martes, 31 de diciembre de 2013

Pensar los procesos sociales... 7 de enero, Semana Tragica...

La Semana Trágica es el nombre con el que se conocen los incidentes ocurridos en Buenos Aires en la semana del 7 de enero al 14 de enero de 1919 entre manifestantes obreros de tendencia anarquista y sectores nacionalistas ocurridos durante el gobierno de Hipólito Yrigoyen.
El conflicto se había originado con la toma de los Talleres Vasena en reclamos de mejores condiciones laborales. El Gobierno aceptó el planteo gremial desde un principio, pero la intransigencia del sector anarquista de la FORA sumada al accionar violento de rompehuelgas y de grupos nacionalistas derivó en una escalada de violencia.
El gobierno radical mantuvo en todo momento la postura de aceptar el reclamo sindical, pero no pudo contener la escalada de violencia entre los sectores en pugna. Años más tarde el propio Yrigoyen declararía que, mediante la escalada de violencia, los sectores nacionalistas:
Querían arrastrarme a reprimir a sangre y fuego
Hipólito Yrigoyen, sobre los acontecimientos de la Semana Trágica
Los incidentes dejaron un saldo de entre 141 a 700 muertos (según la fuente que se tome) y centenares de heridos. Este suceso es conocido también como el primer pogrom en América Latina, ya que la Liga Patriótica Argentina atacó a la comunidad judía local.
Los sucesos comenzaron el 7 de enero con una huelga en los Talleres Metalúrgicos Vasena en la Ciudad de Buenos Aires (donde hoy se encuentra la Plaza Martín Fierro en el barrio de (Barrio San Cristóbal). Los huelguistas, algunos de ellos afiliados a la FORA del Vº Congreso (de tendencia anarquista y que promovía la acción violenta9 ) reclamaban la reducción de la jornada laboral de 11 a 8 horas, mejores condiciones de salubridad, la vigencia del descanso dominical, el aumento de salarios y la reposición de los delegados despedidos.
El Departamento Nacional del Trabajo había hecho lugar a los reclamos obreros y dispuso satisfacer las demandas que fueron desoídas por la parte empresaria. La empresa intentaba seguir funcionando con obreros rompehuelgas provistos por la Asociación Nacional del Trabajo, una asociación patronal que junto con el embajador inglés quiso entrevistarse con Yrigoyen, quien no los recibió y los hizo echar de la casa de gobierno.10
Un disturbio entre los obreros en huelga terminó con la intervención de la policía, que disparó con armas largas contra la multitud. En respuesta a esto, Yrigoyen relevó al jefe de policía, nombró a Elpidio Gonzlez en ese puesto y prohibió a la Liga Patriótica Argentina.11
Ni bien entró en funciones, Elpidio Gonzlez comenzó a negociar -por instrucción del presidente- con dirigentes de la FORA IX° Congreso, de tendencia sindicalista y que no propiciaba la violencia como medio político.
Rápidamente llegó a un acuerdo con Sebastián Marotta, secretario general de la entidad gremial, por el cual se aceptaban todos reclamos obreros, se establecía un plazo de 24 horas para su aplicación por parte de Vasena y se liberaban a los obreros detenidos durante los incidentes. A cambio, los huelguistas deberían desalojar el establecimiento ocupado.12
Sin embargo, la tendencia anarquista de la FORA logró imponer el rechazo al acuerdo en el plenario de la agrupación gremial y la continuidad de la huelga.
Elpidio decidió entonces ir personalmente a los talleres para negociar con los manifestantes, antes de que la situación se torne más violenta. Los huelguistas desconocieron su autoridad y los sectores más radicalizados intentaron agredirlo volcando e incendiando el auto oficial en el que había llegado. Esta acción provocó la muerte del custodio Antonio Marotta.13
Ante el estancamiento de las negociaciones y la negativa radical de reprimir, la patronal decidió intervenir mediante grupos de choques y rompehuelgas, a los cuales se sumaron organizaciones de ultra-derecha como la Liga Patriótica Argentina que produjeron violentos incidentes en toda Buenos Aires contra trabajadores, inmigrantes, judíos y cualquier persona que fuese vista como una amenaza para la patria por parte de estos grupos. El saldo fue de cuatro obreros muertos y más de treinta heridos, algunos de los cuales fallecieron después.
La FORA declara la huelga general, y el sector anarquista le añade la palabra "revolucionaria".
Con la Policía de la Capital totalmente desbordada, el Gobierno decide la intervención del Ejército para poner orden y pone al frente al General de División Luis Dellepiane, un militar profesionalista que contaba con buenos antecedentes y que había estado siempre subordinado a la autoridad constitucional.
Un hombre bajito pero enérgico, al que no creo un masacrador profesional. Era un valiente: se apersonó sin custodia a los manifestantes
Diego Abad de Santillán, dirigente de la FORA anarquista
El 9 de enero se produce un multitudinario sepelio para los obreros fallecidos, que es escoltado por los hombres de Dellepiane para evitar más incidentes. Más allá de un tumulto que se generó en la intersección de la Avenida Corrientes con Yatay, cuando algunos manifestantes cantaron consignas provocativas al pasar por una iglesia y fueron repelidos desde la misma, la caravana logra llegar al Cementerio de la Chacarita sin mayores complicaciones.
Sin embargo, cuando estaba por comenzar a hablar el tercer orador, se produce un episodio confuso. Algunas fuentes aseguran que el primer tiro vino por parte de los obreros, y sirvió de excusa a los extremistas. Lo concreto es que miembros del Ejército, de la Liga Patriótica Argentina y algunos Bomberos comenzaron a disparar contra los manifestantes. Esta acción es impulsada principalmente por sectores nacionalistas.
Al día siguiente Dellepiane amenaza con "emplazar la artillería en la plaza del Congreso y atronar con los cañones toda la ciudad" si la violencia de ambos bandos no cesa. Mientras tanto, un destacamento del ejército instalado frente a la fábrica abre fuego contra los obreros.
Yrigoyen ratifica con la FORA socialista la liberación de los obreros detenidos, un aumento del 40% y la reducción de la jornada laboral. Cita a Pedro Vasena a su despacho y le exige la aceptación total e inconcidional de lo que acababa de acordar con la FORA. Vesena no tiene otra alternativa que ceder.
Se terminó la huelga, ahora los poderes públicos deben buscar los promotores de la rebelión, de esa rebelión cuya responsabilidad rechazan la FORA y el PS
Diario La Razón, 11 de enero de 1919.
Increíblemente, la FORA anarquista vuelve a rechazar el acuerdo y pide la liberación de Simón Radowitzky, un anarquista que purgaba prisión perpetua en Ushuaia por haber asesinado al jefe de policía Ramón Falcón 11 años atrás.14
Una investigación realizada durante esas fechas por Estados Unidos, y difundida después, plantea que los obreros anarquistas actuaban bajo la influencia de agentes germanos y soviéticos (por intereses económicos los primeros e ideológicos los segundos)15
Finalmente, el martes 14 de enero, Dellepiane se reunió por separado con las dos FORA en donde ambas pidieron "la supresión de la ostentación de fuerza por las autoridades" y el "respeto del derecho de reunión". Es decir, que el Gobierno garantice la normalización de la situación. El planteo es aceptado y ambas centrales finalmente levantan la huelga.
Al día siguiente Yrigoyen ordena efectivizar la puesta en libertad de todos los detenidos.

Pensar el relato... Gaucho Rivero nacía un día como hoy...

Antonio El Gaucho Rivero (Concepción del Uruguay, 27 de noviembre de 1808 - Vuelta de Obligado, 20 de noviembre de 1845) fue un peón de campo rioplatense que lideró un alzamiento en las islas Malvinas
en 1833.

Alrededor de 1827 acompañó a la expedición de Luis Vernet a las Malvinas, con el objetivo de ejercer allí el oficio de peón para la empresa del mismo Vernet. Contaba entonces alrededor de 20 años de edad. El 3 de enero de 1833 el Reino Unido ocupó por la fuerza las islas con la corbeta HMS Clio. Su capitán John Onslow, dejó como administrador del archipiélago al colono irlandésWilliam Dickson, quien además era el encargado de izar y arriar el pabellón británico cada vez que pasara un barco y todos los días domingos.
Con la autorización británica y desde Buenos Aires, Vernet prosiguió con su empresa privada en la colonia de Puerto Luis, controlándola a través de sus encargados.
El descontento cundía entre los gauchos empleados de Vernet, pues el capataz, el francés Jean Simon —o Juan Simon—, apoyado por el exmayordomo de Vernet, el inglésMatthew Brisbane, con la excusa de la ocupación británica, intentaba extenderles las ya pesadas tareas campestres, entre otros excesos de autoridad. Sumado a eso, se les abonaba no con dinero, sino con vales firmados por el propio exgobernador, los cuales no eran aceptados por Dickson, el administrador de las islas que a la vez también era el responsable de los almacenes. Además, les prohibían alimentarse con el ganado doméstico, obligándolos a cazar animales asilvestrados. Los explotadores actuaban en perfecta armonía con Dickson, único representante de la corona británica presente en las islas.

