La Semana Trágica es el nombre con el que se conocen los incidentes ocurridos en Buenos Aires en la semana del 7 de enero al 14 de enero de 1919 entre manifestantes obreros de tendencia anarquista y sectores nacionalistas ocurridos durante el gobierno de Hipólito Yrigoyen.
El conflicto se había originado con la toma de los Talleres Vasena en reclamos de mejores condiciones laborales. El Gobierno aceptó el planteo gremial desde un principio, pero la intransigencia del sector anarquista de la FORA sumada al accionar violento de rompehuelgas y de grupos nacionalistas derivó en una escalada de violencia.
El gobierno radical mantuvo en todo momento la postura de aceptar el reclamo sindical, pero no pudo contener la escalada de violencia entre los sectores en pugna. Años más tarde el propio Yrigoyen declararía que, mediante la escalada de violencia, los sectores nacionalistas:
Querían arrastrarme a reprimir a sangre y fuego
Hipólito Yrigoyen, sobre los acontecimientos de la Semana Trágica
Los incidentes dejaron un saldo de entre 141 a 700 muertos (según la fuente que se tome) y centenares de heridos. Este suceso es conocido también como el primer pogrom en América Latina, ya que la Liga Patriótica Argentina atacó a la comunidad judía local.
Los sucesos comenzaron el 7 de enero con una huelga en los Talleres Metalúrgicos Vasena en la Ciudad de Buenos Aires (donde hoy se encuentra la Plaza Martín Fierro en el barrio de (Barrio San Cristóbal). Los huelguistas, algunos de ellos afiliados a la FORA del Vº Congreso (de tendencia anarquista y que promovía la acción violenta9 ) reclamaban la reducción de la jornada laboral de 11 a 8 horas, mejores condiciones de salubridad, la vigencia del descanso dominical, el aumento de salarios y la reposición de los delegados despedidos.
El Departamento Nacional del Trabajo había hecho lugar a los reclamos obreros y dispuso satisfacer las demandas que fueron desoídas por la parte empresaria. La empresa intentaba seguir funcionando con obreros rompehuelgas provistos por la Asociación Nacional del Trabajo, una asociación patronal que junto con el embajador inglés quiso entrevistarse con Yrigoyen, quien no los recibió y los hizo echar de la casa de gobierno.10
Un disturbio entre los obreros en huelga terminó con la intervención de la policía, que disparó con armas largas contra la multitud. En respuesta a esto, Yrigoyen relevó al jefe de policía, nombró a Elpidio Gonzlez en ese puesto y prohibió a la Liga Patriótica Argentina.11
Ni bien entró en funciones, Elpidio Gonzlez comenzó a negociar -por instrucción del presidente- con dirigentes de la FORA IX° Congreso, de tendencia sindicalista y que no propiciaba la violencia como medio político.
Rápidamente llegó a un acuerdo con Sebastián Marotta, secretario general de la entidad gremial, por el cual se aceptaban todos reclamos obreros, se establecía un plazo de 24 horas para su aplicación por parte de Vasena y se liberaban a los obreros detenidos durante los incidentes. A cambio, los huelguistas deberían desalojar el establecimiento ocupado.12
Sin embargo, la tendencia anarquista de la FORA logró imponer el rechazo al acuerdo en el plenario de la agrupación gremial y la continuidad de la huelga.
Elpidio decidió entonces ir personalmente a los talleres para negociar con los manifestantes, antes de que la situación se torne más violenta. Los huelguistas desconocieron su autoridad y los sectores más radicalizados intentaron agredirlo volcando e incendiando el auto oficial en el que había llegado. Esta acción provocó la muerte del custodio Antonio Marotta.13
Ante el estancamiento de las negociaciones y la negativa radical de reprimir, la patronal decidió intervenir mediante grupos de choques y rompehuelgas, a los cuales se sumaron organizaciones de ultra-derecha como la Liga Patriótica Argentina que produjeron violentos incidentes en toda Buenos Aires contra trabajadores, inmigrantes, judíos y cualquier persona que fuese vista como una amenaza para la patria por parte de estos grupos. El saldo fue de cuatro obreros muertos y más de treinta heridos, algunos de los cuales fallecieron después.
La FORA declara la huelga general, y el sector anarquista le añade la palabra "revolucionaria".
Con la Policía de la Capital totalmente desbordada, el Gobierno decide la intervención del Ejército para poner orden y pone al frente al General de División Luis Dellepiane, un militar profesionalista que contaba con buenos antecedentes y que había estado siempre subordinado a la autoridad constitucional.
Un hombre bajito pero enérgico, al que no creo un masacrador profesional. Era un valiente: se apersonó sin custodia a los manifestantes
Diego Abad de Santillán, dirigente de la FORA anarquista
El 9 de enero se produce un multitudinario sepelio para los obreros fallecidos, que es escoltado por los hombres de Dellepiane para evitar más incidentes. Más allá de un tumulto que se generó en la intersección de la Avenida Corrientes con Yatay, cuando algunos manifestantes cantaron consignas provocativas al pasar por una iglesia y fueron repelidos desde la misma, la caravana logra llegar al Cementerio de la Chacarita sin mayores complicaciones.
Sin embargo, cuando estaba por comenzar a hablar el tercer orador, se produce un episodio confuso. Algunas fuentes aseguran que el primer tiro vino por parte de los obreros, y sirvió de excusa a los extremistas. Lo concreto es que miembros del Ejército, de la Liga Patriótica Argentina y algunos Bomberos comenzaron a disparar contra los manifestantes. Esta acción es impulsada principalmente por sectores nacionalistas.
Al día siguiente Dellepiane amenaza con "emplazar la artillería en la plaza del Congreso y atronar con los cañones toda la ciudad" si la violencia de ambos bandos no cesa. Mientras tanto, un destacamento del ejército instalado frente a la fábrica abre fuego contra los obreros.
Yrigoyen ratifica con la FORA socialista la liberación de los obreros detenidos, un aumento del 40% y la reducción de la jornada laboral. Cita a Pedro Vasena a su despacho y le exige la aceptación total e inconcidional de lo que acababa de acordar con la FORA. Vesena no tiene otra alternativa que ceder.
Se terminó la huelga, ahora los poderes públicos deben buscar los promotores de la rebelión, de esa rebelión cuya responsabilidad rechazan la FORA y el PS
Diario La Razón, 11 de enero de 1919.
Increíblemente, la FORA anarquista vuelve a rechazar el acuerdo y pide la liberación de Simón Radowitzky, un anarquista que purgaba prisión perpetua en Ushuaia por haber asesinado al jefe de policía Ramón Falcón 11 años atrás.14
Una investigación realizada durante esas fechas por Estados Unidos, y difundida después, plantea que los obreros anarquistas actuaban bajo la influencia de agentes germanos y soviéticos (por intereses económicos los primeros e ideológicos los segundos)15
Finalmente, el martes 14 de enero, Dellepiane se reunió por separado con las dos FORA en donde ambas pidieron "la supresión de la ostentación de fuerza por las autoridades" y el "respeto del derecho de reunión". Es decir, que el Gobierno garantice la normalización de la situación. El planteo es aceptado y ambas centrales finalmente levantan la huelga.
Al día siguiente Yrigoyen ordena efectivizar la puesta en libertad de todos los detenidos.
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