real Hacienda, y sobre todo el tesorero Julián de Alderete, y no Cortés, que se limitó a consentirlo, los que ordenaran —Bernal Díaz y López de Gómara así lo argumentan — el tormento de Cuauhtémoc y Tetlepanquetzaltzin. De acuerdo a los libros de Díaz del Castillo, López de Gómara y las acusaciones hechas a Cortés posteriormente en su juicio de residencia coinciden en que fueron torturados mojándoles los pies y las manos con aceite y quemándoselos.Según Bernal, Cuauhtémoc confesó que cuatro días antes "que le prendiesen lo echaron en la laguna, así el oro como los tiros y las escopetas que nos habían tomado a la postre a Cortés, y fueron a donde señaló Guatemuz a las casas en que solía vivir", de donde los españoles sacaron "de una como alberca grande de agua un sol de oro como el que nos dio Montezuma".
Fuentes posteriores atribuyeron a Cuauhtémoc sin respaldo alguno un estoicismo pleno mostrado en ese trance. El libro escrito por López de Gómara refiere que el "señor" que le acompañaba en la tortura le pidió permiso para hablar y cesar el tormento, a lo que Cuauhtémoc le miró con ira y lo trató con desprecio diciéndole: «si estaba él en algún deleite o baño». Una novela histórica escrita por Eligio Ancona en 1870 popularizó la variante "¿Estoy yo acaso en un lecho de rosas?".
Tras el episodio de la tortura, Cuauhtémoc quedó tullido y cojeó, las heridas de Tetlepanquetzaltzin fueron peores. El doctor Cristóbal de Ojeda fue quien curó las heridas al tlatoani. Años más tarde el médico declaró, durante el juicio de residencia de Cortés, que en el incidente se dio tormento a Cuauhtémoc "quemándole los pies e las manos". El huey tlatoani vuelve sorprendentemente a su papel de noble mexica respetado y bien tratado, pero cautivo, cuyo prestigio y autoridad utiliza Cortés para el gobierno de los vencidos.
Como todos los súbditos recién conquistados, se intentó convertirlo al cristianismo, pero solo lo consiguieron hasta el día que le dieron muerte. Si seguimos a Héctor Pérez Martínez, su nombre católico habría sido el de Hernando de Alvarado Cuauhtémoc; otras fuentes citan sólo el de Hernando o Fernando. Los conversos recibían el nombre de los padrinos, y Pérez Martínez supone que los de Cuauhtémoc fueron el propio Hernán Cortés y Pedro de Alvarado.
Solemnemente triste fue Cuauhtémoc. Un día un grupo de hombres blancos se abalanzó hasta él; y mientras que el Imperio de tal se sorprendía, el arcabuz llenaba de huecos el broquel.
Preso quedó; y el Indio, que nunca sonreía, una sonrisa tuvo que se deshizo en hiel. -"¿ En dónde está el tesoro ?" --clamó la vocería--; y respondió un silencio más grande que el tropel ...
Llegó el tormento... Y alguien de la imperial nobleza quejóse. El héroe díjole, irguiendo la cabeza:
-"¡ Mi lecho no es de rosas !"- y se volvio a callar. En tanto, al retostarle los píes chirriaba el fuego, que se agitaba a modo de balbuciente ruego, ¡porque se hacia lenguas como queriendo hablar!
José Santos Chocano.