De los 14 gauchos y aborígenes acriollados que todavía vivían en las islas, un grupo de 8 de ellos se sublevó en desacuerdo con la nueva situación, el 26 de agosto de 1833, seis meses después de la invasión británica de las islas.
Su líder era el gaucho Antonio Rivero (apodado Antook por los británicos). Lo secundaban otros dos gauchos: Juan Brasido, y José María Luna; más 5 indios charrúas acriollados:Luciano Flores, Manuel Godoy, Felipe Salazar, Manuel González y Pascual Latorre (según una fuente[cita requerida] este último era en realidad de origen chileno). Todos ellos, tanto Rivero como los otros siete, eran analfabetos.
Estos rebeldes estaban armados con facones, boleadoras, espadas, pistolas y mosquetes, en contraste con las pistolas y fusiles con los que contaban sus oponentes. Decidieron actuar por sorpresa, aprovechando la ausencia del teniente Lowe y sus hombres, que se habían alejado por mar en una expedición de caza de lobos marinos. Fueron muertos el administrador del archipiélago William Dickson, Matthew Brisbane, Juan Simon, y otros dos colonos: Ventura Pasos y el alemán Antonio Vehingar, ninguno de ellos logró alcanzar sus armas antes de ser matado.1 2 Los ataques fueron llevados a cabo cuando las víctimas estaban a solas, para aprovecharse de la superioridad numérica. Posteriormente se instalaron los gauchos en la casa de la comandancia. Según la historiografía argentina, impidieron el izado de la bandera británica durante los siguientes cinco meses, izando en su lugar una azul y blanca. Sin embargo, en los fuentes contemporáneos no se mencionan las banderas, sino para explicar que, antes de su asesinato, Dickson era el encargado de izar la británica.
Las vidas del resto de los colonos, de los cuales 6 eran criollos y 17 de otras nacionalidades,3 4 fueron respetadas y ―en espera de que las autoridades argentinas enviaran una fuerza naval para recuperar las islas― los confinaron en la isla Celebroña (Kidney Island, en inglés). Durante dos meses (entre el 26 de agosto y el 23 de octubre de 1833) ambos grupos vivieron separados.
El 23 de octubre de 1833 atracó en Puerto Luis la goleta británica HMS Hopeful seguida por dos balleneras también británicas. La Hopeful rescató a las mujeres y niños de la colonia de la isla Celebroña, poniendo así fin a la colonia de las islas. Rehusaron a enfrentarse a los facciosos y decidieron en cambio reportar la situación a sus superiores del sector sudamericano, por lo que se retiraron.

Pensar nacional... muerte del Cabo Dardo...

Dardo Manuel Lito Cabo moría un 6 de enero de 1977, nació en Tres Arroyos fue un periodista y político argentino, hijo del dirigente metalúrgico Armando Cabo. De ideología peronista, dirigió la revista El descamisado.

Empezó su militancia política en el Movimiento Nacionalista Tacuara, aunque luego se separó de esta agrupación y creó en 1961 el Movimiento Nueva Argentina (MNA), uno de los primeros grupos peronistas de derecha. Paso a figurar en los medios de comunicación con el Operativo Cóndor cuando el 28 de septiembre de 1966, junto con otros militantes, secuestraron un avión de Aerolíneas Argentinas y lo desviaron hacia las Islas Malvinas, plantando la bandera argentina en dicho territorio. Pasó 3 años en prisión por este hecho. Contrajo matrimonio todavía estando en la cárcel con María Cristina Verrier.
Al salir de la cárcel, Dardo Cabo se convirtió en parte de la organización Descamisados, que según algunas versiones habría asesinado al dirigente obrero Augusto Timoteo Vandor y que luego se fusionaría con Montoneros.
Fue asesinado junto a Roberto Rufino Pirles durante la dictadura militar autodenominada Proceso de Reorganización Nacional tras haber sido detenido y encarcelado por sus actividades políticas.

Pensar el relato... Mitre fundador del relato zonzo argentino...

Bartolomé Mitre

Bartolomé Mitre, el gran historiador, polémico político e impulsor de la organización nacional, nació en Buenos Aires el 26 de junio de 1821. Era hijo de Don Ambrosio Mitre y Doña Josefa Martínez. El matrimonio se estableció en Carmen de Patagones y allí nacerían los hermanos de Bartolomé, Emilio y Federico. Sus primeros estudios los realizó entre Buenos Aires y Carmen de Patagones.
A los 14 años, Mitre comienza a trabajar en una de las estancias de Rosas, "El rincón de López", regenteada por Gervasio Rosas, hermano del restaurador. El joven Mitre no logra adaptarse a la férrea disciplina de la estancia y es devuelto por Rosas a su padre con estas palabras: "Dígale a Don Ambrosio que aquí le devuelvo a este caballerito, que no sirve ni servirá para nada, porque cuando encuentra una sombrilla se baja del caballo y se pone a leer". Un año después ya había escrito su primera colección de poesías. Mitre tenía 17 años. Frente a las persecuciones del rosismo, emigra junto a su familia a Montevideo. Allí conocerá a Delfina de Vedia, una bella uruguayita que se convertirá en su esposa y compañera.
"Delfina se presentó a mis ojos como un ángel descendido de los cielos", escribirá por entonces. Se casaron el 11 de enero de 1841 y tuvieron cuatro hijos: Delfina, Josefina, Bartolomé y Emilio.
En Montevideo inició su carrera militar en el arma de artillería sin abandonar su pasión por las letras expresada a través de sus notas en los periódicos El iniciador y El Nacional entre los años 1838 y 1839.
En 1842, se incorporó a las filas antirrosistas del general Paz y participó en la campaña de Entre Ríos hasta que, derrotadas sus fuerzas en Arroyo Grande, debió regresar a Montevideo.
En la capital uruguaya tomó contacto con los intelectuales antirrosistas emigrados, como José Mármol, Florencio Varela, Rivera Indarte y Esteban Echeverría y participó activamente en la defensa de Montevideo, sitiada por Oribe. Su destacada actuación le valió el ascenso a Teniente Coronel en 1846. Pero ese mismo año decidió abandonar el Uruguay, disgustado con la política de Rivera. Se trasladó a Bolivia donde el presidente Ballivián lo puso al frente del Colegio Militar. Allí también ejerció el periodismo, junto a Wenceslao Paunero y Domingo de Oro, y fundó el diario antirrosista La Epoca.
Un golpe de estado derrocó al presidente Ballivián y Mitre debió trasladarse primero al Perú y finalmente a Chile, donde residirá hasta 1851.
En ese año, se trasladó a Montevideo y, al enterarse del pronunciamiento de Urquiza, se incorporó al Ejército Grande como jefe de artillería. Tras el triunfo de Caseros, en 1852, fundó Los Debates, diario desde el que fijaría su postura en defensa de los intereses porteños frente al proyecto de Urquiza. Esto le valió el cierre del periódico y un nuevo exilio en Montevideo. Pero pronto podrá regresar a Buenos Aires. El 11 de septiembre de 1852 los sectores porteños opuestos a la nacionalización de las rentas aduaneras y la hegemonía de Urquiza, organizan un movimiento que tiene en Mitre y Valentín Alsina a sus principales referentes. La "revolución" del 11 de septiembre produjo la separación de la provincia de Buenos Aires del resto del país, con Valentín Alsina como gobernador y Mitre como ministro de Gobierno y encargado de las relaciones exteriores.
Posteriormente, en 1855, sería electo presidente de la legislatura bonaerense, y fundaría el instituto Histórico y geográfico.
En 1857, publicó la primera edición de su Historia del General Belgrano, obra exhaustiva, producto de una profunda investigación.
Mientras tanto, Buenos Aires gozaba de cierto bienestar económico; su economía se iba dibujando alrededor de un puerto que exportaba cereales y ganado e importaba de Europa todo lo demás, desde manufacturas hasta ideas políticas. Así, mientras la Confederación languidecía, Buenos Aires progresaba con un ritmo acelerado. Una moneda fuerte, aceptada en todo el territorio provincial, otorgaba garantías a los capitales extranjeros. La exportación lanera figuraba entre las primeras del mundo.
Hacia 1857, se inaugura el Ferrocarril del Oeste, primer tren del país. Unía la Estación del Parque -hoy Plaza Libertad- y el actual barrio de Flores.
La Ciudad dejaba el mote de "gran aldea" para transformarse, lenta pero inexorablemente, en la "París del Plata".
Como militar participará con el grado de General en los dos combates contra Urquiza: la derrota de Cepeda en 1859 y la victoria definitiva de Pavón, el 17 de septiembre de 1861.
Mitre que había sido electo gobernador de Buenos Aires en 1860, se transformó tras el triunfo de Pavón en el único hombre en condiciones de encauzar los destinos del país recientemente unificado.
En mayo de 1862, se reunió un nuevo congreso nacional que legitimó la situación de Mitre confirmándolo como encargado del Poder Ejecutivo Nacional. Se convocó a elecciones nacionales y triunfó la fórmula Bartolomé Mitre y Marcos Paz.
Los nuevos mandatarios asumieron en octubre de 1862 y pronto tropezaron con el primer obstáculo.
El problema de la federalización de la provincia y de la residencia de las autoridades nacionales, pudo resolverse transitoriamente a través de la Ley de Compromiso, por la cual los miembros del poder ejecutivo podrían residir en Buenos Aires hasta tanto se fijase la capital definitiva de la república.
En el transcurso del debate de la ley, quedaron claramente manifiestas las dos tendencias del liberalismo porteño; los nacionalistas o mitristas, llamados "cocidos" continuadores de la política de Pavón y los autonomistas, liderados por Adolfo Alsina, llamados "crudos", pretendían conservar los privilegios de Buenos Aires, particularmente las rentas aduaneras.
Estos nuevos partidos representaban en realidad a la misma clase social y tenían como objetivo casi exclusivo la toma del poder para usufructuar el aparato estatal.
En este período se produjo una creciente centralización del poder político donde el uso de la fuerza fue determinante.
El gobierno nacional se fue imponiendo a través de la violencia organizada por sobre otros poderes como los de las provincias, centralizando funciones como la recaudación impositiva, la emisión monetaria, la educación y la represión.
La verdadera institucionalización de un ejército nacional ocurrió a través de las distintas formas de enfrentamiento asumió ese ejército nacional. El ejército implicó, además, un enorme gasto público que llegó a representar en algunos años más del 50 % del presupuesto.
Mitre encargó a un grupo de juristas encabezados por Dalmacio Velez Sarsfield la redacción del Código Civil y la adaptación del Código de Comercio al ámbito nacional.
Se organizaron la Corte Suprema de Justicia y los tribunales inferiores.
Como elemento de unificación ideológica se crearon los 14 colegios nacionales y sus respectivos profesorados, uno para cada provincia.
Era imposible llevar adelante la política centralizadora sin terminar con el caos fiscal y la anarquía monetaria: en algunas provincias se superponían impuestos y circulaban tres y hasta cuatro monedas diferentes.
La creación de un aparato recaudador nacional fue condición necesaria para financiar las reformas que requería la concreción del programa liberal mitrista.
Durante su mandato, Mitre fue urdiendo una política de alianzas con los sectores conservadores del interior buscando subordinar a las provincias a los intereses porteños. Esta política provocó levantamientos armados como el de los montoneros acaudillados por el riojano Ángel Vicente Peñaloza, "El Chacho", en 1863, que culminarán en violentas acciones represivas por parte del ejército nacional.
En 1865, estalló la Guerra del Paraguay (o Guerra de la Triple Alianza) y Mitre fue designado General en Jefe de las Fuerzas Aliadas de Argentina, Uruguay y Brasil.
Mitre había hecho un pronóstico demasiado optimista sobre la guerra: "En 24 horas en los cuarteles, en 15 días en campaña, en tres meses en la Asunción." Pero lo cierto es que la guerra duró casi cinco años. La victoria le costó al país más de 500 millones de pesos y 50.000 muertos. Del millón trescientos mil habitantes que tenía el Paraguay, sólo sobrevivieron 300.000, la mayoría mujeres y niños.
La impopularidad de la Guerra de la Triple Alianza -llamada de la Triple Infamia por Alberdi- sumada a los tradicionales conflictos generados por la hegemonía porteña, provocó levantamientos en Mendoza, San Juan, La Rioja y San Luis. El caudillo catamarqueño Felipe Varela lanzó una proclama llamando a la rebelión diciendo:
"Ser porteño es ser ciudadano exclusivista y ser provinciano es ser mendigo sin patria, sin libertad, sin derechos. Ésta es la política del gobierno de Mitre. Soldados Federales, nuestro programa es la práctica estricta de la Constitución jurada, el orden común, la amistad con el Paraguay, y la unión con las demás repúblicas americanas."
A pesar de que contaba con un importante apoyo popular, Varela fue derrotado por las fuerzas nacionales en 1867. Como decía la zamba de Vargas, nada podían hacer las lanzas contra los modernos fusiles de Buenos Aires.
En 1868, culminó su período presidencial y se declaró prescindente en cuanto a apoyar a un candidato a sucesor, dejándole de esta manera el campo libre a Domingo Faustino Sarmiento, quien asumirá ese año la primera magistratura. Mitre, por su parte, fue electo senador por Buenos Aires. En 1869 compró el diario La Nación Argentina, fundado por Juan María Gutiérrez en 1862, y lo convirtió en La Nación, cuyo primer número salió a la calle el 4 de enero de 1870, mientras se libraban los últimos combates de la Guerra del Paraguay, con una tirada de mil ejemplares.
En 1871, como muchos porteños, cayó enfermo de fiebre amarilla. Tras su recuperación el presidente Sarmiento le encomendó una misión diplomática en Brasil para terminar de definir los límites modificados tras la Guerra del Paraguay.
En 1874, se presentó nuevamente como candidato a la presidencia. Ante el triunfo del tucumano Nicolás Avellaneda, denunció fraude y se sublevó contra las autoridades electas pero fue derrotado por las tropas leales, dirigidas por el coronel Julio A. Roca. Fue detenido y trasladado al Cabildo de Luján. Durante sus cuatro meses de prisión escribió el prólogo para su Historia de San Martín y de la independencia sudamericana.
Tras dedicarse a sus investigaciones y a la labor periodística, en 1890, volvió a la acción. La desastrosa administración de Juárez Celman, con su estela de negociados y corrupción, fomentó la unión de la oposición en un gran frente conocido como la Unión Cívica, bajo la conducción de Bartolomé Mitre y Leandro N. Alem.
El 26 de julio de 1890, la Unión Cívica decidió pasar a la acción. Estalló la "Revolución del Parque". Mitre decidió ausentarse del país, dejándole todo el peso de la conducción del movimiento a Alem, quien, a pesar de contar con cierto a poyo militar, fue derrotado.
Este hecho y las negociaciones posteriores concretadas por Roca y Mitre, que desembocaron en la renuncia de Juárez Celman y la asunción de Carlos Pellegrini, fueron vistas por Alem como una traición a los postulados de la Revolución del ’90. Esto condujo a la ruptura de la Unión Cívica en dos nuevos partidos: la Unión Cívica Nacional, encabezada por Mitre, y la Unión Cívica Radical, encabezada por Alem.
Mitre influyó decisivamente a través de su prestigio político y de su diario en los gobiernos que se sucedieron entre 1890 y 1906, el año de su muerte. Nada se hacía en las filas conservadoras sin consultar a "Don Bartolo", que se reservaba la última palabra.
En 1894, fue electo nuevamente senador nacional y participó activamente en los debates sin dejar de lado la escritura. Publicó por esos años su Estudio bibliográfico-lingüístico de las obras del Padre Luis de Valdivieso sobre el araucano.
En 1901, al cumplir 80 años fue objeto de grandes homenajes y festejos. Pasó sus últimos años dedicado a la dirección de La Nación y a la traducción de La divina comedia de Dante Alighieri. Falleció a los 84 años el 19 de enero de 1906. Una multitud acompañó sus restos hasta la Recoleta.

Pensar la Soberanía... 4 de enero muere Hipolito Bouchard...



Bouchard fue uno de los corsarios que cumplió un importante papel en las luchas por la independencia argentina. Entre sus acciones más relevantes se encuentran los asedios a las costas de California y Centroamérica, así como sus combates en las costas peruanas y ecuatorianas. Se caracterizó por un duro carácter que lo llevó a protagonizar varios incidentes con su tripulación y a tomar feroces represalias contra quienes se insubordinaban.

Bouchard nació el 15 de enero de 1780 en Saint-Tropez. Fue bautizado con el nombre de André Paul, aunque en fecha desconocida lo cambió por Hippolyte. Hijo de André Louis Bouchard y Thérese Brunet, desde muy pequeño se embarcó en buques pesqueros y mercantes. En 1798 se puso al servicio de la marina francesa contra los ingleses, iniciándose así en la dura vida del mar. Tras realizar varias campañas en Egipto y en Haití, bajo las órdenes de Charles-Victor-Emmanuel Leclerc, en 1809 llegó a Buenos Airesen un barco francés, sólo unos meses antes del comienzo de la Revolución de Mayo.
Liberal y antimonárquico, rápidamente se inclinó hacia la causa independentista argentina poniendo sus conocimientos navales a disposición de la Revolución, siendo nombrado por el gobierno segundo comandante de la recientemente creada flota nacional argentina, liderada por Juan Bautista Azopardo. El 2 de marzo de 1811, en San Nicolás de los Arroyos, tuvo su bautismo de fuego defendiendo a la revolución argentina, al enfrentarse, al mando del bergantín 25 de Mayo, a la escuadrilla realista comandada por el capitán de navío Jacinto de Romarate. Después del Combate de San Nicolás, Bouchard tuvo una destacadísima actuación enfrentándose a las naves españolas que bloquearon Buenos Aires entre los meses de julio y agosto de 1811.
En marzo de 1812 se alistó en el Regimiento de Granaderos a Caballo, al mando de José de San Martín. Participó en el Combate de San Lorenzo, donde conquistó una de las banderas del enemigo.
Dos cañones, 40 fusiles, 4 bayonetas, y una bandera que pongo en manos de V. E. y la arrancó con la vida al abanderado el valiente oficial D. Hipólito Bouchard.
Parte de San Martín en San Lorenzo
En premio a su valor, la Asamblea Constituyente le concedió la ciudadanía de las Provincias Unidas del Río de la Plata. En 1813 contrajo matrimonio con Norberta Merlo, con quien formaría una familia.