Expedición a las Hibueras y muerte de Cuauhtémoc

En 1524, Cortés emprende viaje a las Hibueras (Honduras), en busca de uno de sus capitanes, Cristóbal de Olid. No es un viaje de rescate, sino de persecución: Cortés tiene constancia de que Cristóbal de Olid puede haberse confabulado con su viejo enemigo, el gobernador de Cuba Diego Velázquez, para poblar, conquistar y sobre todo obtener oro u otras riquezas en el sur, ignorándolo a él. Sabe Cortés que Cristóbal de Olid lo traiciona, de la misma forma en que él traicionó seis años antes a Diego Velázquez.
La expedición, enorme y cortesana, incluye desde ministriles (músicos de viento de la época) hasta médico y cirujano, pasando por suntuosas vajillas y cuberterías, y una piara que cierra la comitiva, para asegurar el avituallamiento. El contingente militar es, como ocurrió a lo largo de la conquista, más indígena que español, y en esta expedición más azteca que tlaxcalteca o de otros pueblos. No es de extrañar por tanto que en la expedición viajen varios notables aztecas, seguramente como mandos militares de esa tropa, y posiblemente también como embajadores y facilitadores de las relaciones con los pueblos de la ruta: Cuauhtémoc y Tetlepanquetzal son dos de ellos.

Una vez más, el miedo hará que Cortés tome una decisión indigna, criticada por sus soldados según nos cuenta Díaz del Castillo. Tras un año de viaje, y en un momento crítico para la expedición le llegan rumores de que Cuauhtémoc está conspirando en contra de los españoles, decidido a atacarlos. Según Cortés, un tal Mexicalcingo, ("Ciudadano honrado de esta ciudad de Temixtitlan" escribe Cortés a Carlos V, aclarando además que tras su bautizo se llama Cristóbal) se dirigió al capitán español para narrarle una larga, y un tanto fantasiosa, historia de conspiración de Cuauhtémoc, que se iniciaría con el asesinato de Cortés, continuaría con la rebelión contra los españoles en todo el país, y terminaría con el bloqueo de México... "hecho esto, pondrían en todos los puertos de la mar recias guarniciones de gente para que ningún navío que viniese se les escapase". No se sabe si Cortés magnificó en su quinta carta de Relación el alcance de la conspiración, para justificar la ejecución una vez consumada. El hecho es que sintiéndose vulnerable, decidió mandar ahorcar a Cuauhtémoc y al cacique de Tacuba, Tetlepanquetzal, que volvieron a encontrarse ante el verdugo. Esto ocurrió el 28 de febrero de 1525, en un lugar del estado de Campeche perteneciente a la provincia maya de Acalán identificado con el nombre de Taxahá (en el actual municipio campechano de Candelaria).17 Se ha mencionado también como posible sitio del ahorcamiento del emperador azteca, Itzancanath que pertenece al estado de Tabasco. El cadalso debió ser una ceiba, árbol sagrado de los mayas. Habían pasado cuatro años desde el fin del sitio de Tenochtitlan, y quizá los mismos desde que se torturó quemándoles los pies a los caciques a los que ahora se ejecutaban.

Tanto las fuentes españolas (Bernal Díaz) como las indias cuestionan los motivos aducidos por Cortés. Según Prescott, el propio Mexicalcingo negó posteriormente haber narrado la historia de la conspiración tal como la reflejó Cortés en su quinta carta al emperador.

Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, un historiador mexicano del siglo XVII, avala la realidad de la conspiración. Diego López de Cogolludo relata en su obra "Quauhtemoc confesó ser así, como los demás lo habían dicho; pero que no fue él principio de aquella consulta, ni sabia si todos fueron en ella ó se efectuaría, porque él nunca tuvo intención de salir con ello, que solo había pasado la conversación referida, Sin más probanzas, dice Bernal Diaz, que D. Hernando Cortés mandó ahorcar á Cuauhtemoc, y al señor de Tacuba, que era su primo; pero la Historia General de Herrera dice, que fue dada sentencia mediante proceso jurídico, y sentenciados á ahorcar Cuauhtemoc, Couanoctzin y Tetepanquetzal."
..estando para ahorcar al Cuauhtemoc, dijo estas palabras: 
"O capitan Malinche, dias ha que yo tenia entendido, él habia conocido tus falsas palabras: que esta muerte me habias de dar, pues yo no me la dí, cuando te entregaste en mi ciudad de Méjico; porque me matas sin justicia?"...
Conquista de Yucatán, Diego López de Cogolludo.