Bouchard abandonó el Regimiento de Granaderos a Caballo y retornó a su vida de marino. Una de las campañas más prestigiosas de Bouchard fue la realizada bajo las órdenes deGuillermo Brown, en la que asolaría las costas del océano Pacífico, atacando El Callao y Guayaquil. El 12 de septiembre de 1815 se le otorgó patente de corso para ponerse al mando de la corbeta Halcón, un barco de construcción francesa no muy sólido en su estructura. La corbeta había sido comprada al Estado argentino por el conocido armadorVicente Anastasio Echevarría. Los oficiales de la nave eran principalmente franceses, pero el Segundo Comandante, Robert Jones, era de origen inglés, y se contaba con la presencia de Ramón Freire. Antes de zarpar se produjo un choque entre Bouchard y los oficiales, cuando el agente de la expedición, Severino Prudant, promovió el levantamiento de la plana mayor. Debido a la intervención de Echevarría, el conflicto no pasó a mayores.
La flota de la campaña estaba compuesta por la Hércules, al mando de Guillermo Brown; la Santísima Trinidad, al mando del hermano de Brown, Miguel; la corbeta Halcón, al mando de Bouchard y la goleta Constitución, al mando de Oliverio Russell. Las embarcaciones Hércules y Santísima Trinidad partieron desde Montevideo hacia el sur el 24 de octubre de 1815; las otras dos embarcaciones zarparían cinco días después. Las órdenes eran encontrarse en la Isla Mocha donde establecerían un acuerdo para las operaciones.
Los hermanos Brown arribaron a la isla el 28 de diciembre, mientras que la Halcón lo hizo un día más tarde. Al llegar, Bouchard manifestó su convicción de que la Constitución se había hundido. Comentó que al pasar el cabo de Hornos los azotó una tempestad durante catorce días. La nave comandada por Russell se encontraba cargada con cañones de grueso calibre y una importante carga, por lo que creía que no pudo resistirla. Ni la Constitución ni su tripulación volvieron a ser vistos.
En la isla, Brown y Bouchard acordaron, el 31 de diciembre de 1815, operar juntos durante los primeros cien días de 1816. También acordaron la forma en que iban a ser divididas las presas: debían ser divididas en cinco partes, de las cuales dos le correspondían a Brown por ser el comandante en jefe, una y media para la Santísima Trinidad y la misma proporción para la Halcón. De allí Bouchard y Miguel Brown partieron hacia las costas peruanas, mientras que la Hércules se dirigió al Archipiélago Juan Fernández para liberar a algunos patriotas que se encontraban presos allí.
El 10 de enero volvieron a reunirse las tres embarcaciones, en las cercanías de El Callao. Los oficiales decidieron comenzar un bloqueo y, no conformes, bombardearon la población, la fortificación y llegaron a desembarcar en las playas. El día 11 apresaron el bergantín San Pablo, que fue utilizado para alojar a los enfermos de escorbuto y a los prisioneros. El 13 apresaron la fragata Gobernadora, donde encontraron al teniente coronel Vicente Banegas, oficial del Ejército Republicano de Nueva Granada, quien se sumó a la plana. El 18 de enero capturaron cuatro embarcaciones: la goleta Carmen, el bergantín Místico y dos naves más, una de las cuales fue saqueada y hundida. El 21 volvieron a bombardear las fortalezas, y por la noche hundieron la fragata Fuente Hermosa. El 28 de enero apresaron dos importantes presas, las fragatas Candelaria y Consecuencia. Al día siguiente decidieron partir hacia el norte, en busca de la boca del río Guayas.
El 7 de febrero arribaron a la isla Puná, en las cercanías de Guayaquil. Al llegar, Guillermo Brown les ordenó a Bouchard y a su hermano que permanecieran fondeados para proteger a las siete presas que habían tomado anteriormente. Brown se puso al mando de la Santísima Trinidad, con la que se disponía a atacar Guayaquil. Al día siguiente, tomó y demolió el fuerte de Punta de Piedras ubicado a cinco leguas de Guayaquil. Sin embargo, el día 9 de febrero fracasó al intentar tomar el castillo de San Carlos, siendo capturado por las fuerzas realistas. Tras una dura negociación, los otros corsarios argentinos lograron canjear a Brown por la fragata Candelaria, tres bergantines y cinco cajones de correspondencia que transportaba la fragata Consecuencia. Al retirarse, los corsarios se llevaron las fragatas Hércules y Consecuencia, la corbeta Halcón y la goleta Carmen. Debieron abandonar la Santísima Trinidad, ya que se encontraba en malas condiciones.
A los tres días, Bouchard le informó a Brown de que su nave hacía agua y que sus oficiales habían decidido regresar a Buenos Aires, por lo que solicitaba la liquidación del botín. En el reparto, Bouchard obtuvo la fragata Consecuencia y la goleta Carmen, pero tuvo que dejar la Halcón y contrajo una deuda de 3.475 pesos.
El marino francés decidió volver a Buenos Aires por el cabo de Hornos. Nuevamente existieron diferencias con su tripulación, que en ocasiones se solucionaban mediante la violencia. Debe remarcarse que en una ocasión se batió a duelo con un sargento mayor, lo que luego le produciría graves problemas legales. Estas diferencias aumentaron cuando un oficial de la nave Carmen le informó que la goleta hacía agua, a lo que el comandante contestó que igual debía pasar por el Cabo de Hornos porque no echaría la embarcación a pique. En ese momento los oficiales de la goleta, inducidos por la tripulación, decidieron desobedecer a Bouchard y cambiaron el rumbo hacia las islas Galápagos. LaConsecuencia arribó a Buenos Aires el 18 de junio de 1816.

A pesar de que le había informado a Echevarría de que partiría hacia Buenos Aires, Bouchard decidió sumarse a la campaña de liberación del Perú. Utilizó sus dos embarcaciones como transporte y le escribió una carta a su armador pidiéndole que ayudara a su familia. Aquí comenzó la ruptura con éste, ya que Echevarría sentía perjudicados sus intereses debido al largo período de prisión que había sufrido el corsario y a los daños producidos en las naves. Por esta razón el armador decidió quedarse con los 25.000 pesos pagados por el transporte de arcilla.
En 1820 Bouchard se encontraba en Perú sirviendo a la marina chilena. En diciembre de ese año le solicitó a José de San Martín, quien había asumido el Protectorado del Perú, que le permitiera volver a la Argentina debido a su mala situación económica. Sin embargo, San Martín le exigió que se mantuviera en Lima por cinco meses más. Para agravar su situación, no se le pagó por dos presas capturadas en Pisco, cuyo valor ascendía a 95.000 pesos. En 1822 se encontraba en una situación no muy clara respecto a su pertenencia a la marina del Perú, y las noticias de que Echevarría no estaba ayudando a su familia en Buenos Aires produjeron la ruptura definitiva con éste.
Cuando lord Cochrane se apoderó de los caudales depositados en los buques de guerra bajo su mando para cobrar los haberes adeudados, San Martín decidió combatir fuego con fuego. Por ello dispuso la creación de la marina peruana, y puso a Bouchard al mando de la fragata Prueba, la más importante de la escuadra peruana. Cuando Cochrane retomó sus reclamos pecuniarios, Tomás Guido le pidió que se dirigiera a Chile y ordenó a Bouchard que se preparara a combatir en caso de que que el marino se dispusiera a atacar. Sin embargo, Cochrane no lo intentó, probablemente al notar lo bien armada que se encontraba la nave peruana.
Posteriormente continuó en aguas peruanas al mando de la Santa Rosa, ya que La Argentina había sido vendida como leña. Pero la Santa Rosa sería finalmente incendiada durante la sublevación de la fortaleza de El Callao en 1824. También participaría, en 1828, en la guerra contra la Gran Colombia. Tras la muerte del Almirante Martín Jorge Guise, quedó a cargo de la marina peruana, pero se retiraría un año después de que se incendiara la nave insignia, Presidente.
Tras el retiro, decidió hacerse cargo de la atención de las haciendas que le había adjudicado el gobierno peruano, San Javier y San José de Nazca, donde fundó un ingenio azucarero. Hacía tiempo que había perdido contacto con su familia, después de la expedición con Brown había convivido con su esposa sólo diez meses, y no llegó a conocer a su hija menor que nació después de que iniciara su expedición alrededor del mundo. En sus haciendas trataba a sus esclavos con la misma dureza con la que trataba a su tripulación. Harto de sus abusos, uno de sus esclavos le dio muerte el 4 de enero de 1837.
Los restos de Bouchard permanecieron perdidos hasta 1962, cuando fueron encontrados en una cripta ubicada en la Iglesia de San Javier de Nasca de la ciudad de Nazca, en Perú. El 6 de julio de ese año fueron exhumados y repatriados a Buenos Aires por una comisión formada por la Armada Argentina y la Armada de Perú. Hoy descansan en el panteón viejo de la armada argentina en el Cementerio de Chacarita.

Pensar latinoamerica... 4 de enero del 52 el Che comienza su viaje por la plata...Diario de Motocicleta...

Pensar la Soberanía Nacional... 3 de enero de 1833 Los britanicos invaden las malvinas...

Sobre aquel 3 de enero

Historiadores y ex combatientes reconstruyen lo sucedido hace 180 años, cuando el imperio británico invadió las islas, que eran parte del Virreinato del Río de la Plata.El 3 de enero de 1833, el imperio británico invadió las islas Malvinas desplazando a las autoridades criollas y a quienes poblaban el archipiélago. Ciento ochenta años después, historiadores y ex combatientes de Malvinas reconstruyen lo sucedido a partir de esa fecha, que fue el principio de una larga historia de conflictos diplomáticos y bélicos por la soberanía del territorio.
Las islas Malvinas fueron parte del Virreinato del Río de la Plata y estuvieron bajo el control de España, 32 gobernadores mediante, hasta 1811, cuando las abandonó para ocuparse de lo que sucedía en Montevideo, combatiendo los levantamientos independentistas en suelo continental. El Estado argentino estaba en formación, pero la intención de incorporar el archipiélago al territorio nacional apareció tempranamente. En 1820 lo ocupó, dejando como autoridad al comandante norteamericano David Jewett, quien izó por primera vez allí la bandera albiceleste. Cuatro años después, llegó el primer nativo como autoridad de las islas, el guaraní Pablo Areguatí. El último hombre al frente de Malvinas fue Luis María Vernet, cuyo mandato duró desde el 10 de junio de 1829 hasta la invasión.
“Argentina era un país en formación. Había reconocimiento del Estado del Río de la Plata, y toda su región, incluyendo las islas Malvinas”, sostiene el ex combatiente Edgardo Esteban. Explica que las fuerzas británicas “aprovecharon la situación de lo que era nuestra construcción democrática”. El presidente del Centro de Ex Combatientes Islas Malvinas, Mario Volpe, coincide y explica que “la pretensión de Gran Bretaña de ocupar Malvinas respondía a los intereses imperiales de controlar el único pasaje bioceánico que constituían el canal de Beagle y el estrecho de Bhering”. En ese entonces no existía el canal de Panamá y las islas ofrecían un punto estratégico para dominar los mares patagónicos.
Volpe considera que el ataque al Puerto Luis de Islas Malvinas, el 28 de diciembre de 1831, es el puntapié del proceso que desembocó en la ocupación inglesa. El pretexto de la acción bélica era que Argentina prohibía la circulación de barcos balleneros estadounidenses o británicos. Ese día, la corbeta norteamericana USS Lexington, comandada por Silas Duncan, entró mostrando una bandera francesa a la bahía Anunciación. Una vez que anclaron, destruyeron el puerto y saquearon a la población, obligando al gobernador Luis María Vernet a exiliarse en el continente.
El 3 de enero de 1833 encontró las islas en una situación de gran debilidad de sus autoridades y fuerzas armadas. Así llegó la fragata Clío, comandada por el capitán John Onslow, que en amplia superioridad de armamento tomó posesión de las Malvinas sin mayor resistencia, y desplazó a gran parte de la población local. Volpe cuenta que “la defensa del archipiélago estaba a cargo de la corbeta Sarandí, comandada por José María Pinedo, quien se acobardó y se retiró sin dar batalla. Dijo que las condiciones para resistir no estaban dadas”. Pinedo fue juzgado en Argentina y absuelto apenas cuatro meses después.
“No podemos avalar que los hechos de fuerza dicten sobre la soberanía de la islas”, argumenta Volpe. Frente a la postura británica de aferrarse al principio de autodeterminación, explica que “prima el principio internacional de iutis possidetis iure (lo que poseíste, poseerás)” generado a partir de 1810, cuando los territorios españoles pasan a manos argentinas. Agrega que bajo esta visión, en 1965 la ONU dictó la resolución 2065, donde pierde fuerza la postura británica, ya que según sostiene, “lo que lo importa no son los deseos, sino los intereses de los isleños”.“Los títulos argentinos son mucho mejores y por eso Gran Bretaña trata de no sentarse en la ONU –opina Volpe– y quiere manejarse con la autodeterminación, cosa que no hicieron con la isla Diego García”. Recuerda que en 1966, “el Reino Unido desplazó a los 2000 habitantes chagosianos de la isla, con el fin de cederle el terreno a Estados Unidos para la instalación por 60 años de una base militar, desconociendo la voluntad del pueblo que habitaba el lugar”. “Las Malvinas siempre fueron un reclamo constante de todos los gobiernos argentinos. Todas las estructuras de poder siempre estuvieron a favor”, afirma Esteban. Celebra que el actual gobierno no limite la discusión a las motivaciones y resultados de la guerra de 1982.
Informe: Juan Manuel Frías.

Pensar la soberanía politica... 5 de enero se suicidaba Lisandro de la Torre...

Lisandro de la Torre

Lisandro de la Torre, el político que enfrentó en soledad la corrupción y los negociados de la década infame, nació en Rosario el 6 de diciembre de 1868. Su padre, Don Lisandro, había comenzado a amasar una fortuna como comerciante y la consolidó como estanciero. Su madre, doña Virginia Paganini, culta y enérgica, hablaba a la perfección el francés e intentaba que en la casa de los De la Torre se hablaran las dos lenguas con soltura.
La conflictiva vida de Lisandro registra su primer incidente muy precozmente: en la pila bautismal. El cura Pantaleón Galloso, un conservador que se había negado a casar a una pareja porque habían contraído matrimonio civil, se negó a bautizar al pequeño porque su nombre no figuraba en el santoral. Los padres insistieron y finalmente acordaron llamarlo Nicolás Lisandro.

Cursó sus estudios primarios y secundarios en Rosario y al egresar del Colegio Nacional, se trasladó a Buenos Aires para estudiar derecho. A los 20 años se graduó como abogado con su tesis sobre el gobierno municipal y regresó a Rosario donde tomó contacto con los círculos políticos opositores a la política de Juárez Celman, que pronto confluyeron en la formación de la Unión Cívica en 1889. En julio de 1890, se trasladó a Buenos Aires y participó activamente junto al sector de Leandro N. Alem en la Revolución del Parque. Contará años más tarde: "Yo estuve en muchas de las interioridades de la Junta Revolucionaria debido a la amistad que, a pesar de mi juventud, me mostraban Del Valle y Alem, y actué como centinela del gobierno revolucionario en su despacho del Parque y vi con mis ojos muchas cosas que no aparecen en los partes, que podrían vincularse a trascendentales acontecimientos posteriores" 1.
Tras la derrota de la Revolución, De la Torre apoyó a Alem, participó en 1891 en la conformación de la Unión Cívica Radical y fue el puntal del nuevo partido en la provincia de Santa Fe. Durante la revolución radical de 1893, el alzamiento de los hombres de Alem contra el fraude y la corrupción del régimen, Lisandro fue el jefe de operaciones en su provincia natal. Junto a un grupo de correligionarios se apoderó de la jefatura de policía de Rosario y avanzó con sus fuerzas, incrementadas por el apoyo popular hacia la Capital de la provincia, donde llegó a proclamarse a don Leandro como presidente del nuevo gobierno revolucionario. Pero en el resto de las provincias sublevadas, los revolucionarios fueron derrotados. Al quedar aislados, los radicales de Santa Fe debieron deponer su actitud.
El espíritu siempre inquieto y cuestionador de De la Torre, lo llevó a preguntarse si habían empleado el método correcto. Necesitaba tiempo para escribir y pensar y se retiró a administrar un campo que le había regalado su padre. Pero el retiro voluntario duró poco. A fines de 1895, Aristóbulo del Valle, el otro referente de los cívicos, lo convocó a Buenos Aires para dirigir un nuevo periódico, El Argentino, destinado a levantar un movimiento electoral contra la candidatura de Roca. De la Torre encaró la tarea con entusiasmo. Pero en enero de 1896, Del Valle murió inesperadamente y en julio del mismo año Alem se suicidó. El radicalismo quedó acéfalo. De la Torre propuso una alianza con los mitristas para derrotar a Roca pero se encontró con la firme oposición del nuevo líder radical, Hipólito Yrigoyen, y decidió apartarse de las filas radicales en estos términos: "El Partido Radical ha tenido en su seno una actitud hostil y perturbadora, la del señor Yrigoyen, influencia oculta y perseverante que ha operado por lo mismo antes y después de la muerte del Doctor Alem, que destruye en estos instantes la gran política de la coalición, anteponiendo a los intereses del país y los intereses del partido, sentimientos pequeños e inconfesables" 2.
Su indignación con la política de Yrigoyen lo llevó a retar a duelo al sobrino de Alem. Yrigoyen no sabía esgrima y contrató a un profesor para la ocasión. De la Torre, en cambio, era un experto. El duelo se concretó el 6 de septiembre de 1897 y duró más de media hora al cabo de la cual, paradójicamente, De la Torre presentaba heridas en la cabeza, en las mejillas, en la nariz y en el antebrazo, mientras que Yrigoyen resultó ileso. A partir de entonces, De la Torre comenzará a usar su barba rala para disimular las marcas de aquella disputa con Don Hipólito.
Tras el duelo y la ruptura con la nueva conducción radical, De la Torre volvió a Rosario y fundó un nuevo diario:La República, desde donde expondrá sus ideas, cada vez más distanciadas de las de Yrigoyen. De la Torre irá abriendo un nuevo espacio político a la derecha del socialismo y a la izquierda de los conservadores, que se plasmará en 1908 en la conformación de un nuevo partido político: la Liga del Sur. El movimiento surgía para defender los intereses de los departamentos sureños de la provincia de Santa Fe olvidados por los sucesivos gobiernos provinciales. De la Torre pronunció un enérgico discurso en el acto de proclamación de "la Liga", definiéndola como "un acto de protesta y de defensa propia contra la absorción irritante y expresión de fe en las propias actitudes para realizar los fines del gobierno libre. Así surge a la escena esta poderosa agrupación popular. La Liga del Sur no es la liga del sur contra el norte; la Liga del Sur es la concentración de voluntades de los habitantes del sur en defensa de su autonomía y en contra del localismo absorbente de la ciudad capital. Mañana podrá existir la Liga del Norte con la misma bandera" 3.
A poco de fundada, la Liga comenzó a crecer, incorporando en sus filas a figuras influyentes de la provincia, como el Dr. Ovidio Lagos, director del diario La Capital de Rosario.
La Ley Sáenz Peña, de voto universal, secreto y obligatorio, que ponía fin a décadas de fraude electoral, fue sancionada el 10 de febrero de 1912 y aplicada por primera vez en las elecciones de gobernador y diputados nacionales en Santa Fe en abril de ese año. De la Torre fue electo diputado nacional por la Liga del Sur. Presentará numerosos proyectos de ley, entre los que se destacan el que solicitaba la adquisición de tierras por el estado para distribuirlas entre pequeños y medianos productores; el que dio origen a la fundación de la Facultad de Ingeniería de Rosario y hará oír su voz en todos los debates decisivos, lo que proyectó su figura a nivel nacional.
Se acercaban las elecciones nacionales de 1916 y todo parecía indicar que el triunfo sería para los radicales. De la Torre se propuso crear una alternativa política de centro derecha. Así nació el Partido Demócrata Progresista, que quedó constituido en un meeting en el Hotel Savoy de Buenos Aires el 14 de diciembre de 1914. Dijo entonces: "Después de la disolución de los antiguos partidos, participamos del deseo general de crear uno nuevo, no para que haga vivir situaciones y partidos del pasado, sino que inspirados en la alta tradición del espíritu argentino, pueda armonizar con las exigencias presentes y futuras de nuestra sociedad, todo lo que debe ser conservado como vínculo de solidaridad entre las anteriores y las nuevas generaciones" 4. Y en clara alusión a la falta de experiencia en la administración pública de sus adversarios radicales agrega: "Queremos que ocupen los principales puestos nacionales ciudadanos que hayan dado pruebas suficientes de aptitud para realizar los anhelos permanentes de orden institucional, de progreso económico, de continuidad en la labor de cultura moral e intelectual, fundados a costa de tantos sacrificios de las generaciones anteriores"5.
La convención nacional del PDP eligió a Lisandro de la Torre como candidato a presidente para las anheladas elecciones de 1916. Su compañero de fórmula fue el entrerriano Alejandro Carbó, de amplia labor en el terreno educativo, que provenía de las filas del Partido Autonomista Nacional. El nuevo partido cerró su campaña en el histórico local del Frontón Buenos Aires, donde se realizó allá por 1889 la primera reunión pública de la Unión Cívica. Lisandro confiaba en lograr el apoyo de las fuerzas conservadoras, pero éstas desconfiaban de él por su paso por el radicalismo y su amistad con Alem. Tanto el decisivo Partido Conservador de la Provincia de Buenos Aires, como el presidente Victorino de la Plaza le negaron su adhesión. El triunfo sería para la fórmula radical encabezada por su viejo adversario, Hipólito Yrigoyen, y Pelagio Luna. El radicalismo llegaba al gobierno y se iniciaba una nueva etapa en la vida política argentina.
De la Torre explicó en una carta los motivos del fracaso electoral: "Las clases media y proletaria no se conforman con quedar libradas a los beneficios que puedan derivarse del "bienestar general". Quieren saber concretamente qué propósitos tienen los partidos políticos sobre las cuestiones que a ellas les interesan: participación de los obreros en las utilidades de las fábricas, limitación de las grandes ganancias y de las grandes fortunas, pensiones a la vejez, seguro de desocupación y otros puntos semejantes. No caben ya equívocos sobre las cuestiones sociales y del trabajo, por más que los conservadores argentinos no lo comprendan todavía” 6.
La incapacidad de las fuerzas conservadoras de articular un partido político moderno e integrado a la problemática nacional tendrá nefastas consecuencias. Estos sectores se irán apartando de la política institucional y acercando cada vez más a la vía autoritaria de acceso al poder a través del golpe de estado.
En octubre de 1920, tuvieron lugar las elecciones para constituyentes con el objetivo de reformar la Constitución provincial de Santa Fe. Los radicales obtuvieron 36 convencionales y los demócratas progresistas 24. La labor de la convención transformó a la nueva carta magna en una de las más avanzadas y progresistas de la época. Eliminó a la religión católica como credo del estado, dedicó un capítulo especial a los derechos laborales, creó la Corte Suprema de Justicia y un Jury de enjuiciamiento para los magistrados. El gobernador de la provincia, el radical alvearista Enrique Mosca, futuro candidato a vicepresidente por la Unión Democrática en 1946, rechazó todo lo actuado por la convención. De la Torre denunció el atropello del gobierno radical y lo calificó como "las conveniencias públicas entre factores poderosos: el presidente de la República, el gobernador, el clero católico, representante de los inmensos intereses conservadores y antidemocráticos de la sociedad".
En las elecciones de 1922 se produjo el recambio radical: Marcelo Torcuato de Alvear reemplazó a Hipólito Yrigoyen. Llegaba al gobierno el sector más conservador del radicalismo. De la Torre fue electo nuevamente diputado nacional y desde su banca promoverá proyectos de ley de fomento de las cooperativas y de expropiación de frigoríficos extranjeros.
La vida privada de De la Torre era un misterio aún para sus amigos más cercanos. No se le conocieron noviazgos ni compañías femeninas. Sólo trascendió que mantenía una respetuosa amistad con su comprovinciana Elvira Aldao de Díaz.
En 1926, en vísperas de terminar su mandato legislativo, desanimado y sintiéndose muy solo con sus ideas, De la Torre anunció su retiro definitivo de la política. Se retiró a su estancia de Las Pinas en el límite de Córdoba con La Rioja. Allí lo irán a buscar en septiembre de 1930 los enviados de su viejo amigo, el general José Félix Uriburu, que se preparaba a derrocar a Hipólito Yrigoyen con el apoyo de los sectores conservadores. Uriburu le ofrece el ministerio del interior en el futuro gobierno. De la Torre lo rechaza porque, según dice, "el programa de Uriburu es más amenazador que el de Yrigoyen. El general desconfía de la capacidad del pueblo para gobernarse, no cree en la elevación moral de los hombres políticos y atribuye a las instituciones libres vicios orgánicos que la conducen a la demagogia. Yo creo exclusivamente en el gobierno de la opinión pública7.
El llamado de los golpistas, que consuman sus planes el 6 de septiembre de 1930, inaugurando el nefasto ciclo de los golpes de estado en Argentina, saca a De la Torre de su retiro político. Regresó a Buenos Aires y tomó contacto con sus viejos compañeros de ideas y con la dirigencia del Partido Socialista. De estas reuniones surgió la Alianza Demócrata Socialista, que llevará a las elecciones nacionales del 8 de noviembre de 1931 la fórmula Lisandro De la Torre-Nicolás Repetto, que enfrentará al oficialismo representado por el binomio Agustín P. Justo-Julio A. Roca (hijo). El programa de la Alianza contemplaba las aspiraciones de las clases media y obrera en una época de crisis mundial y creciente desocupación y se adelantaba en sus postulados al New Deal llevado adelante a partir de 1933 por el presidente Franklin Delano Roosevelt en los Estados Unidos, base del estado benefactor que florecerá en distintas partes del mundo entre las décadas del 30 y del 40.
Pero la oligarquía en el poder retomó las viejas prácticas del fraude electoral, al que denominaron patriótico, porque, según sus ejecutores, se hacía para salvar a la patria del gobierno de la "chusma". Se consumó un escandaloso fraude en todo el país. Como en las épocas previas a la Ley Sáenz Peña, volvieron a votar los muertos, se quemaron urnas y se colocaron matones en las mesas de votación. Con estos métodos, la Alianza fue derrotada y asumió la presidencia el general Justo. De la Torre, presionado por sus amigos, aceptó ocupar una banca en el Senado de la Nación en representación del Partido Demócrata Progresista, que había triunfado en Santa Fe.
En 1932, en Ottawa, Canadá, ante la crisis, Inglaterra se reunió con sus colonias y ex colonias para reorganizar su comercio exterior. El Reino Unido decidió adquirir los productos que antes compraba a la Argentina, en Canadá, Australia y Nueva Zelanda.
En los sectores ganaderos exportadores argentinos hubo un gran desconcierto: la metrópolis los había abandonado. El gobierno de Justo, fiel representante de los sectores ganaderos exportadores, envió a Londres al vicepresidente Julio A. Roca (hijo) para tratar de llegar a algún acuerdo.
Hubo una cena de recepción donde Roca dijo sin ruborizarse que la Argentina era desde el punto de vista económico una parte integrante del imperio británico. Otro miembro de la delegación, director de los FFCC ingleses en Argentina no se quedó atrás y dijo a su turno que "la Argentina es una de las joyas más preciadas de su graciosa majestad".
Finalmente se firmó un tratado con el ministro de Comercio británico, Sir Walter Runciman.
Por el pacto Roca–Runciman, Inglaterra sólo se comprometía a seguir comprando carnes argentinas siempre y cuando su precio fuera menor al de los demás proveedores. En cambio, la Argentina aceptó concesiones lindantes con la deshonra: liberó los impuestos que pesaban sobre los productos ingleses y se comprometió a no permitir la instalación de frigoríficos argentinos.
Se creó el Banco Central de la República Argentina con funciones tan importantes como la emisión monetaria y la regulación de la tasa de interés, en cuyo directorio había una importante presencia de funcionarios ingleses. Finalmente, se le otorgó el monopolio de los transportes de la Capital a una corporación inglesa.
De la Torre denunció el acuerdo en el Senado por escandaloso y promovió el debate.
"El gobierno inglés le dice al gobierno argentino ‘no le permito que fomente la organización de compañías que le hagan competencia a los frigoríficos extranjeros’. En esas condiciones no podría decirse que la Argentina se haya convertido en un dominio británico, porque Inglaterra no se toma la libertad de imponer a los dominios británicos semejantes humillaciones. Los dominios británicos tienen cada uno su cuota de importación de carnes y la administran ellos. La Argentina es la que no podrá administrar su cuota. No sé si después de esto podremos seguir diciendo: "al gran pueblo argentino, salud" 8.
Dos años más tarde, en mayo de 1935, acusó por fraude y evasión impositiva al frigorífico Anglo. Aportó pruebas que comprometían directamente a dos ministros de Justo: Pinedo, ministro de Economía, y Duhau, ministro de Hacienda.
De la Torre probó cómo se ocultaba información contable en cajas selladas por el Ministerio de Hacienda y demostró hasta dónde llegaba la impunidad de los frigoríficos ingleses tras la firma del pacto Roca-Runciman. Las entradas para el debate se agotaban y la gente hacía largas colas para escuchar y alentar a Lisandro.
Las denuncias hicieron evidentes las conexiones del gobierno con otros negociados. El nivel de las discusiones en el senado fue subiendo de tono hasta que se decidió hacer callar a De la Torre. Un matón del Partido Conservador, el ex comisario Ramón Valdez Cora, atentó contra la vida del senador y mató a su amigo y compañero de bancada Enzo Bordabehere. Se dio por terminado el debate.
Pero el ataque a De la Torre no había terminado. El gobierno de Justo decretó la intervención a la provincia de Santa Fe, derrocando al gobierno demócrata progresista de Luciano Molinas. De la Torre se mostró abatido y confesó su voluntad de abandonar la política. Una de sus últimas intervenciones en el Senado tuvo lugar en ocasión del debate del proyecto de Ley sobre represión del comunismo. Dirá entonces: "El peligro comunista es un pretexto, es el ropaje con que se visten los que saben que no pueden contar con las fuerzas populares para conservar el gobierno y se agarran del anticomunismo como una tabla de salvación. Bajo esa bandera se pueden cometer toda clase de excesos y quedarse con el gobierno sin votos. Yo soy un afiliado a la democracia liberal y progresista, que al proponerse disminuir las injusticias sociales trabaja contra la revolución comunista, mientras los reaccionarios trabajan a favor de ella con su incomprensión de las ideas y de los tiempos" 9.
Terminado el debate, De la Torre presentó su renuncia al Senado y se retiró a su casa de la calle Esmeralda 22, de la que sólo salía para brindar alguna conferencia o participar en homenajes a viejos amigos de ideas como Aníbal Ponce. En 1938, sus amigos le prepararon un cumpleaños sorpresa. De la Torre cumplía 70 años y se lo notaba muy apesadumbrado. Hacía pocos días había fallecido su madre y comenzaba a rondar por sus ideas el fantasma de Alem. Lentamente, comenzó a despedirse de sus allegados y de sus cosas más queridas hasta que, al mediodía del 5 de enero de 1939, puso fin a su vida disparándose un balazo al corazón.
Junto a su cadáver se encontró una carta dirigida a sus amigos: "Les ruego que se hagan cargo de la cremación de mi cadáver. Deseo que no haya acompañamiento público ni ceremonia laica ni religiosa alguna. Mucha gente buena me respeta y me quiere y sentirá mi muerte. Eso me basta como recompensa. No debe darse una importancia excesiva al desenlace final de una vida. Si ustedes no lo desaprueban, desearía que mis cenizas fueran arrojadas al viento. Me parece una forma excelente de volver a la nada, confundiéndose con todo lo que muere en el Universo. Me autoriza a darles este encargo el afecto invariable que nos ha unido. Adiós”
Autor: Felipe Pigna

Pensar la Revolucion... 1ero de enero revolucion cubana...

Revolución Cubana
El 1º de enero de 1959 triunfaba en Cuba la revolución liderada por Fidel Castro contra la dictadura de Fulgencio Batista. Desde su independencia en 1898, Cuba había sido un protectorado de los Estados Unidos, gobernada por distintos regímenes dictatoriales y su economía manejada por los intereses azucareros estadounidenses. Tras largos años de lucha contra el gobierno de Fulgencio Batista, el 1º de enero de 1959 la revolución se haría realidad. El nuevo gobierno realizará transformaciones radicales: expropiación de monopolios locales y norteamericanos, reforma agraria, extensión de servicios sanitarios, campañas de alfabetización masiva. Para recordar este acontecimiento hemos elegido dos artículos aparecidos en distintos medios inmediatamente después del triunfo de la revolución.
Batista ha perdido Cuba
FuenteDestino Nº 1117, Barcelona, 3 de enero de 1959.
No habían transcurrido cinco horas del nuevo año cuando el presidente Batista abandonaba Cuba en un avión en el cual le acompañaban sus más directos colaboradores,  encabezados por el presidente electo Rivero Agüero. Con este abandono del Poder se ha cumplido la frase que pronunció Fidel Castro en el momento de desembarcar en Cuba en el yate “Gramma”, en 1956. Ochenta hombres le acompañaban y Fidel Castro dijo: “Sólo somos ochenta, pero derribaremos a Batista.” Sea cual fuere el resultado de esta huida de Batista, es evidente que su vencedor moral ha sido Fidel Castro y que los ochenta hombres que desembarcaron procedentes de México en la playa cubana de Niqueros el 2 de diciembre de 1956 –que horas después quedaban reducidos a doce- han sabido mantener durante dos años una rebelión que ha pasado por las más diversas alternativas.
Fidel Castro, una gran mezcla de intelectual y hombre de acción, es en este momento el héroe cubano y tiene tras de su personalidad de guerrillero a toda la juventud. El movimiento “26 de julio” que encabeza ha sido un arma eficacísima contra la dictadura de Batista. Como es sabido, este movimiento evoca la trágica jornada del 26 de julio de 1953, en la cual Fidel Castro, con treinta estudiantes, se sublevó en Santiago de Cuba. Fueron derrotados, y Fidel Castro hecho prisionero. Batista, que en aquel momento se sentía fuerte, cedió a las súplicas del arzobispo de Santiago y perdonó la vida de Fidel Castro, condenándole a quince años de trabajos forzados, que luego fueron conmutados por la pena de exilio. Emigrado a México, Fidel Castro conspiró constantemente y a cara descubierta. Organizó el desembarco en Cuba al que hemos aludido y dio una conferencia de Prensa antes de emprender la aventura. Batista mandó un patrullero a la playa de Niqueros y allí perdió Fidel veinticinco hombres. El patrullero abandonó desdeñosamente el yate embarrancado en la playa, contando que el terreno pantanoso de esta playa y las fuerzas terrestres darían buena cuenta de los restos de los aventureros. Efectivamente, éstos lucharon contra las tropas hasta el último cartucho y solo doce se salvaron, entre ellos, Fidel Castro y su hermano, consiguiendo llegar a favor de la noche hasta las estribaciones de la Sierra Maestra. Y allí comenzó esta extraordinaria aventura, cruel y romántica, que ha acabado con la huida de Batista que, en lo que a Fidel Castro se refiere, sólo le ha perdido un exceso de confianza, pues nunca dio la menor importancia a este joven intelectual, católico y amante de la libertad, rebelde y tenaz, excelente orador y tipo novelesco que había jurado no afeitarse la barba hasta que Batista estuviera fuera del Poder. La barbuda figura del estudiante en armas ha sido popular en el mundo entero y ha dañado enormemente el prestigio del dictador.
Con poca gloria acaba Fulgencio Batista su segundo mandato. El sargento que el 4 de septiembre de 1933 sublevó a las clases de tropas y los soldados contra los oficiales que habían derribado al inmoralísimo gobierno del presidente Machado, acaba de caer con la misma violencia que rodeó a su sublevación. Batista, presidente de la República de 1933 a 1944, abandonó Cuba voluntariamente al perder unas elecciones libremente convocadas. Sus años de presidente fueron fructíferos para él de tal modo que se le calculaba una fortuna de cincuenta millones de dólares en el año 1952, en el que Batista dio un nuevo golpe de Estado, apoderándose el 10 de marzo del campamento de Columbia y del Gobierno de Cuba. Si en su primera etapa Batista fue un presidente hábil y paternalista, en esta segunda etapa ha sido mucho más duro, de tal modo que se ha colocado en el difícil callejón sin salida del dictador sudamericano que pierde los nervios.
En el momento de escribir este artículo. La situación es extremadamente confusa. El presidente Batista ha resignado sus poderes en el general Eulogio Cantillo, siendo nombrado presidente provisional el presidente del Tribunal Supremo, dictador Carlos Piedra. Sin embargo parece difícil que estos personajes puedan afianzar su posición ante la violencia y la fuerza del movimiento “26 de Julio” y ante la figura de un relieve tan fascinador como es, para gran parte del pueblo cubano, Fidel Castro y el comité directivo “26 de Julio”. Este comité está presidido por el doctor Manuel Urrutia, antiguo presidente de la Sala de Urgencia de la provincia de Oriente, juez de carrera que estuvo exiliado en Nueva York y regresó recientemente a Cuba.
El movimiento “26 de Julio” es, socialmente, muy avanzado: Se proyecta gravar con fuertes impuestos las tierras baldías para que los propietarios se vean obligados a venderlas al Gobiernos que se distribuirán entre los campesinos. Asimismo se va a fomentar la industrialización y se nacionalizará el subsuelo, todo ello dentro de un sentido católico, pues no hemos de olvidar el matiz cristiano de la aventura de Fidel Castro. Y sobre todo inspira básicamente a este movimiento el amor a la libertad y la implantación de la honestidad en la administración pública. Este deseo de honestidad ha sido el arma principal de Fidel Castro en su propaganda y es muy lógico que tenga a su lado a gran parte de Cuba. No olvidemos que en las últimas elecciones presidenciales, el movimiento “26 de Julio” predicó el abstencionismo y se abstuvo a pesar de las dificultades y las coacciones, el sesenta por ciento del cuerpo electoral.
Sea cual fuere el porvenir político de la huída de Batista, no olvidemos que será muy difícil, por no decir imposible que persista una guerra civil. La existencia de Cuba depende de su riqueza azucarera y éste es el momento de la zafra, que representa nada menos que la suma de cuatrocientos millones de dólares anuales.
Es de desear para el porvenir económico y político de Cuba que esta situación de inestabilidad tenga bien pronto una solución positiva que devuelva la paz y el bienestar a esta isla, por tantos conceptos llamada la “perla de las Antillas”.
Larga lucha de Guevara
Fuente: Diario La Nación, viernes 2 de enero de 1959.
Un periodista cubano, Jorge Quintana, le recordó hace tres meses al presidente de la Nación, Dr. Frondizi, la intervención de un argentino –Miralla- en la lucha por la independencia cubana. El diálogo de ambos, mantenido mientras transitaban por senderos de la residencia de Olivos, cobra hoy renovada actualidad. Quintana mencionó a Miralla, para hablar luego del “Che” Guevara, el nuevo argentino que luchó en Cuba por la causa de la libertad.
Miralla es hoy más conocido por los cubanos que por nosotros; con Guevara sucede otro tanto. Goza en la isla de un prestigio merecido, de una popularidad en la que se traduce la gratitud de un pueblo.
Nació en Rosario en 1928; vivió brevemente en Misiones y en Córdoba, muchacho andariego, recorrió América latina en motocicleta, a pie y aun valiéndose de balsas; concluyó sus estudios universitarios en Buenos Aires; un hecho premonitorio: desde temprano sintió predilección por el estudio de las enfermedades tropicales –alergias y lepra-, cuyo conocimiento le sirvió tanto en Cuba; fue uno de los tres mil integrantes del grupo Monteagudo y, dentro de él, formó parte de Acción Argentina, fuerza de choque dirigida contra el dictador argentino. Luego, la cosa pantanosa de Ubero, adonde llegó a bordo del Gramma, que transportó a 80 hombres aunque sólo estaba preparado para alojar a 25.
La Repercusión de los Sucesos en Buenos Aires
En la Avenida de Mayo al 1300, frente al vespertino “Crítica”, se reunió denso gentío que, con declamaciones de adhesión a Fidel Casto y al “Che” Guevara, al movimiento libertador cubano, y simplemente a la libertad, ocuparon la calzada y obligaron a la desviación del tránsito automotor por las calles adyacentes.
Desde el balcón del primero piso del vespertino, ornado con banderas argentinas y una enseña cubana, hablaron el doctor Valdés Miranda y Lisi Guera, del movimiento 26 de Julio; el nuevo embajador cubano en nuestro país, Sr. Jorge Beruff Jiménez; el Señor Benjamín De Yure, también del movimiento; el padre del combatiente Ernesto Guevara Lynch; el director de “Crítica”, doctor Santiago Nudelman, y el diputado nacional por la Unión Cívica Radical del Pueblo, Manuel Belnicoff.
Ante los repetidos vivas a Cuba y las expresiones de repudio a las dictaduras, a Batista, a Franco, a Trujillo y a Perón, el doctor Nudelman se refirió a este “día glorioso de Cuba”, y pidió el homenaje de un minuto de silencio por “la juventud de América que ha ofrecido su sangre generosamente para que podamos seguir viviendo en libertad”. Exhortó luego: “En la medida en que se oscurece el cielo de la patria americana, seamos forjadores de la libertad”. ¡Viva Cuba Libre! –terminó- ¡Viva América Libre! ¡Viva la libertad y viva la democracia!
El Sr. Belnicoff se refirió luego a la dictadura de Franco y a la que padecimos en nuestro país hasta 1955, y tras hablar de la personalidad de Fidel Castro, dijo que “cuando algún día en las generaciones futuras se pretenda dar la exacta definición del miedo, se dirá: el miedo es un dictador; porque los dictadores, cuando la fuerza los respalda, son valientes y castigan a los pueblos; pero cuando los pueblos se rebelan, los dictadores sólo conocen una actitud: huir. ¡América para la libertad –exclamó-, pare el cielo; los dictadores para la tierra, para la muerte!”. Transmitió la adhesión hacia el pueblo cubano de su partido y finalizó con un “brindis cívico por la civilidad de América, por la caída de Trujillo, de Stroessner, de Somoza, de Franco, y porque retornen a nuestro país todas las libertades, sin presos políticos ni gremiales”.
Terminadas estas palabras, y las advertencias pacifistas transmitidas por los altavoces, emprendió la marcha por Avenida de Mayo hacia el Oeste una columna que dobló por Callao y se dirigió por Santa Fe hacia la embajada de Cuba. La acompañaban algunos vehículos embanderados con nuestra enseña y con la que ha reconquistado su libertad, y se veían abundantes distintivos con el número 26, que estaba también estampados en la puerta de un pequeño automóvil. Los estribillos se repetían a lo largo de la marcha: se entonaban estrofas de la Marcha de la Libertad y un clarín hacía oír su voz de aliento. Desde los balcones se recibían múltiples muestras de apoyo.
Ante la Embajada
Una enorme cantidad  de público se congregó frente a la embajada de Cuba anoche a las 22. Los núcleos que se sumaron constantemente a la manifestación, entre ellos el formado en la Avenida de Mayo, interrumpieron el tránsito y formaron una masa compacta que iba de acera a acera, casi a lo largo de toda la cuadra.
En el local de la embajada también se habían congregado los simpatizantes del Movimiento 26 de Julio, y allí se veían las caras conocidas de los jóvenes cubanos que llegaron a nuestro país, perseguidos por su acción revolucionaria, mezcladas con las de los que aquí fueron desde un comienzo sus amigos y moralmente sus aliados de lucha. También estaban aquéllos que de una manera o de otra tienen un vínculo de afecto y de sangre con los nombres que protagonizaron la gloriosa jornada que se celebraba, y disputaban la atención de los cronistas la presencia de los parientes de los hombres cuyos nombres registra hoy la crónica, con el carácter de héroes de la recuperada libertad cubana. Así, se destacaba entre ellos la presencia de un septuagenario tío de Fidel Castro, que reside en nuestro país desde 1913 y no conoce a su sobrino, no obstante lo cual sumaba a la emoción que todos tenían el inocultable y legítimo orgullo de ese vínculo.
A las 22.15, el público que estaba aglomerado en la calle entonó la Marcha de la Libertad, y luego el Sr. Luis Conte Agüero dirigió la palabra desde los balcones de la embajada. Señaló que cuando se había convocado a esta reunión pública se creyó que ella iba a congregar a un grupo de espíritus privilegiados que se regocijan en la libertad, pero que esto había sido superado por la presencia de un pueblo, que demuestra en sus expresiones que por algo sobre el suelo alumbró la figura inmortal de San Martín. A propósito de ello, hizo un paralelo de los permanentes ideales que hermanan a Cuba y a la Argentina, encarnados en las figuras de sus libertadores y unió a la alusión del nombre de Martí y de San Martín, la de Castro y Guevara.
Al referirse a los sucesos registrados ayer, dijo: “El embajador del gobierno, con su actitud se convirtió en el embajador de Cuba y al renunciar a sus fueros oficiales, se invistió de los fueros morales de la representación del pueblo cubano, anticipando con ello la jornada de la entrega del poder a la victoriosa revolución. Esto no es extraño que haya ocurrido, porque hay tierras y hay pueblos que mueven a los hombres a estas determinaciones, y el escenario y el espíritu de la Argentina se ha hecho sentir en la actitud del doctor Espinosa Bravo”.
Finalmente manifestó su gratitud hacia la adhesión del pueblo argentino y, recordando palabras de Martí, dijo que nuestro pueblo, como el de Cuba, lleva en sí la paloma de la bondad y la estrella de la libertad.
Los padres del Dr. Guevara
A las 22.45 se anunció la presencia de los padres de Ernesto Guevara, quienes fueron recibidos, cuando se asomaron al balcón, por una gran manifestación de afecto, a la que ponían una nota de particular colorido el flamear de los pañuelos iluminados por los reflectores de la televisión. El ingeniero Guevara Lynch transmitió un saludo de su hijo “en este momento que señala un triunfo de la democracia de América”. La madre consignó su emoción y alegría de argentina, hermanándose al sentimiento de los cubanos.
Luego habló el diputado de la UCR del Pueblo Sr. Armando Verdaguer. Señaló que “aquí también se luchará siempre para que impere la libertad”. Aludiendo a su situación dijo: “Algunos lo harán con dignidad desde el Parlamento, pero yo prefiero sumarme a ustedes”. Después de las palabras del aludido legislador habló el señor Jorge Valdéz Miranda, del Movimiento 26 de Julio. En su alocución vivó a la revolución, el triunfo de Fidel Castro y la decisión y coraje de Guevara, y señaló que el movimiento revolucionario de Cuba no hará transacciones para llegar al poder, por cuento los procedentes históricos de Latinoamérica indican que ese camino lleva frecuentemente a las frustraciones de los ideales populares. “Habríamos preferido no llegar al poder –subrayó- antes que no llegar bien”.
Como un homenaje hacia los que han caído en la lucha de Cuba y en todas las luchas por las reivindicaciones de la libertad en suelo americano, solicitó un instante de silencio, al que adhirió al público.
Al destacar la identificación con los que aún sufren el dolor de las tiranías, formuló su voto para que muy pronto, como en nuestro himno, puedan repetir: ¡Libertad!, ¡libertad!, ¡libertad!
Anticipó luego que cuando la revolución llegue al poder, no será Fidel Castro quien ha de asumirlo, sino el Dr. Manuel Urrutia, de cuya personalidad hizo un amplio elogio, al tiempo que anunció que Fidel Castro recorrerá América como un abanderado de la libertad y llegará a la Argentina para abrazar a este pueblo que se hermanó en su lucha. Las últimas palabras fueron de reconocimiento a la obra que realizó Ernesto Guevara junto a Castro, cuya presencia conceptuó como el símbolo más fiel de adhesión que en este momento expresaba todo el pueblo argentino, e indicó al público que se desconcentrara con tranquilidad, para retribuir así las consideraciones que habían tenido las autoridades al permitir la organización del acto.
Finalmente, volvió a hablar el Dr. Conte Agüero, para despedirse del pueblo argentino, destacando que cuando regresen a su patria los hombres de la revolución cubana encontrarán en el recuerdo de esta manifestación jubilosa del pueblo argentino el aliciente necesario para superar las vacilaciones y cumplir su misión.
A las 23.25 se entonó el Himno Nacional Argentino y luego se escuchó la marcha del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, mientras el público que comenzaba a disgregarse lo hacía entonando la Marcha de la Libertad.